miércoles, 29 de abril de 2009

EUROPA FRENTE A LA CRISIS


Juan Torres López

Publicado en Le Monde Diplomatique, nº 162, abril de 2009

Aunque la crisis económica se inició en Estados Unidos, en Europa está produciendo efectos especialmente graves y que a la larga incluso serán más dolorosos que los que dejará al otro lado del Atlántico.
Se han registrado ya casi 2 billones de euros de pérdidas bancarias, prácticamente la misma cantidad que en Estados Unidos, los planes de rescate europeos suponen tres veces más gasto que el estadounidense, en la Europa del este están a punto de quebrar varios países y algunas estimaciones calculan que solo en el territorio de la Unión Europea pueden perderse entre cuatro y cinco millones de empleos.
Nadie duda de que la magnitud de la crisis es terrible pero Europea se muestra incapaz de hacerle frente poniendo en juego remedios que estén a la altura de los problemas que hay planteados sobre la mesa.

La naturaleza de la crisis
Lo que hoy día estamos viviendo es la bancarrota de los principales núcleos del sistema bancario internacional que se está manifestando en las quiebras sucesivas de las principales entidades financieras del mundo. Se trata de una bancarrota producida por la masiva y continuada acumulación de riesgo en los balances bancarios y como consecuencia de que, desde hace años, la actividad bancaria se ha venido desnaturalizando . 
Tradicionalmente, los bancos han cumplido la función de intermediar entre el ahorro y la inversión productiva proporcionando crédito a las empresas y consumidores. Pero el gran desarrollo de los mercados financieros ha ido creando en los últimos decenios nuevas oportunidades de inversión especulativa, con rentabilidad más alta y rápida que la inversión productiva. En aras de incrementar continuamente sus beneficios, los bancos han ido redirigiendo su actividad hacia esos mercados y así se han convertido en la principal fuente de alimentación de la especulación financiera, en detrimento, lógicamente, de la financiación productiva.
Para disponer de recursos crecientes que pudieran proporcionarle más rentabilidad en los mercados financieros, los bancos han "titulizado" prácticamente sin límite sus activos (los contratos de los créditos que conceden a sus clientes), es decir, han convertido papel por dinero líquido, generando así una especie de gigantesca pirámide invertida que ha terminado por derrumbarse.
Como ya es bien sabido, esa titulización consistió en Estados Unidos en poner en circulación, gracias a la complicidad y vista gorda de los reguladores, millones de productos financieros nacidos de hipotecas de altísimo riesgo, muy rentables en apariencia y a corto plazo pero que, cuando comenzaron a producirse los impagos de las préstamos que le servían de base, se mostraron como auténtica basura financiera.
La difusión esa basura por todo el sistema bancario internacional en una magnitud todavía realmente desconocida es lo que ha producido la bancarrota y lo que ha traído como inevitable consecuencia que la economía mundial se haya quedado sin las fuentes de financiación que son imprescindibles para que pueda funcionar.
La respuesta inmediata de las autoridades monetarias y gubernamentales fue, en un primer momento, proporcionar mayor liquidez al sistema bancario. Algo que resultó completa y estúpidamente inútil (por no decir criminalmente, si se comparan sus generosas cifras con las necesarias para combatir el hambre y el sufrimiento humano en el planeta) puesto que lo que se conseguía, en realidad, era echar más leña al fuego ya que los bancos usaban el dinero añadido para seguir continuar la actividad que estaba provocando la debacle financiera.
Más tarde, los gobiernos están acudiendo al rescate de los bancos que iban quebrando recurriendo a diferentes formas de intervención pero que no han podido aún resolver por completo el problema de insolvencia generalizada. No solo porque no han sido capaces de asumir los costes políticos de la nacionalización sino porque ésta (que finalmente será imprescindible) ni siquiera se puede llevar a cabo mientras no se ponga en claro la situación real de los bancos. Algo a lo que, por otra parte, se tiene un miedo feroz por el escandaloso panorama de despilfarro, malgobierno y corrupción bancaria que pondría sobre la mesa.
Por supuesto, una crisis de estas características se ha producido como consecuencia de la avaricia bancaria y de la exacerbación irracional e inmoral del ánimo de lucro. Pero no solo por eso, y de ahí que no se pueda luchar contra ella proponiendo reformas en los modos de comportamiento corporativo.
Se ha producido, en primer lugar, porque se ha dejado hacer a los mercados financieros en la confianza de que podrían autorregularse e internalizar el riesgo acumulado por sí mismos. Algo que ya ha quedado perfectamente demostrado que es una falacia sin fundamento alguno y muy peligrosa para la economía y la vida social en su conjunto.
En segundo lugar, porque las autoridades han sido cómplices de quienes se estaban aprovechando de ese desgobierno financiero. Lo han sido al establecer las condiciones legales que han permitido que se llevaran a cabo las actividades que muchos era muy claro que terminarían inevitablemente como han terminado. Y porque han dado plena libertad a los capitales especulativos, han amparado a los paraísos fiscales, han mirado a otro lado ante la corrupción y los fraudes, y han establecido normas contables que disimulaban la insolvencia... es decir, porque han dejado hacer los poderes financieros y se han limitado a hacer lo que éstos les pedían.
En tercer lugar, y quizá esto sea lo más determinante, la crisis se ha producido porque se ha dejado crecer un universo financiero especulativo cada vez más divorciado de la actividad productiva. Algo que ha ocurrido, sobre todo, como consecuencia del deterioro progresivo de la capacidad de compra en los mercados reales y como efecto de las políticas de contención salarial que han limitado el crecimiento potencial de la actividad real provocando, por lo tanto, que la ganancia productiva fuese mucho menos atractiva que la financiera.

La impotencia europea
La Unión Europea es ahora prácticamente impotente frente a una crisis tan grande precisamente porque ha impulsado las políticas y las normas que han permitido que se desatara. Está enferma de su propia medicina.
La Unión Europea quiso limitarse a ser un mero "espacio financiero", una especie de territorio neutro sin gobierno ni normas capaces de supervisar y controlar las finanzas europeas. Así dejaba hacer a los poderoso, pero así es como ahora resulta incapaz de hacer frente como tal a la tormenta que han desatado. 
La Unión Europea, a pesar de ser el espacio natural en el que se desarrolla la actividad bancaria y financiera, no tiene competencias sobre problemas de solvencia, de modo que las soluciones que se puedan dar tendrán que ser nacionales y por definición incapaces de proporcionar soluciones globales a un problema que sí lo es.
Ni siquiera la política monetaria del Banco Central resultará efectiva porque no puede serlo sin disponer de políticas y medios de coordinación fiscal y sin instrumentos de supervisión financiera .
Es por eso que la Unión Europea no pueda estar poniendo en marcha soluciones frente a la crisis y que en la práctica se esté limitando a conceder vía libre a los gobiernos a la hora de poner en marcha medidas paliativas a través del gasto, o, por otro parte, a establecer normas (como las que permiten valorar los activos bancarios a precio de adquisición y no de mercado) que faciliten la labor de los bancos centrales nacionales a la hora de permitir que los bancos no muestren del modo más traumático sus auténticas realidades.

Más Europa, pero de otro tipo
En este clima, se recurre a menudo a reclamar "más Europa" para poder hacer frente a la crisis. Pero se trata de una demanda confusa y peligrosa. La Europa que hemos vivido, las políticas europeas liberales de los últimos  años, han sido causantes de la crisis y, por tanto, sería suicida recurrir a ellas con más fuerza para tratar de solucionarla.
Lo que necesitamos no es más Europa, sino otra Europa diferente.
Las políticas deflacionistas europeas que se han promovido están en el origen de las burbujas inmobiliarias y de la deriva de los capitales hacia la especulación financiera. 
Por eso, en contra de los mensajes de moderación que se vienen dando, la mejor respuesta frente a la crisis consiste en recuperar la fortaleza de la actividad productiva real y eso solo se puede conseguir mejorando la capacidad de compra de los salariados y ampliando la demanda. La moderación salarial y la contención del gasto que se predica por quienes, con lamentable ceguera, solo buscan ahorrar costes y evitar pagar impuestos, es letal porque deprimirá aún más la capacidad productiva. Para salir de la crisis, la apuesta de Europa debería ser la articulación de una especie de tijera basada, por un lado, en la innovación social y en el desarrollo tecnológico y, por otro, en la creación de un estado de bienestar de nuevo tipo orientado al disfrute efectivo de los derechos sociales. Y el eje de esas dos estrategias no puede ser otro que la reconsideración del papel de Europa y de sus políticas en el planeta, poniendo recursos a disposición del desarrollo integral de los espacios empobrecidos por nuestras políticas neoliberales en lugar de limitarse a proteger los intereses de las grandes empresas europeas.
Eso requiere no solo más recursos sino, sobre todo, una nueva geografía del gobierno europeo, instituciones más sólidas y democráticas y, sobre todo, la voluntad efectiva de hacer que Europa sea gobernada por la voluntad de sus ciudadanos y no por los poderes económicos que se aprovechan del actual estado de democracia difusa que se ha impuesto a escala supranacional.
Por otro lado, Europa necesita mirarse con sinceridad a sí misma y renunciar para siempre al doble lenguaje y al cinismo político. 
Digámoslo claro. La Unión Europea ampara y sostiene a los paraísos fiscales cuya existencia garantiza la corrupción y las prácticas bancarias que socavan las finanzas y que provocan las crisis. La Unión Europea se niega a regular las operaciones con activos de alto riesgo que producen la inestabilidad sistémica de la que pretendemos salir. La Unión Europea concede plena libertad de movimientos a los capitales intra y extracomunitarios que no tienen otro objetivo que la especulación financiera. La Unión Europea promulga las normas que permiten la opacidad bancaria y la ocultación del riesgo y las pérdidas. La Unión Europea concede al Banco Central Europeo la capacidad para limitar unilateralmente su capacidad de crecimiento potencial y, al mismo tiempo, renuncia a pedirle cuentas cuando, como en los últimos tiempos, ha dado alas a la crisis en lugar de prevenirla y evitarla.
No podemos reclamar más de esta Europa sino otra Europa comprometida con el desarrollo productivo y con la creación de riqueza. Dispuesta a poner freno a los capitales especulativos, a disciplinar a las finanzas y a favorecer la creación de un nuevo espacio financiero orientado obligada y exclusivamente a satisfacer las demandas de las empresas que crean empleo y de los consumidores. 
La única ventaja de esta crisis que vivimos es que al ser tan grave está mostrando sin dificultad a quien lo quiera ver los males que la han provocado: la hipertrofia de los flujos financieros especulativos, la falta de regulación, la irresponsable asunción del riesgo por parte de los bancos, su desnaturalización, la ilimitada libertad de movimiento de los capitales, la deriva de los capitales hacia la especulación financiera... Y, aunque de un modo quizá algo más velado, la gran asimetría que se da entre el poder que tienen los grandes financieros y el de los ciudadanos de a pie. 
Es por eso que la auténtica clave de bóveda para salir de la crisis sea fortalecer la democracia, dominar al poder financiero y poner la economía al servicio de los ciudadanos




LA REBELION DE LAS REDES


Haciendo click sobre la imagen podeis ver un simpático video de muy corta duración donde se ensalza la fuerza de las redes sociales frente al poder establecido.

En el último número de la revista PC Actual, aparece un interesante artículo sobre "el presidente de Internet": B. Obama.

En este artículo diferentes personas relacionadas con la sociología como Manuel Castells, dicen: lo ocurrido en EEUU debe llevar a replantear a las instituciones el modo en que ejercen el poder. Empieza a perder vigencia un sistema donde los flujos siempre van de arriba hacia abajo y donde el control de la información es pieza fundamental. Internet y la web 2.0 hace saltar por los aires este planteamiento. Las empresas y los gobiernos deben de adaptarse para prestar más atención a lo que las redes y los foros (consumidores, electores o simpatizantes) dicen, así como los bloggers.

Por su lado, Fermín Bouza opina: es posible que estemos asistiendo a algo nuevo, como una tormenta silenciosa que está socavando la vieja y fea costumbre de hacer política desde y para las élites.

El verdadero poder de las redes está todavía por llegar, lo que sucederá cuando la mayoría de la población las utilice y vuelque en ellas de manera colectiva, su conocimiento.

CarrotMob es un programa de acciones militantes, o red de consumidores, que compran productos para premiar a los negocios que toman las decisiones socialmente más responsables.

La matriz de CarrodMob es Virgance, fundada en mayo 2008. Es una empresa sin ánimo de lucro que toma nuevas ideas activistas y utiliza el poder de las redes sociales para llevarlas a cabo a gran escala y mejorar el mundo.


martes, 28 de abril de 2009

LA TIRANÍA DE LA MALA TEORÍA ECONÓMICA

The Guardian


Los antiguos animadores del "boom" tóxico en los Estados Unidos quieren ahora que rescatemos a los bancos norteamericanos. Se equivocaron antes y se equivocan ahora.  

Se dice con frecuencia que pocas fuerzas hay tan destructivas que tengan la potencia de la mala teoría económica. Rara vez ha quedado esto más claramente demostrado que en el caso de la presente crisis.     

 Mientras la codicia de los banqueros alimentaba la burbuja inmobiliaria, la incompetencia y corrupción del gremio de los economistas permitió que la mayor burbuja financiera del mundo creciera sin control, hasta que su desplome inevitable descalabró a la economía. Ya es notable que a aquellos economistas que se equivocaron en todo a medida que se expandía la burbuja se les siga concediendo la oportunidad de equivocarse en todo mientras tratamos de bregar por salir de entre los escombros.  

 Aunque la mayoría de los "mejores" economistas del mundo no lo vieran, la historia de la burbuja y su derrumbe era en realidad extremadamente sencilla. La recuperación del "crack" del mercado de valores de 2001 la impulsó el crecimiento de la burbuja inmobiliaria.  

 En los Estados Unidos, esa carrera sin precedentes en los precios de la vivienda alimentó a la economía al provocar un auge de la construcción, y lo que es aún más importante, un auge del consumo, mientras la tasa de ahorro caía a cero. Aunque muchos destacados economistas sermonearon al país sobre la necesidad de ahorrar y poner fin al despilfarro, los que sabían economía apuntaron al conocido efecto de riqueza de la vivienda.  

Los hogares gastan en parte en proporción a la riqueza de su vivienda. El previsible resultado de la creación de la riqueza de la burbuja de la vivienda por valor de 8 billones de dólares (110.000 dólares por propietario de vivienda) fue un boom de consumo masivo del orden de 400.000 a 600.000 millones de dólares. El problema no era el despilfarro de la gente; el problema era que los responsables de la política económica permitieron que se desarrollara una inmensa burbuja. La gente consideró esta riqueza de la burbuja como si fuera riqueza real, y respondió exactamente como la teoría economía preveía que reaccionaria: gastando como locos.  

 Al decaer rápidamente los precios de la vivienda, el auge de la construcción de viviendas se ha convertido ahora en reventón y las tasas de ahorro están volviendo a lo normal. La economía experimenta un desplome en la burbuja inmobiliaria no residencial que se desarrolló siguiendo la burbuja de la vivienda. Ha habido un ingente exceso de construcción en espacio para locales comerciales, oficinas, hoteles y la mayor parte de las demás categorías de construcción no residencial.    

 Este trasfondo resulta extremadamente importante a la hora de valorar el grito de guerra de "sanead los bancos" de aquellos economistas que no vieron la burbuja de la economía. El lema de este distinguido grupo es que si conseguimos que los bancos vuelvan a ofrecer crédito, entonces la economía entrará en vías de recuperación. Casualmente, el ingrediente central de su fórmula consiste en derramar sobre los bancos cientos de miles de millones, e incluso de billones, de dólares del contribuyente. En otras palabras, quieren imponer ingentes impuestos a los trabajadores corrientes para dar más dinero a quienes fueron los más directamente responsable de propulsar la burbuja.   

 Los economistas de élite nos dicen que aún cuando esta idea pueda ofender a nuestra sensibilidad, es la única manera de poner de nuevo en funcionamiento la economía. Y aquí es donde un poquito de economía sería otra vez útil. 

 Supongamos que chasqueamos los dedos y devolvemos a la plena solvencia al Citigroup, Bank of America y a todos los demás zombis; ¿qué sucedería? ¿Hay alguna razón para creer que los consumidores gastarían más? ¿Se acuerdan del efecto de riqueza de la vivienda? La riqueza de la burbuja ha desaparecido; la gente gasta menos porque no disponen de la riqueza que justifique el gasto. Estamos viendo el tipo de niveles de gastos de consumo que serían esperables en ausencia de una burbuja inmobiliaria. ¿Qué parte de esta historia es la que no pueden entender los economistas de élite?  

 Volvamos a la construcción. Si saneamos los bancos, ¿asistiremos a una mayor construcción de viviendas en un mercado ya saturado de ellas? ¿Un exceso aún mayor de oferta de espacio para oficinas y locales comerciales? Se puede suponer que es negativa la respuesta a estas preguntas. Sanear los bancos tendrá escasos resultados tanto en el caso de la construcción residencial como no residencial.  

 ¿Quizás sanear los bancos resucite la inversión en equipamiento y software? Al considerar esta posibilidad, es importante recordar que grandes compañías que gozan de buena salud como Intel, Verizon e IBM tienen ya capacidad de conseguir crédito tanto a largo como a corto plazo con tipos muy bajos. Así pues, las inversiones de estas compañías no es probable que se vean muy afectadas por el saneamiento de los bancos.   

 Con ello nos queda la inversión en equipamiento y software en las empresas más pequeñas, con menos seguridad en el crédito. Sin duda, muchas de estas empresas están experimentando dificultades para acceder ahora mismo a capital. Parte del problema se debe al hecho de que estas empresas parecen representar un pésimo riesgo de crédito en medio de una empinada recesión, pero otra parte del problema se debe a la situación de los bancos.  

 De manera que si chasqueamos los dedos y los bancos quedan saneados, estás empresas se verán súbitamente en situación de poder invertir más. La inversión en equipamiento y software contabiliza el 7% del PIB. Si asumimos generosamente que las pequeñas empresas sedientas de capital contabilizan la mitad de esta inversión, y que el saneamiento bancario impulsaría su inversión en un 50%, entonces derramar fondos sobre los bancos aumentará sus inversiones en una cantidad equivalente al 1,75% del PIB, cantidad que es aproximadamente igual a la mitad del descenso en la construcción de viviendas, y menos de una cuarta parte de la caída total de la demanda debida al derrumbe de la burbuja inmobiliaria.  

 Dicho de otro modo, la aritmética muestra que sanear un banco, si bien es deseable, posiblemente no baste para contrapesar el desplome de la burbuja inmobiliaria. Si nuestra prioridad consiste en salvar a los banqueros de que sufran las consecuencias de sus propios errores, entonces tiene sentido que les demos nuestro dinero. Pero si la cuestión estriba en reparar la economía, entonces hay que buscar en otra parte.  

Quienes sabemos de economía admitimos este hecho. A quienes insisten en la senda del saneamiento de los bancos se les debería formular una sencilla pregunta: "¿Cuándo dejó usted de equivocarse con la economía?"



domingo, 26 de abril de 2009

EL F.M.I. Y EL BANCO MUNDIAL AGRAVAN LA CRISIS GLOBAL

Ante las reuniones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, este fin de semana en Washington, Ecologistas en Acción exige a la ministra de Economía y vicepresidenta económica Elena Salgado que no destine más dinero público a las instituciones de Bretton-Woods, responsables de la Deuda Externa, el Cambio Climático, el hambre y la extrema pobreza en el mundo.

Hace unos pocos meses los expertos decían que el tiempo del Fondo Monetario Internacional (FMI) estaba contado, y, sin embargo, las medidas anti-crisis del G-20 le resucitaron. El G-20 acordó un programa adicional de 1,1 billiones de US-$, en forma de prestamos gestionados por las mismas Instituciones Financieras Internacionales (Grupo del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional), que han provocado la crisis económica global, e impusieron -durante los últimos 30 años- políticas neoliberales y ajustes estructurales que obligaron a recortar el gasto público. Ecologistas en Acción teme que los recursos adicionales del FMI le permitirán disciplinar a los países afectados por la crisis de forma equivocada, empeorando la crisis para ellos.

El FMI y BM no sólo destruyeron masivamente empleo, impidieron a los países a alimentar su población, privatizaron los servicios públicos básicos, financieron la extracción de recursos no-renovables y obligaron a desregular la industria financiera, sino generaron un inmensa deuda externa e ilegítima, que es una de las causas estructurales de la pobreza en el mundo. Con el fortalecimiento del FMI y BM, triplicando los recursos a su disposición, se provoca una nueva crisis mundial de la deuda que profundizará las desigualdades.

De los supuestos $1.1 billón, $50 mil millones, o sea menos del 5%, son para los 49 países más empobrecidos del mundo. La mayor parte del total de los préstamos del FMI solo está disponible si la economía de estos países se está desmoronando. Por lo menos $250 mil millones de financiación para el comercio serán manejado por las tan criticadas agencias de seguros de crédito a la exportación.

El FMI continúa haciendo préstamos para la crisis con duras condiciones que impactarán negativamente a las personas empobrecidas. El préstamo a Pakistán en noviembre de 2008 se hizo con la exigencia de elevar las tarifas de la electricidad y se le ha dejado al gobierno paquistaní sin otra opción que cortar los gastos públicos y tomar otras medidas para cubrir la meta del déficit presupuestario del 4,2 por ciento para finales de junio de 2009, según acordado con el FMI.

Investigaciones recientes sobre las condicionalidades de los préstamos actuales del FMI demuestran que la naturaleza contractiva tradicional del marco de trabajo fiscal y de la política monetaria del FMI, no ha cambiado. Las viejas recetas de las políticas fiscales estrictas, del recorte en los gastos públicos, y el control de la inflación lideran las condiciones y las recomendaciones del Fondo a los países asistidos. En la medida en que se profundizan las recesiones de los países prestatarios, el poder cumplir con los límites estrictos en los gastos instituídos en los programas del FMI puede ser difícil sin que haya recortes en los servicios públicos y en la protección social.

Los pagos de la deuda externa son un componente importante de las salidas de capital de África, Asia y Latinoamérica. El endeudamiento externo de los países de África subsahariana se triplicó durante los años 80 y 90, aunque muchos de ellos gastaban hasta el 40% de su PNB en el pago de sus deudas. Tras años de campaña por parte de los activistas contra la deuda, ahora se reconoce oficialmente que esta situación es económicamente insostenible y un grave obstáculo para hacer frente a los terribles problemas sociales, económicos y ambientales de África.

Hungría recurrió al FMI por un programa de $16.000 millones que requiere cortes profundos de los gastos gubernamentales. Adicionalmente, todos los empleados del sector público enfrentan la pérdida de su bono anual, por un valor de casi el 8% de su salario, y también un congelamiento de éste. Las pensiones también están siendo recortadas.

Por otra parte, el Banco Mundial (BM) continúa fomentando la adicción mundial a los combustibles fósiles. A pesar de que el sector energético mundial es responsable por la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, los préstamos al sector energético del BM para combustibles fósiles se duplicaron, proporcionando aproximadamente US$1000 millones en proyectos relacionados con el carbón. Durante el año fiscal 2008, el Grupo del Banco Mundial aumentó el financiamiento destinado a combustibles fósiles en un 102%. Solo el 11% otorga para la energía renovable. El BM participa, por ejemplo, en el desarrollo del yacimiento petrolífero mar adentro Jubilee (Ghana), o la expansión de Eskom, la compañía energética sudafricana más contaminante. Eskom suministra el 95% de la electricidad en Sudáfrica, de la cual el 90% se genera con carbón.

El estudio del Bank Information Center de Washington reveló que los proyectos crediticios del BM para el año fiscal 2008 equivalen aproximadamente al siete por ciento del total anual de emisiones de CO2 del sector energético en todo el mundo.

La continuidad de los préstamos del Banco para combustibles fósiles, especialmente los destinados al carbón y al petróleo, hace imposible la lucha contra el cambio climático. Cada año fiscal en que el BM apoya un proyecto basado en el carbón, el gas o el petróleo, representa un compromiso de 20 a 50 años con fuentes de energía intensivas en carbono. Además, muchos de los grandes proyectos del Banco relacionados con gasoductos y con la extracción de gas y de petróleo provocan graves violaciones a los Derechos Humanos y tienen como objetivo las exportaciones a los países enriquecidos, alimentando su dependencia de los combustibles fósiles, lo que aumenta su Deuda Ecológica.

Exigimos al Gobierno español, de recortar a cero las aportaciones al BM y el FMI, e invertir el dinero público en la reconversión de la industria española en una economía basada en energías renovables. Ello requiere políticas públicas innovadoras y voluntad política. Sin embargo, el Estado español continúa aumentando cada año sus emisiones de CO2, y las aportaciones públicas del Gobierno español al BM y el FMI incrementan el cambio climático, que afecta negativamente y de forma desproporcionada a los países empobrecidos.

Como miembro de la campaña ¿Quién debe debe a quién?, Ecologistas en Acción está comprometido con las luchas internacionales contra la deuda externa y a favor del desmantelamiento del FMI y del BM. En este sentido saludamos el regreso de las movilizaciones masivas contra las políticas neoliberales y las instituciones que las empujan, como las vividas contra la Cumbre del G-20 a principios de este mes.




sábado, 25 de abril de 2009

EL CAMINO MÁS CORTO HACIA EL FRACASO

Leonardo Boff

De las muchas reflexiones acerca del colapso del sistema neoliberal, tres despuntan con claridad. La primera es que para salvar el Titanic que se hunde no bastan correcciones y regulaciones del sistema que naufraga. Se necesita otra ruta que evite el choque con el iceberg: una producción que no se rija solamente por la ganancia ni por un consumo ilimitado y excluyente.

La segunda, no valen rupturas bruscas con la ilusión de que nos transportarían a otro mundo posible, pues seguramente implicarían el colapso total del sistema de convivencia con incontables víctimas, sin tener la seguridad de que de las ruinas fuera a nacer un orden mejor.

La tercera, la categoría sostenibilidad es el eje de cualquier intento de solución. Esto significa: el desarrollo necesario para el mantenimiento de la vida humana y para la preservación de la vitalidad de la Tierra no puede seguir las pautas de crecimiento hasta ahora vigentes (ojo al PAC de Dilma Rouseff). Es demasiado depredador del capital natural y parco en solidaridad generacional presente y futura. Es necesario encontrar un equilibrio sutil entre la capacidad de aguante y de regeneración de la Tierra con sus diferentes ecosistemas y el pretendido desarrollo necesario para asegurar el buen vivir humano y la continuidad del proyecto planetario en curso, equilibrio que representa la nueva e irreversible fase de la historia.

Esta diligencia necesita acoger la estrategia de la transición desde el paradigma actual, que no garantiza un futuro sostenible, a un nuevo paradigma, construido por la cooperación intercultural, que signifique un nuevo ajuste entre economía y ecología en la perspectiva del mantenimiento de la vida en la Tierra.

¿Dónde veo el gran cuello de botella? En la cuestión ecológica. Apenas está siendo citada en passant en las agendas políticas que buscan la superación de la crisis. En la reunión del G-20 el día 2 de abril en Londres, el tema no influyó en la formulación de los instrumentos para ordenar el caos sistémico. No se trata solamente del calentamiento global, el más grave de todos, sino también del deshielo, de la acidez de los océanos, de la desertización creciente, de la deforestación de grandes zonas tropicales y de la aparición del planeta-favela, a causa de la urbanización salvaje y del desempleo estructural. Y más todavía: se han revelado los datos que muestran la insostenibilidad general de la propia Tierra, pues el consumo humano ha sobrepasado en un 30% su capacidad de reposición.

Una naturaleza devastada y un tejido social mundial desgarrado por el hambre y por la exclusión anulan las condiciones para reproducir el proyecto del capital dentro de un nuevo ciclo. Todo indica que los límites de la Tierra son los límites terminales de este sistema que ha imperado durante varios siglos.

El camino más corto hacia el fracaso de todas las iniciativas que buscan salir de la crisis sistémica es esta desconsideración del factor ecológico. No es una «externalidad» que se pueda tolerar por ser inevitable. O lo situamos en el centro de cualquier solución posible o tendremos que aceptar el eventual fracaso de la especie humana. La bomba ecológica es más peligrosa que todas las bombas letales ya construidas y almacenadas.

Esta vez tenemos que ser colectivamente humildes y escuchar lo que la propia naturaleza, a gritos, nos está pidiendo: renunciar a la agresión que el actual modelo de producción y consumo implica. No somos dioses ni dueños de la Tierra sino sus criaturas y sus inquilinos. Bellamente termina Rose Marie Muraro un libro que será publicado en breve por la Editorial Vozes: Queriendo ser Dios, ¿por qué?:«Cuando hayamos desistido de ser dioses podremos ser plenamente humanos, algo que aún no sabemos qué es, pero que intuíamos desde siempre».




BOCA A BOCA VISUALIZADO



He encontrado este simpático y esclarecedor gráfico en la página de territorio creativo. Creo que es interesante desde el momento que hacemos difusión de las finanzas éticas y una de las maneras es el boca a boca.
Según nos explican:
En toda acción de boca a boca tendremos a los promotores (comentarios positivos), a los detractores (comentarios negativos), y a los pasivos, aquellos que no van a intervenir de ninguna manera en promocionar algo a su núcleo de amigos, porque de hecho no tienen nada que comentar. Y precisamente esos tres componentes los olvidamos en conjunto, entre otras cosas porque no pensamos cómo atraer a los pasivos y cambiar el punto de vista del que esta disconforme, uniéndolo a nuestra causa (engagement), por lo general las empresas los ignoran. Todo eso queda visualizado en el gráfico que David Armano ha premiado, junto al efecto que tiene el chocarte con los promotores o los detractores o los pasivos.

MÁS CIERRES DE BANCOS EN EEUU: YA SE HAN SUPERADO LAS 25 QUIEBRAS REGISTRADAS EN TODO 2008


El economista.

El regulador bancario estadounidense, FDIC, ha anunciado este viernes el cierre de tres bancos regionales, First Bank of Bervely Hills, American Southern Bank y Michigan Heritage, elevando a 28 el número de quiebras bancarias desde principios de año en Estados Unidos.

Así, en los sólo cuatro meses que van de 2009 se superan las 25 bancarrotas registradas en todo 2008.

De este modo, el Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios (FDIC) ha anunciado el cierre en California de First Bank of Bervely Hills que se trata del tercer banco más importante en quebrar en 2009 ya que sus activos ascienden a 1.500 millones de dólares.

Asimismo, los reguladores bancarios han anunciado poco después el cierre de Michigan Heritage, la vigesimoséptima empresa del sector que cae por la contracción de la economía y el impacto de los bajos precios de la vivienda en las instituciones financieras.

Más cierres que en todo 2008.

La FDIC ha explicado que Michigan Heritage tenía unos 184 millones de dólares en activos y 151 millones en depósitos hasta el 31 de diciembre del 2008.

El banco Level One Bank de Farmington Hills ha aceptado hacerse cargo de los depósitos asegurados de Michigan Heritage. Tres oficinas de Michigan Heritage reabrirán el lunes como sucursales de Level One, dijo el regulador bancario.

La FDIC había anunciado poco antes el cierre de American Southern Bank, con base en el estado de Georgia, afectado por la crisis subprime. El Bank of North Georgia va a retomar más de la mitad de los fondos en depósito y menos de un tercio de los activos de su antiguo competidor, según precisó el organismo de control.

American Southern Bank disponía al 30 de marzo de unos 112,3 millones de dólares de activos, y de 104,3 millones en depósitos.

jueves, 23 de abril de 2009

EL PECADOR INOCENTE

por Antonio Álvarez-Solís


Me pregunto repetidamente si las innúmeras, maliciosas e irresistibles incitaciones al consumo, tantas veces innecesario o aún perjudicial para vivir una existencia armónica y confortable, podrían, moralmente hablando, constituir algún tipo de delito por hostigamiento o compulsión psicológica. Adelanto ya a las reflexiones que siguen que he contestado positivamente a la pregunta anterior. Quizá cupiera hablarse de un delito de abuso de poder.

Creo que hay un comportamiento inmoral en apremiar al ser humano a determinados consumos que acaban por sumergirle en la servidumbre. La creación de hábitos, en este caso hábitos de subordinación, es una de las pretensiones que abriga siempre el poder. El consumo y el miedo son gravemente contaminantes del inconsciente colectivo. El miedo porque entrega el hombre al poder y el consumo porque lo encarcela en el dinero. Hablemos de este último. La inmensa fuerza de la publicidad, movida por técnicas psicológicas invasivas que afectan incluso al inconsciente, así como la desmedida facilitación de medios para incitar a la adquisición de mercancías o servicios colocan a la mayoría de los ciudadanos en una irresistible tesitura de consumo que acaba por supeditarles de un modo cruel a los poderes políticos y financieros, que son prácticamente un mismo poder, como cara y cruz de la misma moneda.

Hace unos días un periódico de gran circulación titulaba un informe sobre la nueva pobreza de un modo muy significativo: «La clase media que vivió más allá de sus posibilidades vuelve a la realidad de la pobreza». La médula del título, que ya indica una insolente transferencia de responsabilidades del que produce el daño al que lo recibe, se aloja en ese «más allá de sus posibilidades», que sugiere la responsabilidad del consumidor por falta de vigilancia moral sobre sí mismo.

Parece escucharse la dogmática voz tras el dedo acusador: el consumidor ha consumido inmoderadamente, el consumidor ha pecado por exceso, el consumidor sufre ahora el castigo a su desmoderación. De acuerdo con esa construcción lógica quien ha empujado al consumo, quien ha movilizado medios abusivos para ese consumo desmesurado, quien ha allanado los hogares día y noche con ofertas irresistibles queda paradójicamente liberado de toda responsabilidad.

Más aún: quien ha incitado al consumidor con una visión engañosa de la solidez del mercado crediticio o ha incitado al gasto a los individuos, deslumbrándolos con la mejora de su vida, queda al margen del juicio condenatorio e incluso es apoyado desde la cumbre de los Estados con medios y mecanismos que le rehabilitan para tan perversa acción.

Todavía más: el Sistema vuelca cifras ingentes de dinero para restaurar el mismo esquema de vida que produjo la destrucción de millones de personas y familias. Pero el culpable, repiten, es un consumidor que se engañó y engañó a los financieros acerca de sus capacidades adquisitivas. En resumen, el nuevo pobre es el único responsable esencial de su pobreza. No supo oponerse a la oferta publicitaria que negaba cualquier inconveniente para uncirse a las mil formas de crédito, tan fáciles de oferta, tan insidiosas de finalidad. Ni quiso reflexionar como un experto acerca de la averiada navegación que se le proponía. El nuevo pobre es, en suma, un viejo imbécil al que ahora hay que azotar en la palma de sus pies.

Pero ¿acaso ese nuevo pobre no fue arrebatado por la flamígera espada de la competitividad, por la incitación al mimetismo de lo brillante, por el desafío de la torre de Babel construida por los poderosos? En torno al llamado camino de vida americano ha funcionado una perversa moral de la escalada, una declaración de que sólo los pródigos llegan a la gloria; religiosamente hablando, de que cada uno es hijo de sus obras. Thorstein Veblen no acepta esa responsabilidad del débil cuando escribe en su «Teoría de la clase ociosa» o clase que marca el camino del éxito a quienes pretenden el triunfo: «Nuestra norma de decoro en lo que a gastos se refiere, lo mismo que en otros objetos de emulación, viene determinada por lo usos de aquellos cuyo prestigio es justo un grado más alto que el nuestro, hasta el punto de que todas las normas de reputación y decencia, y todos los niveles de consumo toman como referencia los usos y hábitos de pensamiento de la clase social y pecuniaria más alta: la adinerada clase ociosa. Su ejemplo y sus preceptos tienen fuerza obligatoria para todas las clases que están por debajo».

La falaz maniobra con que quiere absolverse este tipo de dominio, maniobra frente a la que han sido esterilizadas previamente todas las razones morales contrarias, consiste en hablar en términos solemnes de la libertad del individuo. El individuo, claman, es el único responsable de sí mismo. Quienes echan mano a este menguado recurso al poder decisorio del individuo ocultan que el ejercicio de la libertad, dentro del modelo social vigente, únicamente es efectivo para quienes disponen de una potente intendencia cultural o una adecuada estructura legal, material y política a su alcance. La libertad es material de minorías. Para los demás la luz que baja de la cumbre ilumina un único camino al individuo que lanzado a un mimético consumo acaba por no ver el horizonte de su propia destrucción. A fomentar esta ceguera contribuye la formación arborescente que recibe desde niño por parte de cien instituciones que le muestran su libertad como arma que ha de protegerle frente a todas las tentaciones. A mantener ese dogma contribuye como un berbiquí una propaganda rocosa e incansable que hace mortal mella en el ser sin verdadera soberanía. Lo cierto es que sólo alguien que viva en el marco de una irreal simplicidad rousseauniana puede ser inmune a las solicitaciones del aparato dominador. O también un bienaventurado como San Antonio está capacitado para resistir tentaciones, desde la mujer desnuda hasta el cochinillo a la brasa. ¿Cómo hacer, además, oídos sordos al discurso de los líderes políticos, aureolados por la sabiduría que al parecer conlleva automáticamente el poder? ¿No nos aseguran, acaso, que el mundo es sólido y nosotros, soberanos? Es irrelevante que esos líderes incurran escandalosamente en la contradictoria doctrina de que debemos consumir enérgicamente para restaurar la economía -¿y el dinero?- mientras cargan todo el descalabro a los consumidores por no haber sabido moderar antes su gasto.

Tornemos al cínico título antes citado: «La clase media que vivió más allá de sus posibilidades vuelve a la realidad de su pobreza». Queda algo por hilar. En primer término esos ciudadanos no vivieron más allá de sus posibilidades en la mayor parte de los casos, ya que tenían un empleo que les garantizaba el gasto y un mecanismo crediticio que les facilitaba tiempo amplio para reponer lo gastado. ¿A dónde fueron a parar ambas cosas? En muy poco tiempo desapareció la continuidad del empleo y, en menos aún, las facilidades crediticias. Luego no ha sido la familia que originó el título citado la que se desmoderó sino que produjeron su quiebra social los que privaron de empleo a la mujer y al marido. Es decir, esa familia no carecía de respuesta a sus compromisos sino que le obturaron las fuentes para hacer frente a ellos. ¿No son, pues, los que produjeron el seísmo quienes han de responder del mismo? ¿No hay en ese comportamiento de los poderosos un evidente delito social? ¿No ha sido sacrificado el ciudadano que circulaba por la existencia con lo que parecía un sólido salvoconducto? Un salvoconducto expedido por los poderes que manejan el estado y por los poderes que disponen del dinero. ¿Quién ha engañado, pues? ¿Cómo se declara al pecador, inocente?



¿EN QUÉ SE PARECE EL PROBLEMA DE LOS 9 PUNTOS A LA CRISIS FINANCIERA? SOLUCIÓN


sinaptico.


Pues aquí está la solución al problema de los 9 puntos con las consignas expuestas.

El problema de los 9 puntos es un viejo conocido en los programas de formación y desarrollo de la creatividad. ¿Por qué? Obvio en este caso: porque hace evidente los esquemas rígidos de pensamiento que hemos ido desarrollando y que solemos seguir cuando se nos presenta un problema. Y en este ejercicio lo habitual es buscar la solución trazando líneas dentro del área cuadrada que forman los 9 puntos. Y nos solemos dar de cabeza contra la pared porque en ese caso, no hay opción. Es lo que llamaba Watzlawick, “Más de lo mismo”. Así pues, la opción es vencer ese bloqueo yendo más allá de los límites que asumimos sin darnos cuenta.

¿Es posible que en nuestra vida cotidiana y a la hora de percibir y entender la realidad que nos rodea estemos actuando como ante el problema de los 9 puntos? Va a ser que sí.

¿Y cómo transformar esas procesamiento de la información traducido en posteriores acciones más o menos conscientes?

Sin que sirva de receta o método único, una de las principales opciones es mediante el desarrollo de nuestra capacidad para percibir o sensibilidad. Así, actuamos en la forma en que cómo percibimos y construimos nuestra visión del mundo. Y eso lo podemos hacer de innumerables maneras: desde lo conductual: cambiando algunas rutinas muy enraizadas en nuestra vida como pueden ser hacer siempre lo mismo los sabádos por la noche, ir por el mismo lugar al trabajo, leer el mismo periódico, comprar en el mismo mercado, tienda… Desde lo cognitivo: leyendo libros, revistas, materiales informativos muy diferentes de lo que solemos hacer, de nuestra área de especialización. Desde la expresión emocional: realizando actividades en las que nuestro cuerpo tenga un protagonismo consciente para la expresión y la vivencia emocional o mediante la práctica de muchas disciplinas artísticas que nos despiertan los sentidos a nuevas formas de percibir la realidad. Son muchas, diferentes y variadas las posibilidades.

Y sí, buscando programas para el estímulo del pensamiento creativo tanto en lo personal como en lo profesional. No olvidemos que el número de horas que pasamos en el trabajo determina enormemente cómo percibimos el mundo. Y si no nos interrogamos sobre ello, aunque sólo sea una vez al año, estaremos viendo 9 puntos ( sin plantearnos otras opciones) en muchas de nuestras actividades profesionales.

Así que tal vez sería útil preguntarnos: ¿Qué pasaría si…? ¿Por qué no…?

Varios ejemplos: ¿Qué pasaría si los bancos dejaran de ser los únicos que crean dinero? ¿Qué pasaría si hubiera bancos que no cobraran ni dieran interés por préstamos o ahorros? ¿Qué pasaría si tuviéramos más monedas con las que intercambiar bienes o servicios? ¿Qué pasaría si la crisis financiera fuera parte de una crisis sistémica mayor? ¿Qué pasaría si las posibles soluciones a la crisis financiera no salieran en los informativos de televisión, radios o periódicos? ¿Qué pasaría si cuando hablamos de que las “vacas gordas volverán algún día” cayéramos en la cuenta de que hay millones de personas en el mundo que nunca han conocido “vacas gordas”?

UN MOVIMIENTO SOCIAL QUE TAMBIÉN ES UN BANCO


En Suecia existe un banco que presta dinero sin intereses. Y además es una cooperativa. Es el JAK Medelmsbank. Reproducimos el reportaje de Miguel Ganzo Mateo para Crisi.

Érase una vez una cooperativa de 36.500 miembros que era dueña de un banco. Un banco a través del cual los miembros de la cooperativa se prestan dinero unos a otros sin intereses. No es un cuento de hadas, existe en Suecia y se llama JAK.

Las oficinas de la cooperativa bancaria están por todo el país: en casa de cada miembro, en cada taller, en cada huerto... JAK es una asociación, también es un banco, pero por encima de todo es un movimiento social. Un movimiento social que nació en 1965 y que no para de crecer.

Prestar dinero sin intereses no es nada nuevo. Fijémonos por ejemplo en una familia o un grupo de amigos. La novedad es el tamaño del grupo. No se trata de 5, 10 o 15 personas, sino de 36.500 (aproximadamente 1.500 miembros nuevos cada año). Una de las críticas de JAK a los intereses es que perjudican al 90% de la población:

En el gráfico que aparece en la cabecera hemos dividido la sociedad sueca en 10 grupos de 900.000 personas. En el extremo izquierdo las 900.000 personas más pobres y en el extremo derecho las 900.000 personas más ricas. Las columnas naranjas son los intereses que ese grupo de personas ha cobrado en el año 2003 y las columnas verdes son los intereses que ese grupo de personas ha pagado en el mismo año.

El único sector de la sociedad que se beneficia de que nuestro sistema de ahorros/préstamos funcione con intereses es el sector más rico de la sociedad. Es decir: el 90% de nosotros salimos perdiendo, mientras el 10% de nosotros sale ganando.

Los préstamos de JAK no son gratis. Para serlo, la cooperativa tendría que funcionar sólo con el trabajo de voluntarios, y aunque en un principio fue así, llegó un momento en que el número de miembros creció tanto que la cooperativa necesitó profesionalizarse.

Hoy, JAK cuenta con aproximadamente 30 empleados a los que tiene que pagar un sueldo. Y no sólo eso, también tiene otros gastos fijos. JAK es, por lo tanto, una cooperativa que ofrece un servicio profesional a sus miembros. Para pagar este servicio, los beneficiarios de los préstamos tienen que pagar una tasa administrativa. Es el coste real del préstamo.

Para asegurar que el sistema no se pare y que nuevos miembros puedan beneficiarse de préstamos sin intereses, JAK incluye en sus préstamos una cláusula de ahorro obligatorio. En pocas palabras: si tomas prestado 50.000 euros a devolver en 20 años, JAK te obliga a ir ahorrando otros 50.000 euros en una cuenta paralela y blindada. Cuando has acabado de devolver el préstamo, JAK te abre la cuenta y puedes disponer de los 50.000 euros. ¿Que ha hecho JAK durante todo ese tiempo con tu dinero? ¡Prestarlo a otros miembros!

JAK es una cooperativa democrática que da mucha importancia a la formación de sus miembros. Invierte dinero en ello y no lo hace en publicidad. Los miembros asisten a cursos organizados por JAK y con ello están mejor preparados para presentarlo a todos sus contactos. JAK también apoya a otros proyectos que quieran sacar adelante iniciativas similares en otros países. Una asociación italiana lo está intentando actualmente.

(*) Crisi es la publicación del Colectivo temporal Crisis. Detrás de este colectivo no hay ninguna institución, ni empresa, ni organización. Está formado por personas que trabajan para para denunciar el sistema actual y construir alternativas. Su web es un espacio de información, debate y propuestas mediante foros sobre temas relacionados con los bancos, la crisis, el sistema económico actual y sus alternativas.


martes, 21 de abril de 2009

2070, ¿FIN DEL CAPITALISMO?


Claudio M. Novoa

Por lo menos, así lo asegura Santiago Niño Becerra en una entrevista publicada en el suplemento Negocios de El País. Considera este catedrático de Estructura Económica que todos los sistemas económico-sociales suelen durar unos 250 años. “Y dado que el capitalista comenzó su andadura oficial con la llegada de la Primera Revolución Industrial, en 1820, terminará aproximadamente en 2070. De ahí, que se esté convirtiendo en un cadáver económico”, afirma.
Sea o no acertada esta previsión, lo único seguro es que nos encontramos en un cambio de ciclo histórico, con consecuencias imprevisibles. Santiago Niño apunta que la deuda acumulada por el actual modelo económico no va a resolverse con más deuda, “sino con profundas transformaciones estructurales”. Cambios que llegarán a todos los ámbitos, y con los que se hará frente a los retos mayúsculos que se presentan en el futuro, como el nuevo escenario migratorio mundial, fenómeno ya apuntado en el anterior post de este blog.
Esta transformación pasará, necesariamente, por una nueva actitud de todos los actores sociales. Como asegura Santiago Niño, “conceptos como utilidad, eficiencia y aprovechamiento van a ser protagonistas, así como colectivo, coordinación y colaboración”. Términos todos ellos que, en los últimos tiempos, habían quedado en un segundo plano, relegados por un crecimiento en el que sólo primaba el corto plazo. Y si la gente no se da por aludida, serán los gobiernos los que “sugieran” esos nuevos hábitos.
A principios de mes el ejecutivo irlandés revisó, de forma urgente, unos presupuestos aprobados en octubre, pero que ya se habían quedado obsoletos, debido al veloz debilitamiento de la economía del país. Un déficit del 13% y una previsible caída del PIB del 8% en el presente ejercicio justifican esta medida en el tigre celta, modelo ejemplar de crecimiento hasta hace poco.
El principal perjudicado con estas nuevas cuentas es el contribuyente, quien sufragará gran parte del déficit público a través de una nueva subida de impuestos. Una mayor presión fiscal que hará caer el nivel de vida de los ciudadanos, quienes tendrán que adoptar hábitos que se correspondan con el nuevo escenario.
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domingo, 19 de abril de 2009

¿NUEVA JUGADA DEL SISTEMA?

 Leonardo Boff

El encuentro del G-20 en Londres llevó a una tensa convergencia de las propuestas norteamericana y europea. Ésta última prevé controles y regulaciones más rígidas de los mercados y la norteamericana busca salvar el sistema bancario privado con la inyección estatal de miles y miles de millones de dólares, sacados de los contribuyentes, con el propósito de financiar los créditos y garantizar la continuación del consumo. Hay informaciones de que Barack Obama se comprometió a asimilar algo de la propuesta europea y de esta forma crear un consenso mínimo para enfrentarse colectivamente a la crisis.

Es necesario, sin embargo, reconocer que ambas soluciones son intrasistémicas y nada inspiradoras, pues no ponen en absoluto en cuestión el modo de producción capitalista y su expresión política, el neoliberalismo. Curiosamente, Sarkozy, en un artículo del día 1 de abril, proponía un capitalismo cooperativo y solidario como forma de salir del caos. Parece entender poco de la lógica del capital, pues éste se rige por la competitividad y no por la cooperación. La solidaridad no es una categoría del capital; si lo fuera no tendríamos tantos millones de excluidos. Si alguien encuentra que el capitalismo es bueno para los trabajadores es un iluso. El capital es bueno para los capitalistas que detentan el tener, el saber y el poder.

Las propuestas del G-20 mantienen la acumulación del capital como el motor principal del funcionamiento de la economía y el mercado libre como el lugar de donde se reproduce. Esto sencillamente es más de lo mismo. No ataca las causas que han llevado a la crisis. La crisis económico-financiera es vista fuera del contexto global de crisis: social, alimentaria, energética, climática y ecológica. Todas estas crisis son consideradas externalidades, es decir, factores que no entran en la contabilidad del capital, como son el desplazamiento de millones de personas del campo a las ciudades, la deforestación, la contaminación del suelo, del mar y del aire. Estos factores sólo se toman en consideración cuando se revelan impedimento para las ganancias del capital.

Pero no es posible evitar la cuestión ética: ¿se trata de una solución que contempla a la humanidad como un todo y que garantiza la vitalidad del planeta Tierra o simplemente se trata de salvar el sistema del capital para beneficiar a los que acumulan? ¿Será una nueva jugada del sistema? ¿Se trata de una crisis en el sistema o de una crisis del sistema?

Todo indica que se trata de una crisis del sistema. Las dos externalidades mayores —la social y la ambiental— no ocupan un lugar central, pero son tan graves que ponen en jaque las soluciones contempladas, sostenibles solamente a corto y medio plazo. Después volverá la crisis, posiblemente bajo forma de tragedia o de farsa (Marx).

La crisis social mundial es aterradora. Los datos del PNUD de 2007-2008 prueban que el 20% de los más ricos absorbe el 82,4% de las riquezas mundiales, mientras que el 20% de los más pobres tiene que contentarse con solo el 1,6%. Es decir, hay una pequeñísima minoría que monopoliza el consumo a escala mundial mientras que los ceros económicos son lanzados a la miseria. Hay más de 900 millones de hambrientos y cada cuatro segundos muere un ser humano de hambre, según refiere J. Ziegler en su informe para la ONU sobre la pobreza en el mundo. ¿Qué cabeza y qué corazón tienen ciertos analistas notables de Brasil (véase M. Leitão y Sardenberg) que saben de todo esto y aun así defienden un sistema de tanta perversidad?

La crisis ecológica no es menor. Ya estamos inmersos en un calentamiento global que va a ser devastador para millones de personas y para la biodiversidad. E. Wilson, renombrado biólogo, denunció que la voracidad capitalista elimina definitivamente 3.500 especies de seres vivos cada año. Ante este cuadro dramático, sólo nos queda repetir lo que dejó escrito en latín el genio de la crítica al capital: «dixi et salvavi animam meam»: «dije y salvé mi alma».

Leonardo Boff es autor de Homem: Satã ou Anjo bom, Record, Rio de Janeiro.



jueves, 16 de abril de 2009

LA NUEVA ESCLAVITUD


Juan Torres López

Un informe reciente que la OCDE titulado Is Informal Normal? proporciona datos elocuentes y estremecedores sobre las condiciones laborales en el planeta, entre los que saco los siguientes:

- En el mundo hay 1.800 millones (60%) de trabajadores sin contrato laboral ni protección social frente a 1.200 millones que sí lo tienen.

- De esos 1.800 millones, 700 millones ganan menos de 1,25 dólares diarios y 1.200 millones con menos de 2 dólares diarios.

- La proporción de trabajadores sin contrato ni protección social (excluyendo los trabajadores de la agricultura) es del 75% sobre el total de la población trabajadora en el Africa SubSahariana, del 66% en Asia del Sur y Sudeste, del 50% en América Latina, Oriente Medio y Africa del Norte, y del 25% en los llamados países europeos en transición. Pero el informe afirma que si se incluyesen los trabajadores de la agricultura la proporción sería mucho mayor. Del 90% en el Sudeste de Asía, por ejemplo.

- En lugar de disminuir, la informalización del trabajo tiende a crecer y lo hará especialmente como consecuencia de la actual crisis.
Se dice pronto: ¡el 60% de los trabajadores del mundo trabajan sin contrato y sin protección social! Y a ellos habría que añadir los que no trabajan ni tienen ingreso, y los que trabajan sin cobrar!

Lo sorprendente es que todavía se siga pensando que el capitalismo es el sistema que trae progreso y bienestar y que es insustituible. Podemos aceptar que aún no hayamos sido capaces de crear una alternativa sólida a este estado de cosas infernal e inhumano. Pero me parece que de ahí a establecer que esto es lo mejor que puede haber sobre la Tierra hay una distancia que solo pueden saltar los que consciente o inconscientemente ignoran la realidad o los que se aprovechan de estas situaciones para disfrutar de privilegios. ¿O es que esos datos no son la prueba innegable de que el capitallismo "exitoso" que vivimos en nuestros días está basado en una nueva forma de esclavitud?

Se dice ahora ahora que ha fallado el sistema financiero pero no es así, lo que falla de verdad es el capitalismo... Y, claro está, fallamos los seres humanos que somos incapaces de superarlo y de crear nuevas y más humanas formas de vivir en el planeta.

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lunes, 13 de abril de 2009

PLAN DE EMERGENCIA EN SOLSONA PARA ATENDER A FAMILIAS EN CRISIS


MARÍA JESÚS IBÁÑEZ

• El consistorio creará un banco de alimentos y una línea de microcréditos

• Los beneficiarios tendrán que prestar algún servicio o seguir cursos de formación

Las primeras señales de alerta empezaron a llegar el verano pasado, cuando aumentó el número de familias que se dirigían al ayuntamiento de Solsona "en situación de auténtica necesidad". En estos momentos, los servicios sociales municipales tienen sobre la mesa "más de 80 expedientes", afirma la coordinadora del departamento, Carme Colilles. La mayoría son de grupos familiares con niños pequeños.

Ellos serán los primeros destinatarios del Programa de Emergencia Social, que el consistorio solsonense prevé poner en marcha antes del verano, un servicio que contará con un banco de alimentos, líneas de microcréditos y ayudas concretas para cubrir las necesidades básicas o pagar alquileres de viviendas. De momento, el ayuntamiento ha creado un fondo social, dotado inicialmente con 5.000 euros, para atender los casos más urgentes.

A cambio, los beneficiarios tendrán que dar una contraprestación, "participando como voluntarios en actividades sociales o asistiendo a cursos de formación", explica el concejal de Acció Social, David Rodríguez (ERC).

La preocupación del ayuntamiento es grande. En poco tiempo, cinco empresas de la comarca han presentado expedientes de regulación de empleo (ERE), que han afectado a más de 400 trabajadores. En febrero, Solsona tenía 557 personas inscritas en las listas del paro, muchas de ellas residentes en la capital, de 9.500 habitantes. "Los primeros casos se detectaron en familias con parados procedentes de la construcción. Ahora, las hay de distintos sectores industriales", señala Colilles.

G20: SU AGENDA Y LA NUESTRA

Josep Maria Antentas,  Esther Vivas

Si algo ha caracterizado a la reciente cumbre del G20 en Londres es la grandilocuencia de las declaraciones de sus protagonistas, empeñados en dar trascendencia histórica a sus decisiones y en buscar frases de impacto. ¿Pero que hay detrás de los acuerdos anunciados y de las políticas seguidas por los gobiernos desde el estallido de la crisis? En palabras del respetado geógrafo David Harvey “lo que están intentando hacer es reinventar el mismo sistema (...). El razonamiento fundamental que se están planteando es, ¿cómo podemos reconstituir el mismo tipo de capitalismo que hemos tenido en los últimos treinta años en una forma ligeramente más regulada y benevolente?”.

Los acuerdos de la cumbre profundizan las políticas hasta ahora adoptadas por sus integrantes para hacer frente a la situación. La declaración final mantiene el compromiso del G20 con las bases del modelo de globalización neoliberal y sus instituciones. Se reafirma la necesidad de seguir impulsando la liberalización del comercio mundial y las inversiones en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de evitar medidas que limiten la circulación de capitales.

Se señala la necesidad de dar un nuevo protagonismo al Fondo Monetario Internacional (FMI) receptor de la anunciada inyección de 500.000 millones de dólares. Esto supone el enésimo intento de restablecer la credibilidad y las funciones de uno de los símbolos y pilares institucionales del actual modelo de globalización. Reforzar el rol del FMI, en el ojo del huracán desde su nefasto papel en la crisis financiera asiática de 1997, es toda una declaración de intenciones.

En el terreno del sistema financiero los acuerdos anunciados están lejos de suponer cambios estructurales, a pesar del anuncio de más medidas regulatorias y de control que buscan evitar los desmanes recientes. Los rescates a entidades financieras continuarán como hasta ahora. La retórica y la presión contra los paraísos fiscales se endurece pero no se anuncian medidas concretas en dirección a su desaparición efectiva. Tampoco hay propuestas claras referentes a la regulación de los salarios de los directivos de las grandes empresas. Más allá de algunas medidas que puedan paliar la indignación popular ante situaciones escandalosas, lo cierto es que no se vislumbra ningún cambio sustancial de la dinámica que ha comportado la explosión por arriba de las remuneraciones de los altos cargos y el aumento espectacular del diferencial entre sus salarios y los de los trabajadores medios.

En definitiva, como señalan Éric Toussaint y Damien Millet, miembros del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), los acuerdos de la cumbre representan “un pequeño retoque de pintura en un planeta en ruinas (...). El G20 vigilará para que se preserve lo esencial de la lógica neoliberal. Los principios son de nuevo apuntalados, aunque su fracaso esté claro”.

El sentido de las políticas de los principales gobiernos del mundo es claro: hacer pagar el coste de la crisis a los sectores populares e intentar apuntalar el modelo actual con tímidas reformas que aseguren su viabilidad. Frente a ello es necesario plantear otra agenda portadora de una lógica de ruptura con el actual orden de cosas. “Cambiar el mundo de base”, como reza la conocida estrofa de la Internacional, aparece hoy como más necesario que nunca. La declaración de la asamblea de los movimientos sociales aprobada en el pasado Foro Social Mundial de Belem traza lo que pueden ser las líneas maestras de una agenda alternativa de salida a la crisis sistémica contemporánea: “Tenemos que luchar, impulsando la más amplia movilización popular, por una serie de medidas urgentes como: la nacionalización de la banca sin indemnización y bajo control social; reducción del tiempo de trabajo sin reducción del salario; medidas para garantizar la soberanía alimentaria y energética; poner fin a las guerras, retirar las tropas de ocupación y desmantelar las bases militares extranjeras; reconocer la soberanía y autonomía de los pueblos, garantizando el derecho a la autodeterminación; garantizar el derecho a la tierra, territorio, trabajo, educación y salud para todas y todos; democratizar los medios de comunicación y de conocimiento.”

Es el momento de profundizar y radicalizar las alternativas, en el sentido de ir a la raíz de los problemas, de apuntar hacia el “núcleo duro” del actual sistema económico, y no de conformarse con retoques cosméticos, la “moralización” del capitalismo o, simplemente, la domesticación de sus “excesos” neoliberales. Así ha quedado patente en las demandas de las manifestaciones celebradas en Londres y en todo el mundo en el marco de la Semana de Acción Global acordada en Belem.

Aunque Gordon Brown afirmara en vísperas de la cumbre haber entendido el mensaje de los manifestantes en Londres, en realidad entre las políticas del G20 y las demandas expresadas en las movilizaciones se enfrentan dos lógicas irreconciliables. En palabras de Daniel Bensaïd: “La del beneficio a cualquier precio, el cálculo egoísta, la propiedad privada, la desigualdad, la competencia de todos contra todos, y la del servicio público, los bienes comunes de la humanidad, la apropiación social, la igualdad y la solidaridad”. Para nosotros la elección es clara.

Josep Maria Antentas es profesor de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Esther Vivas es miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS)-Universidad Pompeu Fabra. Ambos son militantes de Izquierda Anticapitalista y de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista. Este artículo aparecido en Público, 07/04/09.

viernes, 10 de abril de 2009

LÍDERES INSPIRADORES: LULA Y OBAMA

Leonardo Boff

Uno de los factores que está dificultando la salida del caos económico-financiero es la escasez de líderes inspiradores. Los momentos de crisis promueven líderes carismáticos que proporcionan enfoque y sentido de dirección. El buen líder es el que capta los anhelos profundos del momento, sabe darles una expresión, crearles una metáfora y, sobre todo sabe, sabe suscitar entusiasmo y energías para realizar cosas que a muchos les parecerían imposibles.

El líder debe servir a una causa que es mayor que él, la causa de todo un pueblo, y ahora, de toda la humanidad. Por eso, el líder no puede ser víctima de los intereses de grupos. El buen líder está continuamente desafiando la opinión pública para rechazar soluciones maquilladas y negarse a salidas convencionales que sólo tranquilizan pero no transforman el caos en creativo y generativo.

El encuentro de los G-20 el 2 de abril en Londres superó las expectativas, pues se elaboró un consenso global que puede ser eficaz para rescatar el equilibrio perdido. Barack Obama y Lula despuntaron como líderes inspiradores. Lula, recordando la pobreza en el mundo y Obama insistiendo en que el rescate debe ser verde, es decir, que ya no puede ser hecho a costa de la devastación de la naturaleza como ocurría hasta ahora.

El Presidente Lula ha mostrado ser un líder valeroso al afirmar: esta crisis fue provocada por hombres blancos, de ojos azules que presidían bancos e instituciones que dictaban normas para los demás pero que ellos mismos no las seguían. Hoy están desmoralizados porque sus ideas eran trucos baratos. Ellos tenían una ideología imperial de dominación del mundo.

Mauro Santayana, el príncipe de los analistas políticos brasileros, nos reveló recientemente en un artículo del Jornal do Brasil (26/03) el plan estadounidense de dominación del mundo que estuvo oculto durante más de cuarenta años. Dicen los documentos ahora revelados: «la soberanía supranacional de una elite intelectual y de banqueros es seguramente preferible a la autodeterminación nacional practicada en los siglos pasados». En nombre de este propósito imperial se hicieron intervenciones económicas, políticas, culturales y militares en casi todas partes del mundo. Es la razón por la que Estados Unidos mantiene 700 bases militares en el mundo, con 500 mil soldados sirviendo en el exterior. Es el espíritu de Davos, donde los señores del mundo se reúnen anualmente no para pensar acerca de los problemas de la Tierra, de los pobres, de las mujeres, del hambre… sino sobre las monedas, los mercados, el crecimiento y los propios intereses. Es el más craso materialismo.

Este espíritu montado sobre el falso liderazgo, la mentira, la arrogancia y la violencia se derrumbó ahora junto con el sistema que lo sostenía. Obama muestra clara conciencia de este hecho. Lula fue uno de los pocos líderes mundiales que tuvo el valor de decir las verdades delante del Primer Ministro de Inglaterra, Gordon Brown, que nos visitó en marzo. Sólo espíritus mediocres que aún albergan dentro de sí al colonizador, y que se alinean incondicionalmente con el poder dominante, hicieron críticas al Presidente como si lo que dijo fuese expresión de racismo. No entendieron la metáfora y desvelaron lo que esconden: su sometimiento a la potencia más fuerte.

Pero llegará el día en que el espíritu de Porto Alegre, altermundista, generoso, amante de la vida y de la Tierra verá que su sueño comienza a realizarse. El liderazgo inspirador de Lula, de Evo Morales, de Fernando Lugo, de Rafael Correa y de Barack Obama hará que las potencialidades de lo nuevo, arrancadas del océano infinito de la Energía de fondo que sustenta todo el universo y cada ser, se vuelvan realidad. La humanidad y la Tierra lo merecen. Sólo así podrán seguir teniendo un futuro bienaventurado.

Leonardo Boff es autor de Nueva era: la civilización planetaria (Verbo Divino, Estella)

en Atrio



martes, 7 de abril de 2009

ECONOMÍA HUMANISTA


El veterano profesor acaba de publicar 'Economía humanista' y asegura que en veinte años serán inevitables cambios drásticos del modelo de desarrollo

José Luis Sampedro (Barcelona 1917) sigue agitando conciencias. O intentándolo. A los 91 años, sus análisis tienen la lucidez de siempre, enriquecida por la sabiduría de quien ha leído, pensado y vivido tanto. Ahora acaba de publicar 'Economía humanista' (Ed. Destino), una recopilación de artículos y conferencias escritos a lo largo de medio siglo pero que tienen una singular vigencia en este mundo paralizado por el miedo a una crisis cuya magnitud no esperaba. En el salón de su casa en un pueblecito de Málaga, junto a un ventanal por el que se puede ver toda la gama de tonos azules que ofrecen el cielo y el mar Mediterráneo, Sampedro desgrana su visión de la crisis y la sociedad de hoy. Y en su discurso hay una palabra que aparece una y otra vez: codicia. 

-¿Cuál es su diagnóstico de la crisis?, ¿por qué se ha llegado a ella?

-Porque este es un sistema predatorio que busca las ganancias por encima de todo. Eso ha dado lugar a un verdadero desafuero en la banca, a una competencia por ganar más, a una sociedad en la que el máximo lucro es el ideal. Pero además hay otros elementos. En 1968, tras la oleada de revueltas en Occidente y al otro lado del telón de acero, hubo una reacción de los liberales, que llegó a su grado máximo con la globalización. La globalización transfiere el poder desde los gobiernos a los financieros. Se asienta en la tesis de la libertad del mercado, algo que es falso. 

-¿Por qué?

-Porque no todos los que intervienen tienen el mismo poder: no influye lo mismo en el precio final el tendero de la esquina que la gran superficie. Ha prevalecido por encima de todo el mercado, que es indiferente a valores como la justicia social. Y mire lo que pasa en aspectos como la inversión: el mercado no contempla hacer inversiones pensando en lo que será necesario dentro de veinte o treinta años. La supuesta facilidad del mercado para resolver problemas es falsa. No es más que una justificación del interés del más fuerte. Y eso viene de muy atrás.

-¿De cuándo?

-Cuando Adam Smith elabora su teoría sobre el interés particular, la suma de los intereses particulares y la acción de la mano invisible, se está dando casi un carácter de divinidad a esa mano invisible y se está desplazando el poder de la tierra, como defendían aún en ese momento los fisiócratas, al dinero. Eso altera el equilibrio de poder. Luego llegará Franklin diciendo que el tiempo es oro y así se reduce ya todo al dinero, que se dignifica como toda fuente de riqueza y de honor. Eso se produce en el sigloXVIII. Ya ve que me remonto a causas lejanas, pero me parece que ahí está el origen de todo, eso explica en gran medida lo que está sucediendo ahora.

-¿Quizá los excesos cometidos en los últimos años se explican por la caída del modelo antagónico? 

-Es cierto que no hay un poder compensatorio y eso se nota. Los liberales no tienen contrapeso. Por ejemplos, los sindicatos, que tan importantes fueron en EE UU en otras épocas, no han podido hacer nada ahora. Si a la codicia no se le contrapone un poder que la compense, se desborda. Aunque también es cierto que no se actúa sólo por dinero. Los banqueros también se han jugado su prestigio, su ganas de mostrar a los demás que eran capaces de ganar más y hacer operaciones más espectaculares. En el fondo, todos somos codiciosos.

-Nuestros abuelos no compraban nada que no pudieran pagar de inmediato. Nosotros nos hemos acostumbrado a vivir endeudados, incluso por encima de nuestras posibilidades...

-Claro. Una palabra frecuentísima en la actualidad es innovación. La científica es buena, pero la innovación mercantil no siempre lo es. Se hace que la gente compre cosas nuevas cuando no tienen una utilidad real mayor que las que ya tiene. Simplemente se cambia la marca y el diseño o se le añaden funciones que para la inmensa mayoría no tienen un uso real.

-Y cómo se cambia esa mentalidad, ese estilo de vivir?

-Con la educación, no hay otra forma. Pero eso por un lado tropieza con que los privilegiados no quieren que las cosas cambien y por otro con que los efectos de la educación son a largo plazo. Sinceramente, me temo que deberemos esperar a que se noten los efectos de una crisis catastrófica, o de varias, para que las cosas cambien. Hoy por hoy, lo único que funciona es la ciencia, aunque en buena parte está también en manos de los poderosos, que son quienes controlan los recursos que se asignan a la investigación.

-¿Usted confía en que el sistema pueda cambiar?

-El sistema está agotado. El capitalismo está agotado. El desarrollo económico que impulsa es insostenible. En el siglo XX se ha triplicado la población y sus recursos, no. El esplendor de la técnica ha contribuido a creer que todos los problemas pueden resolverse, y no es así. En veinte o treinta años, cuando tropecemos con una verdadera escasez de recursos, habrá cambios muy profundos. Serán inevitables.

-En la crisis de los treinta había teóricos de gran prestigio que diseñaron soluciones y políticos que siguieron sus recomendaciones. ¿Ve ahora algo igual?

-Hay una enorme diferencia entre la crisis de los treinta y la actual. Entonces, Occidente descargaba en sus colonias parte de sus problemas. Hoy no se puede esperar nada de eso. Por eso ahora existen ataduras que antes no existían. ¿Y qué decir de los líderes políticos? Berlusconi, imputado en varios procesos. Sarkozy, un adolescente hiperactivo... Compare la actuación de Bush en sus últimos meses respecto de la crisis con la de Roosevelt. 

-¿Confía en Obama?

-Tengo la mejor opinión de él, construida sólo a base de lo que veo y leo, claro. Pero temo que pueda ser prisionero del mundo en el que vive. Ojalá haga cosas, ojalá pueda hacerlas, pero el sistema en el que está es aterrador. Obama dirige un país que, según Huntington, es ahora más cristiano que nunca. Pero es que hoy, cuando hablamos de religión y de cristianismo, estamos hablando de una cosa muy diferente a la de la Edad Media. Hoy la religión es un factor político. En EE UU hubo un gran escándalo cuando a Latoya Jackson se le escapó un pecho mientras cantaba en un estadio, pero apenas lo ha habido con lo de Guantánamo. Si eso es cristianismo, que venga alguien a explicármelo.

-¿Puede la crisis promover comportamientos del modelo 'sálvese quien pueda'? En el episodio de semicolapso financiero de octubre, cada Gobierno tomó las medidas que quiso o pudo sin consultar a sus colegas...

-Yo he sido un europeísta convencido, pero con la UE lo que se ha logrado es una alianza de intereses económicos diferentes. Y sólo eso. Su incapacidad para hacer frente a actuaciones como la de Israel en Palestina me parece reveladora de lo que es la UE en realidad.

-¿Y los movimientos de extrema derecha? ¿Puede la crisis impulsarlos, como pasó también en los treinta?

-En los años veinte y primeros treinta hubo una constante presión sobre Alemania. En gran parte, el ascenso de Hitler estuvo ocasionado por la presión a la que los vencedores de la guerra sometieron a Alemania. ¿Qué puede pasar hoy? No temo otra guerra porque el miedo a un conflicto es mucho mayor que antes y porque cuando los contrarios tienen buenas posibilidades de defenderse se piensan las cosas mucho más. Ahora bien, en el interior de cada país sí se va a dar, se está dando ya, un movimiento de repulsa hcia los extranjeros. En un momento en que hay más facilidades de transporte y comunicación que nunca, no dejan de levantarse barreras. Como los problemas no se afrontan de manera global, con una decisión mundial, hay que levantar muros, como hicieron hace tantos siglos con la muralla china. 

-El hecho de que las sociedades occidentales son hoy de una extraordinaria variedad de razas, religiones y estilos de vida, ¿ayudará a buscar soluciones o añadirá dificultades?

-En el plano humano, quizá ayude. Pero en el político lo hace más complejo. La gente tiene necesidad de identificarse, de hacer grupos. Pertenecer a una religión o a un club tiene hoy más importancia por la identidad que produce que por la actividad de ese grupo. Es curioso que sea precisamente en nuestra sociedad, con sus medios, donde se dé tanto aislamiento y tanta incomunicación. 

-Antes hablaba de China, un país no demasiado respetuoso con los derechos humanos y con una política medioambiental desastrosa. ¿Mirará Occidente hacia otro lado porque en ese país están puestas tantas expectativas de negocio?

-China e India son países muy distintos de nosotros, pero la tentación de la eficacia productiva occidental es tan grande que su cultura no puede compensar los vicios capitalistas que están adquiriendo. En este momento, el país emergente que más se parece a EE UU es Brasil. Pese a las grandes diferencias entre ambos, Brasil está 'estadounizándose'. Todo ello, en un contexto de avance científico acelerado que está haciendo el mundo irreconocible. Yo pienso en cómo era el mundo cuando tenía 15 años y cómo es ahora y me parece irreconocible. Por eso no me atrevo a hacer un pronóstico de cómo serán esos países dentro de 25 ó 30 años.