El tema es importante por muchos motivos, de hecho más de la mitad de las preguntas se refieren a la inmigración. Barroso, como buen, o mal, político esquiva la respuesta directa, hasta el punto de que obliga al periodista a insistir en determinado sentido ("¿Pero cuál es la posición de la Comisión...?).
Dice este señor que "la prioridad es prevenir e impedir las tragedias en el mar". ¿La prioridad de quién?, cabe preguntarse. Supongo que la de los emigrantes extranjeros de ahora, como la de los emigrantes españoles y europeos de antes y de ahora, la prioridad es comer, subsistir o malvivir allí donde cada cual cree que es posible mantener la esperanza. Para nosotros, mejor dicho, para los políticos que utilizan la política para servirse, la prioridad es "prevenir e impedir". No puede extrañar, pues, que con premisas de este tipo las políticas europeas, y en este momento especialmente las italianas, estén matizadas por el ansia de echar balones fuera más que por el deseo de afrontar una realidad que tiene más de ave fénix -por su infinita antigüedad- que de fenómeno.
Es difícil e insensato estar de acuerdo con el señor Barroso cuando, en otro momento de la entrevista, afirma: "[La inmigración] es un problema para Europa".
Primero: Los movimientos migratorios sólo han sido y son un problema cuando son éxodos -como el actual en Pakistán- por las dificultades de atender a la vez a millones de personas que se desplazan rápidamente y en tan corto espacio de tiempo. La emigración es tan vieja como la humanidad, por lo tanto no es un problema, sino una realidad necesaria que se debe afrontar antes que nada con políticas socioeconómicas.
Segundo: El "problema" no lo ha creado la inmigración, sino el neoliberalismo económico, la especulación, el colonialismo, el robo de recursos, la inmisericorde explotación humana y material, el abandono y la pobreza en que se ha sumido a millones de personas cuyos derechos han sido usurpados con total impunidad internacional. Esa forma de proceder ha creado "el problema".
Tercero: En consecuencia, "el problema" del que habla el señor Barroso no es exclusivo de Europa, como dice, sino mundial. Por eso, ni la inmigración ni la emigración pueden enfocarse tangencial ni sectorialmente.
No estaría de más que el señor Barroso promoviese, valiéndose de su influencia y representatividad, un debate internacional sobre eso que él llama "problema".
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