Juan Torres López, en Diagonal
La tremenda crisis en la que estamos es el resultado directo de la bancarrota del sistema bancario internacional y ésta, a su vez, de la gigantesca acumulación de riesgo que ha provocado la búsqueda incesante de liquidez para multiplicar con ella la deuda y el beneficio asociado a ella.
Cuando la feria especulativa se ha venido abajo, las economías de todo el mundo se han paralizado. El capitalismo no puede funcionar sin el combustible del crédito y prácticamente todo el que había se lo han gastado los bancos yendo y viniendo al casino.
Se le puede dar las vueltas que se quiera, pero la única alternativa de futuro, la única respuesta que puede proporcionar estabilidad a medio y largo plazo a la economía mundial es el establecimiento de un nuevo régimen de intermediación financiera que garantice que los recursos fluyen entre los sujetos económicos en función de la lógica de la necesidad y no del lucro especulativo. A medio plazo, eso significa que hay que acabar con la privatización del poder monetario, con el privilegio de crear dinero a partir de la deuda de la que disponen los bancos y que, por el contrario, hay que establecer redes de circulación monetaria y de financiación más descentralizadas y vinculadas a los diferentes niveles en los que se lleva a cabo la vida económica (internacionales, de relación con los Estados, entre consumidores y entre pequeños o medianos productores, etc.) y que funcionen sujetos a principios éticos muy diferentes a los que mueven al negocio bancario.
Por ello, y mientras tanto, es preciso reclamar y fortalecer nuevos principios de comportamiento financiero, de una nueva ética bancaria. El dinero mata y el sistema bancario al que confiamos nuestros recursos es el instrumento que se está utilizando para legitimar y para que no queden rastros del crimen contra la humanidad que se está perpetrando. Poco a poco, día a día, hemos de ir minando su poder y su lógica inhumana.
De momento, buscando y ayudando a crear y a arraigar en nuestro alrededor alternativas de banca ética, llevándonos allí el dinero del que podamos disponer y, al mismo tiempo, denunciando y combatiendo el uso depredador e irresponsable que la banca tradicional hace del dinero de la gente.
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