martes, 30 de junio de 2009

LOS BANCOS Y LA CRISIS

Por Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa

Por mucho que los responsables lo quieran negar hay muy pocas dudas de que los bancos han sido los grandes causantes de la crisis que vivimos. Por su desnaturalización al convertirse en financiadores de las burbujas especulativas y en especuladores ellos mismos, en lugar de financiar la actividad realmente productiva; por la acumulación gigantesca de riesgo que han generado; y porque, al saltar todo eso por los aires, se han descapitalizado o quebrado y han cerrado el grifo de la financiación a consumidores y empresas.

Es también una evidencia, que igualmente se quiere ocultar, que la condición sine qua non para salir de la crisis es que se restaure el flujo de financiación perdido, además, lógicamente, de aplicar suficiente gasto adicional que de alguna manera compense la actividad y la energía productiva que se está perdiendo.

Ningún intento de salir de la crisis definitivamente y sin nuevos problemas futuros por la misma causa será viable ni se podrá consolidar si no se sanea el sistema financiero, lo que implica no solo recobrar el crédito sino evitar que enseguida vuelva a ocurrir de nuevo lo que antes provocó la crisis y su agotamiento.

Los gobiernos lo saben y han actuado pero están resultando prácticamente impotentes para poner fin definitivo a la situación. En los casos extremos incluso han intervenido o nacionalizado bancos, o han tratado de recapitalizarlos en la medida necesaria. Pero no han logrado que el crédito vuelva a fluir en las cantidades suficientes a los empresarios y consumidores que lo necesitan para reactivar la vida económica, la producción, el comercio y el empleo.

Eso está ocurriendo porque se confunde el necesario rescate del sistema financiero con el de los bancos. Esto último es lo que lleva a poner recursos públicos billonarios a disposición de entidades, la mayoría privadas, que han cometido abusos y que han gestionado de modo irresponsable los recursos de sus clientes, a menudo bordeando o incluso saltándose la legalidad, o recurriendo a chanchullos, trampas legales y prácticas corruptas, amén de inmorales. Hasta el punto de que todo un presidente de Estados Unidos haya llegado a calificar de sinvergüenzas a sus directivos por los sueldos y primas que cobran después de haber hundido a sus entidades.

Lo que habría que haber hecho, rescatar al sistema financiero, es algo distinto. No es solo salvar la cara de los bancos, dándoles más dinero para tapar sus agujeros o modificando las normas contables para que oculten sus pérdidas verdaderas. Rescatar el sistema financiero es garantizar que los empresarios y los consumidores vuelven a tener acceso a la imprescindible financiación ajena, sin la cual es imposible evitar que su actividad se venga abajo. Y para ello es imprescindible empezar haciendo lo que increiblemente no se ha hecho hasta la fecha: aclarar la situación patrimonial real de los bancos y que el gobierno tome directamente las riendas del flujo financiero, aunque no solo en la raquítica dimensión que entre nosotros representa el ICO.

En España, el gobierno ha puesto directamente a disposición de los bancos más de 230.000 millones de euros, una cantidad que representa el 20% del PIB y más del doble de lo que el Estado se gasta en pensiones cada año. Es mucho dinero.

Gracias a ello, los beneficios de los bancos siguen siendo multimillonarios: 23.936 millones de euros en 2008, que fue un año de crisis, y que sumados a los obtenidos desde 2004 dan un total de 112.923 millones de euros. Una cantidad fabulosa que se conjuga, sin embargo, con la pérdida de empleo en el sector, con los problemas de solvencia y, sobre todo, con la falta de liquidez y de financiación que padece la economía.

Porque, a pesar de esos beneficios (o quizá como consecuencia de ellos), de las ayudas del gobierno, y a pesar de que el Banco Central Europeo ha proporcionado también una gran cantidad de crédito a los bancos españoles, lo cierto es que se produce una racionamiento del crédito en nuestro país

Un estudio reciente del Banco Central Europeo (Euro area bank lending survey April 2009) pone de relieve que el 40% de las entidades bancarias españolas han restringido el crédito a sociedades, el 30% el hipotecario y el 40% el destinado al consumo, porcentajes que son peores que los que corresponden al conjunto de la zona euro (43,6%, 28,7% y 30% respectivamente).

Y, por otra parte, el estudio muestra que el 50% de las entidades han aplicado márgenes más elevados al crédito a sociedades, y el 40% al hipotecario y al del consumo (porcentajes algo más favorables en nuestro caso que en la zona euros en donde fuero, respectivamente, del 62,4%, el 47,2% y el 44,%).

El Banco de España proporciona los datos que permiten comprobar que las entidades financieras españolas no solo restringen cuantitativamente el crédito sino que lo están ofreciendo a tipos de interés muy elevados. Nadie se extraña actualmente si los bancos o cajas reclaman tipos incluso por encima del 15% a empresas o consumidores para determinado tipo de operaciones.

En marzo pasado, el tipo de interés medio aplicado por los bancos en la zona euro era del fue del 8,1%, es decir, más de cinco veces superior al oficial, que ese mes era del 1,5%. En España, el tipo aplicado a los créditos al consumo fue todavía mas elevado, del 10,25%, uno de los más altos de Europa, por debajo solo de Portugal (11,6%), Grecia (11,9%) y los Países Bajos (13,1%).

En el caso de los hipotecarios el tipo de aplicado por las entidades financieras europeas (4,4%) y españolas (3,9%) fue también muy superior al euribor, que fue del 1,9% en marzo pasado.

La mayoría de las cajas de ahorros han reducido o incluso eliminado por completo los ya de por sí modestos programas de microcréditos y una parte a veces importante de la financiación a actividades vinculadas con la inclusión social y la generación de empleo en zonas y sectores sociales más deprimidos, que lógicamente tienen una situación financiera de partida que ahora les resulta doblemente problemática.

Basta con acudir a un banco o caja de ahorros para comprobar en qué medida se está produciendo un verdadero racionamiento del crédito y ante esta situación no parece muy razonable confiar tan solo en que se va a salir espontáneamente del problema o que será suficiente, como parece que se está preparando, con crear las condiciones para que los peces gordos de nuestro sistema financiero se vayan comiendo a los pequeños y, en particular, a las cajas de ahorros. Una mayor concentración bancaria no va a traer más eficiencia en el mercado sino más escasez y dinero más caro a la larga y, además, mucha menor capacidad para poder decidir las líneas de desarrollo futuras de nuestra economía.

El deseo de cambio productivo que alienta el gobierno es muy loable y merece el máximo apoyo pero no se puede olvidar que ponerlo en marcha no es solo cuestión de promulgar leyes o incluso de concitar el acuerdo y la voluntad de cambio en los agentes sociales sino que precisará, entre otras cosas, financiación. La misma que se necesita para que comiencen a aumentar el empleo y la actividad económica.

Una financiación que no va a venir sola porque detrás del racionamiento que se viene produciendo no hay solamente un problema de escasez material de recursos financieros sino también, y sobre todo, el predominio de una lógica bancaria que en los últimos años ha sido, como ahora comprobamos, muy negativa. Por eso, para que el cambio de modelo productivo que promueve el gobierno sea exitoso debería comenzarse por cambiar esa lógica y poner los cimientos para que España disponga de un sistema financiero más eficiente que comprometa el dinero de los ciudadanos que maneja con nuestro desarrollo y bienestar.

Claro que para eso sería imprescindible que el gobierno de Rodríguez Zapatero, aparte de voluntad, tuviera poder suficiente para evitar que en materias financieras sean los banqueros los que le constantemente le enmienden la plana y le impongan la agenda y la respuesta a los problemas que, sin embargo, sufrimos todos los ciudadanos.



lunes, 29 de junio de 2009

NO HABRÁ NADIE QUE CREE EMPLEOS

Too Much

Con una economía en declive, los apologistas de los muy ricos tienen que excavar en las profundidades para inspirarse. Durante el proceso se ensucian y se muestran necios.

En tiempos económicamente duros, trabajar para cierta gente puede hacerse de pronto mucho más difícil. Tomemos, por ejemplo, los analistas y académicos que, por la razón que sea, han decidido dedicar sus carreras a justificar la riqueza de los ricos. En tiempos normales, estos apologistas de las grandes fortunas pueden pasar alegremente sus jornadas laborales, con toda facilidad. No tienen más que invocar la perspectiva de un colapso económico catastrófico cada vez que alguien se atreve a proponer algo que pueda hacer a los ricos solamente algo menos ricos.

Sin que los ricos puedan hacerse más ricos, advierten con suficiencia estos acólitos, no habrá nadie que cree empleos o que mantenga la bolsa en funcionamiento.

Pero cuando la economía ya se ha hundido ¿a qué amenazas pueden recurrir los apologistas de los impresionantemente ricos? ¿Qué hacen entonces? Veamos lo que hacen: Se desesperan y se vuelven aún más temerarios que de costumbre. Juegan con las estadísticas. Retuercen la lógica. Inventanescenarios cada vez más fantasiosos y pesimistas.

Hemos visto, en las últimas semanas y meses, toda esta desesperación y más.

Los juegos estadísticos recientes giran en torno a los ricos como “refugiados”.

Los ricos, han argumentado siempre los amantes de la fortuna, abandonarán cualquier jurisdicción que sea lo bastante tontorrona como para aumentar los impuestos de las rentas altas. De todas formas, a lo largo de este último año, varias jurisdicciones han aumentado los impuestos a los ricos, lo que parece haber ejercido una mayor presión sobre el grupo apologista para “demostrar” el efecto éxodo.

Los redactores de las editoriales del Wall Street Journal hicieron precisamente este intento el mes pasado cuando saltaron sobre una noticia referente a que un tercio de los millonarios de Maryland había desaparecido de las nóminas del Estado.

Este “declive substancial”, decía la editorial del Journal, demuestra la “futilidad de exprimir a los ricos”. Los “contribuyentes expoliados” de Maryland, aseguraba el Journal, han decidido “contraatacar”. Estaban abandonando el Estado.

¿Cuál era el “expolio” llevado a cabo por Maryland? En 2008 el tipo de impuesto máximo estatal sobre las rentas superiores a 1 millón de dólares había aumentado de 4,75 a 6,25 por ciento.

¿Es posible que un aumento tan modesto pueda haber llevado a los millonarios de Maryland a abandonarlo todo y dejar atrás hogar y familia? Quizás. Pero hasta ahora, a pesar de las febriles aserciones de la editorial del Wall Street Journal y otros medios similares, no hay ninguna evidencia de un éxodo de millonarios en Maryland.

El Instituto de Fiscalidad y Política Económica señala en un detallado análisis de la postura del Wall Street Journal respecto al éxodo, que el número de declaraciones imponibles con rentas superiores a 1 millón de dólares en 2008, desde luego ha descendido. Pero el número de declaraciones con rentas por debajo de 1 millón de dólares “ha crecido notablemente”.

En otras palabras, el supuesto “éxodo” de los ricos de Maryland probablemente refleja un descenso del número de ciudadanos de Maryland con más de 1 millón de dólares de renta. El año pasado, en medio de la caída en picado de Wall Street, los ricos de Maryland simplemente ganaron menos dinero.

De todas formas, los datos que cita el Journal para respaldar su aserción del éxodo provienen de un informe preliminar sobre la recaudación de impuestos de Maryland en 2008. El informe final no saldrá hasta octubre. El informe final del año pasado refleja más del triple de declaraciones superiores a 1 millón de dólares que el anterior.

Esto por lo que respecta al gran éxodo de millonarios de Maryland. ¿Están preparados para un poco de lógica tortuosa? La semana pasada la Harvard Business Review presentó una poderosa ayuda del economista de la Universidad de Chicago, Steve Kaplan.

La contribución de Kaplan en la Harvard Business Review , titulada Los (buenos) CEO lo tienen mal, ofrece una provocativa toma de posición respecto a las remuneraciones de los ejecutivos corporativos. Según Kaplan, la evidencia “indica que los CEO normalmente no están excesivamente remunerados”.

¿Qué evidencia? Las pagas de los principales CEO, dice Kaplan, no crecen tan deprisa como las pagas de los directores de los fondos especulativos y otro tipo de financieros. En 2007, nos informa, los primeros 20 del sector de los fondos especulativos ganaron más de 20.000 millones de dólares, casi el triple de los 7.500 millones de dólares de ganancias combinadas de los 500 primeros CEO de la nación.

Es completamente cierto. Los directores de los fondos especulativos se llevan ganancias que dejan enanas incluso las pagas de los CEO mejor pagados. Pero los CEO ganan mucho más que la media de los obreros estadounidenses y la diferencia entre la paga de un CEO y la de un obrero incluso se ha ampliado más, y más deprisa, que la diferencia entre CEOs y directores de fondos especulativos.

En 1970, tal como ha calculado el Director del Instituto del Trabajo, Les Leopold, los 100 primeros CEO de Estados Unidos ganaron 45 veces más que los trabajadores medios estadounidenses. En 2006, ganaron 1.723 veces más.

Teniendo en cuenta esta gigantesca diferencia ¿puede un observador razonable concluir que los “(buenos) CEOs” han resultado, a grandes rasgos, ligeramente sobrepagados? ¿Podría preguntarse, este mismo observador, por qué el tal Kaplan de la Universidad de Chicago compara los CEOs con los directores de fondos especulativos y no con los trabajadores medios?

Kaplan no da ninguna explicación lógica para dicha elección. Puede que no tenga ninguna.

Los apologistas de las grandes fortunas que han estado batiendo tambores contra los impuestos federales tampoco se han mostrado especialmente fuertes en lógica. Por el contrario se han dedicado a dar vueltas alrededor de historias cada vez más fantásticas respecto a los peligros que la fiscalidad del estado nos está acarreando.

Un informe reciente de la American Family Business Foundation , un grupo de investigación pagado para arreciar contra los impuestos estatales, ha elevado la fantasía a cimas casi surrealistas.

Los impuestos estatales actualmente solo se aplican a riquezas superiores a los 3,5 millones de dólares, o a los 7 millones para las parejas, que los ricos prevén pasar a sus herederos. Los economistas Cameron Smith y Douglas Holtz-Eakin argumentan, en su nuevo asalto a los impuestos estatales, que h acer tributar a esta riqueza desincentiva a los ricos a ahorrar e invertir.

Smith y Holtz-Eakin, el principal consejero económico en la campaña de 2008 de John McCain, continúa su argumentación diciendo que los impuestos estatales en realidad impulsan a los ricos a gastar su dinero en lujos como cruceros alrededor del mundo. Al incurrir en gastos tan frívolos, a fin de cuentas una persona rica “reduce sus bienes y hace que desciendan sus obligaciones tributarias sobre los mismos”.

Este proceso lleva, según Smith y Holtz-Eakin, a que las personas ricas acaben despilfarrando sus fortunas en vez de invertir en empresas que creen empleo.

A principios de este mes Citizens for Tax Justice (Ciudadanos por la Justicia Fiscal) sometieron esta afirmación a una pequeña prueba de realidad . Los investigadores de CTJ señalan que para reducir apreciablemente sus activos y evitar los impuestos estatales, los ricos deberían efectuar grandes compras que no constituyeran un activo durable. Lo cual no es fácil de hacer.

Si un mil millonario compra un yate, por ejemplo, este yate se convierte en un activo y aumenta el valor del activo imponible del millonario. Solamente las compras que no constituyen un activo pueden disminuir las obligaciones tributarias de una persona rica.

“¿Pueden las personas extraordinariamente ricas”, se pregunta el análisis de CTJ, “gastarse realmente sus millones en cenas y cruceros caros”?

Para conseguir tal cosa, responde CTJ, los grandes bolsillos deseosos de evitar los impuestos estatales deberían gastar “toda su riqueza en caviar o cruceros o cocaína”, cosas que “ya no existirán” a su muerte. Es algo improbable.

“No diremos que es imposible”, bromean con sarcasmo los analistas de Citizens for Tax Justice, “porque no tenemos ganas de recibir correos electrónicos de hijos de papá, forrados con sus fondos de fiduciarios, glotones y adictos a la coca, discutiendo esta opinión”.

Así pues ¿qué es lo que indica, finalmente, la creciente inanidad de los apologistas de las grandes fortunas? ¿Es dicha inanidad un signo de que los días de los súper-ricos están tocando a su fin?

Por desgracia, no necesariamente. Los súper ricos nunca han dependido de la lógica o las estadísticas o de historias creíbles para defender su dominio. Siempre han dependido del poder político que crea la gran riqueza. Este poder todavía lo tienen. Continúan siendo una fuerza formidable, incluso si sus lacayos parecen imbéciles.




sábado, 27 de junio de 2009

G-192: UN ARCA DE NOE QUE SALVE A TODOS

Palabras de Miguel d’Escoto Brockmann, Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, al iniciarse la Conferencia de Alto Nivel sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y Su Impacto Sobre el Desarrollo. New York 24-26 junio 2009.


Muy queridos Presidentes
Primeros Ministros
Cancilleres
Señores Ministros
Excelencias
Señor Secretario General
Hermanas y hermanos todos:


Estamos todos aquí reunidos, los representantes de los Estados y de los gobiernos del mundo porque vivimos un momento singularísimo de la historia humana, en el cual está en juego nuestro futuro común. Somos ciudadanos de diferentes naciones y, al mismo tiempo, somos ciudadanos planetarios, viviendo relaciones múltiples de interdependencia de todos con todos.


Una Arca de Noé que salve a todos

En este momento crítico, debemos todos sumar esfuerzos para evitar que la crisis global, con sus muchos y diferentes rostros, se transforme en una tragedia socioambiental y humanitaria. Los retos de las diferentes crisis están todos interconectados y nos obligan a nosotros, representantes de los pueblos de la Tierra, a proclamar nuestra responsabilidad unos hacia los otros y a que juntos, con gran esperanza, busquemos soluciones incluyentes. Ningún mejor lugar que esta sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas para hacerlo. Esta es por antonomasia la sala de la inclusividad democrática mundial, Sede del G192. Obviamente que cada Estado tiene la opción de definir su nivel de participación, de conformidad con la importancia que le asigne al tema de cada reunión.

No es humano ni responsable construir una Arca de Noé que salve solamente al sistema económico imperante dejando a la gran mayoría de la humanidad a su propia suerte, sufriendo las nefastas consecuencias de un sistema impuesto por una irresponsable, aunque poderosa minoría. Tenemos que tomar colectivamente un conjunto de decisiones que atiendan, lo más posible, a todos, incluyendo la gran comunidad de vida y la Casa Común, la Madre Tierra.

Superar el pasado y construir el futuro

Antes que nada, necesitamos superar un pasado agobiante y forjar un futuro esperanzador. Hay que reconocer que la actual crisis económico-financiera es el último resultado de un modo egoísta e irresponsable de vivir, de producir, de consumir, de establecer relaciones entre nosotros y con la naturaleza que implicó una sistemática agresión a la Tierra y a sus ecosistemas y una profunda disimetría social, una expresión analítica que disimula una perversa injusticia social planetaria. A mi juicio, hemos llegado a la última frontera. El camino hasta ahora recorrido, parece haberse cerrado y, de continuar así, puede llevarnos al mismo destino ya anticipado por los dinosaurios.

Por eso, los controles y las correcciones del modelo vigente, sin duda, necesarios, son a mediano y a largo plazo, insuficientes. Su fuerza interna para hacer frente a la crisis global se muestra extremamente débil. Quedarse en solo controles y correcciones del modelo demostraría una cruel falta de sensibilidad social, de imaginación y de compromiso con la creación de una paz justa y duradera. El egoísmo y la codicia no se pueden remendar. Tienen que ser sustituidos por la solidaridad y eso, obviamente, implica un cambio radical. Si realmente lo que queremos es una paz estable y duradera, debemos estar absolutamente claros que debemos ir más allá de controles y correcciones del modelo existente y crear algo que apunte hacia un nuevo paradigma de convivencia social.

En esta perspectiva, es imperativo buscar lo que la Carta de la Tierra llama un "modo sostenible de vivir". Esto implica una visión compartida de valores y de principios que propicien una forma distinta de habitar este mundo y que garanticen el buen vivir de las presentes y de las futuras generaciones. Si grande es el peligro que todos enfrentamos ante los diversos problemas convergentes, más grande es aun la oportunidad de salvación que la crisis mundial nos está ayudando u obligando a descubrir. Hemos construido una economía globalizada. Ahora es el momento de crear una política y una ética globalizadas a partir de las muchas experiencias y tradiciones culturales de los diferentes pueblos.


La Madre Tierra y la ética planetaria

Una ética nueva presupone una óptica nueva. Es decir, una visión del mundo diferente origina, también, una ética diferente, una forma nueva de interrelacionarnos.

Hay que incorporar la óptica que nos viene de las así llamadas ciencias de la Tierra según las cuales la Tierra está insertada dentro de un vasto y complejo cosmos en evolución. Ella está viva, es la Madre Tierra, expresión aprobada por esta Asamblea el pasado 22 de abril. La Madre Tierra se auto regula, articulando, con un equilibrio sutil, lo físico, lo químico y lo biológico de tal forma que se hace siempre propicia a la vida. Ella produjo una comunidad de vida única dentro de la cual emergió la comunidad de la vida humana - la Humanidad - como la parte consciente e inteligente de la misma Tierra.

Esta concepción contemporánea se compagina con la ancestral visión de la Humanidad y de los pueblos originarios para los cuales la Tierra siempre fue y es venerada como Madre, Magna Mater, Inana, Tonantzín, como la llamaban los náhuatl en mi patria Nicaragua, o Pacha Mama, como la llaman los aymaras en Bolivia.

Crece más y más la conciencia de que todos somos hijos e hijas de la Tierra y a ella pertenecemos. Tal como nos ha recordado muchas veces el Presidente Evo Morales, ella puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ella.

Nuestra misión como humanos es la de ser los guardianes y los cuidadores de la vitalidad y de la integridad de la Madre Tierra. Lamentablemente, a raíz de nuestro excesivo consumo y despilfarro, la Tierra ha ultrapasado ya en 40% su capacidad de reposición de los bienes y servicios que generosamente nos ofrece.

Esta visión de la Tierra viva es testimoniada por los astronautas que desde sus naves espaciales confesaron, admirados, que Tierra y Humanidad constituyen una única realidad. Vivenciaron lo que se llamó el "Overview Effect", es decir, la percepción de que estamos tan unidos a la Tierra que nosotros mismos somos Tierra: Tierra que siente, que piensa, que ama y que venera.

Esa óptica nos evoca respeto, veneración, sentimiento de responsabilidad y de cuidado por nuestra Casa Común, actitudes extremamente urgentes de cara a la actual degradación generalizada de la naturaleza.

De esta nueva óptica nace una nueva ética. Una nueva forma de interrelacionarnos con todos los que viven en nuestra morada humana y con la naturaleza circundante. Hoy la ética o será planetaria o no será ética.


Puntos axiales de una ética del bien común

La primera afirmación de esta ética planetaria consiste en proclamar y salvaguardar el Bien Común de la Tierra y de la Humanidad. Partimos del presupuesto de que la comunidad de pueblos es simultáneamente una comunidad de bienes comunes. Estos no pueden ser apropiados privadamente por nadie y deben servir a la vida de todos, de las presentes y de las futuras generaciones y de la comunidad de los demás seres vivientes.

El Bien Común de la Humanidad y de la Tierra tiene las características de universalidad y de gratuidad. Es decir, tiene que involucrar universalmente a todas las personas, los pueblos y la comunidad de vida. De este Bien Común Mundial nadie y ningún ser pude ser excluido. Además, por su naturaleza, es algo gratuitamente ofrecido a todos y, por eso, no debe ser objeto de compra o venta ni ponerse bajo la lógica de la competencia. Por otra parte, debe ser continuamente construido por todos sin que por ello el Bien Común deje de ser común.

¿Cuáles son los bienes fundamentales que constituyen el Bien Común de la Humanidad y de la Tierra? El primero es, sin duda, la propia Tierra. ¿A quién pertenece la Tierra? La Tierra pertenece, no a los poderosos que se apropiaron de sus bienes y servicios, sino al conjunto de los ecosistemas que la componen. Es un don del universo que surgió en nuestra Vía Láctea a partir de un sol ancestral ya desaparecido que originó el sol actual alrededor del cual la Tierra gira como uno de sus planetas. Por el hecho de ser viva y generadora de todos los seres vivientes, tiene dignidad (dignitas Terra). Esta dignidad reclama respeto y veneración y hace que ella sea portadora de derechos: derecho de ser cuidada, protegida y mantenida en condiciones de poder continuar produciendo y reproduciendo vidas.

Tenemos todavía que reconocer que el modo de producción que se globalizó en su voracidad industrialista ha, en gran medida, devastado la Tierra y, así mismo, dañado también el Bien Común de la Tierra y de la Humanidad. Es urgente que busquemos otros caminos más humanos y más favorables a la vida: los caminos de la justicia y de la solidaridad que son los caminos que conducen a la paz y a la felicidad.

En seguida tenemos a la biósfera de la Tierra como un patrimonio común de toda la vida de la cual la Humanidad es su tutora. Pertenecen al Bien Común de la Humanidad y de la Tierra, como decía ya en 1972 la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente, "todos los recursos naturales de la Tierra, incluyendo el aire, los suelos, la flora, la fauna y en especial las muestras representativas de los ecosistemas naturales".

Especialmente el agua, los océanos y los bosques pertenecen al Bien Común de la Humanidad y de la Tierra. El agua es un bien natural, común, esencial e insustituible y todos tienen derecho al acceso a ella, independientemente de los costos implicados en su captación, reserva, purificación y distribución que serán asumidos por el poder público y por la sociedad. Por eso, nos preocupa enormemente el afán de privatizarla y transformarla en mercancía con la cual, sin duda, se puede ganar mucho dinero. Agua es vida y la vida es sagrada y no objeto de trueques. Esta Asamblea quiere apoyar los esfuerzos para llegar a un Pacto Internacional del Agua con una gestión colectiva para garantizar a todos este bien tan vital.

Algo semejante hay que decir de los bosques, especialmente los tropicales y subtropicales, en donde se encuentra la mayor biodiversidad y concentración de humedad necesaria a la vitalidad de la Tierra.. Son los bosques los que impiden que los cambios climáticos inviabilicen la vida en el planeta, porque son los grandes secuestradores de dióxido de carbono. Sin bosques no hay vida ni biodiversidad. Los océanos son los grandes repositorios de vida, los reguladores de los climas, los equilibradores de la base física y química de la Tierra. Bosques y océanos constituyen una cuestión vital y no sólo ambiental.

Los climas de la Tierra pertenecen al Bien Común de la Humanidad y de la Tierra. La resolución 43/53 del 6 de diciembre de 1988 de esta Asamblea General de la ONU sobre "Protección del Clima Global para las Generaciones Presentes y Futuras," reconoce los climas como Patrimonio Común de la Humanidad (Common Concern of Humankind) porque "son una condición esencial de la manutención de la vida en la Tierra". El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, más conocido como IPCC, por sus siglas en inglés, considera "los cambios climáticos una preocupación común de la Humanidad que debe ser tratada globalmente con una responsabilidad compartida".

Pero el gran Bien Común de la Humanidad y de la Tierra es la propia Humanidad como un todo. Tiene un valor intrínseco supremo y representa un fin en sí mismo. Es parte del reino de la vida, altamente compleja, capaz de conciencia, sensibilidad, inteligencia, fantasía creadora, amor y apertura al Todo.

Hay en todas las culturas la clara percepción de que la Humanidad es portadora de una inviolable dignidad. Cometen crimen contra la Humanidad los que hacen guerras y construyen una máquina de muerte que puede eliminar de la faz de la Tierra la vida humana y dañar profundamente la biósfera.

Por eso, mis queridos hermanos y hermanas, ya no debemos esperar. Es imprescindible proceder cuanto antes a la abolición de armas nucleares por completo, no simplemente reducción o no proliferación. Urge establecer la norma de cero tolerancia para armas nucleares, para todos en general sin excepciones. Un encuentro de todos los poseedores de armas nucleares para tomar decisiones sobre ésto es ya algo inaplazable. Estamos viviendo un momento propicio para ésto y no debemos desaprovecharlo. El mundo tampoco puede seguir tolerando la obscenidad de los cada vez mas astronómicos gastos en armamentos mientras se ofrecen irrisorias cantidades para sacar a la mitad de la humanidad de niveles de pobreza inexcusables que, además, constituyen una bomba de tiempo contra todos. La violencia genera violencia y mantener a gente en hambre y niveles infrahumanos de existencia es la peor violencia.


Estrategias para la superación de la crisis

En este momento de la historia bajo la crisis global y a la luz del Bien Común de la Tierra y de la Humanidad, se hace necesario tomar colectivamente medidas de corto y mediano plazo para mantener a la sociedad funcionando, por un lado y para sentar las bases de nuevas formas de vivir sus- tentablemente, por el otro.. Cinco ejes fundamentales podrían dar coherencia a las nuevas iniciativas que busquen construir alternativas y también orientar numerosas prácticas que serán discutidas en estos días aquí en la Asamblea General.

Primero: la utilización sostenible y responsable de los escasos recursos naturales. Esto implica superar la lógica de la explotación de la naturaleza y fortalecer la relación de respeto y de sinergia.

Segundo: devolver a la economía su debido lugar en el conjunto de la sociedad, superando la visión reduccionista que la hizo el gran eje estructurador de la convivencia humana. La economía debe ser respetuosa de valores y no fuente de valores; debe ser vista como la actividad destinada a crear, dentro del respeto de las normas sociales y ecológicas, las bases de la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos sobre el planeta.

Tercero: generalizar la democracia a todas las relaciones sociales y a todas las instituciones. No solamente aplicarla y profundizarla en el campo político, con una nueva definición del Estado y de los organismos internacionales, sino también ampliarla al área de la economía, de la cultura y de la relación entre hombres y mujeres para que sea un valor universal y verdaderamente una democracia sin fin.

Cuarto: forjar un ethos mínimo desde el intercambio multicultural y desde las tradiciones filosóficas y religiosas de los pueblos, a fin de que puedan participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y de la Tierra y en la elaboración de nuevos valores.

Quinto: potenciar una visión espiritual del mundo que haga justicia a las búsquedas humanas por un sentido trascendente de la vida, de la labor creativa de los humanos y de nuestro corto tránsito por este pequeño planeta.

La concretización de estos cinco ejes fundamentales es esencial para lograr el buen vivir personal, social y planetario. Este se alcanza a través de una economía de lo suficiente y decente para toda la comunidad, viviendo en comunión con los demás seres humanos, con la naturaleza y con el Todo del cual somos parte.

Aquí se dan las bases para una biocivilización que tiene como centralidad la vida, la Tierra y la Humanidad, cuyos ciudadanos se sienten hijos e hijas de la alegría y no de la necesidad.


Cuatro principios éticos fundamentales

Todos estos retos no serán adecuadamente respondidos si no cambiamos nuestras mentes y nuestros corazones y no creamos espacio para la emergencia y el desarrollo de otras dimensiones esenciales del ser humano. El uso exclusivo y abusivo de la razón instrumental-analítica en los tiempos modernos nos ha hecho sordos al clamor de la Tierra e insensibles a los gritos de los oprimidos que son las grandes mayorías de la Humanidad. En lo más hondo de nuestra naturaleza humana somos seres de amor, de solidaridad, de compasión y de comunión. Por eso hay que enriquecer la razón analítica con la razón sensible, emocional y cordial, sede de los referidos valores.

El Bien Común de la Humanidad y de la Tierra es una realidad dinámica y en continua construcción. Para mantenerlo vivo y abierto a otros desarrollos cuatro principios éticos resultan importantes.

El primer principio ético es el respeto. Cada ser tiene valor intrínseco. Su utilización para el Bien de la Humanidad no puede ser orientada por una ética meramente utilitarista, como ha predominado en el paradigma socioeconómico vigente, sino dentro de un sentido de mutua pertenencia, de responsabilidad y de conservación de su existencia.

El segundo es el cuidado. El cuidado configura una actitud no agresiva ante la realidad, actitud amorosa que repara los daños pasados y previene los futuros y, a la vez, se extiende a todos los campos de la actividad humana personal y social. Si existiera suficiente cuidado, no habríamos llegado a la actual crisis financiera y económica. El cuidado está ligado intrínsecamente a la manutención de la vida, porque sin cuidado ella se debilita y desaparece.

La expresión oriental del cuidado se llama compasión, tan necesaria en los días de hoy cuando gran parte de la Humanidad y de la misma Tierra se encuentran crucificadas y magulladas en un mar de padecimientos.

En una sociedad de mercado que se rige más por la competencia que por la cooperación, se constata una cruel falta de compasión con todos los que sufren en la sociedad y en la naturaleza.

El tercer principio es la responsabilidad universal. Todos somos ecodependientes e interdependientes. Nuestras acciones pueden ser benéficas o dañinas para la vida y para el Bien Común de la Tierra y de la Humanidad. Las muchas crisis actuales derivan, en gran parte, por la falta de responsabilidad de nuestros proyectos y prácticas colectivas que han provocado el desequilibro global de los mercados y el del sistema-Tierra.

El cuarto principio es la cooperación. Si no hay cooperación entre todos, no vamos a salir enriquecidos de las crisis actuales. La cooperación es tan esencial que fue ella lo que en el pasado permitió a nuestros ancestros antropoides dar el salto de la animalidad a la humanidad. Al buscar sus alimentos, no los comían de forma individual sino que los traían todos para el grupo y de forma cooperativa y solidaria lo compartían entre todos. Lo que fue esencial en el pasado, sigue siendo esencial en el presente.

Por fin, pertenece al Bien Común de la Humanidad la creencia testimoniada por las tradiciones espirituales y afirmada por cosmólogos y astrofísicos contemporáneos, de que por detrás de todo el universo, de cada ser, de cada persona, de cada evento y de nuestra crisis actual, actúa la Energía de Fondo, misteriosa e inefable, llamada también Fuente Alimentadora de todo el Ser. Esta Energía sin nombre - estamos seguros - actuará también en este momento de caos ayudándonos y empoderándonos para vencer al egoísmo y tomar las medidas necesarias para que éste no sea catastrófico, sino creativo y generativo de nuevas órdenes de convivencia, de modelos económicos innovadores y de un sentido más alto de vivir y de convivir.


Conclusión: no tragedia sino crisis

Para terminar, quiero testimoniar mi profunda convicción de que el escenario actual no es de tragedia sino de crisis. La tragedia termina mal con una Tierra desvastada pero que puede continuar sin nosotros.

La crisis purifica, nos hace madurar y encontrar formas de superación satisfactorias para toda la comunidad de vida, del ser humano y de la Tierra. El actual dolor no es el estertor de un moribundo, sino el dolor de un nuevo parto. Hasta ahora hemos explotado exhaustivamente el capital material que es finito, cabe ahora trabajar el capital espiritual que es infinito porque infinita es nuestra capacidad de amar, de convivir hermanablemente y de penetrar en los misterios del universo y del corazón humano.

Como todos venimos del corazón de las grandes estrellas rojas en las cuales se forjaron los elementos que nos constituyen, está claro que nosotros nacimos para brillar y no para sufrir. E iremos nuevamente a brillar -esta es mi firme esperanza - en una civilización planetaria más respetuosa de la Madre Tierra, más incluyente de todos, más solidaria a partir de los más desposeídos, más espiritual y llena de reverencia frente al esplendor del universo y mucho más feliz.

Con estas palabras, se dan por iniciadas las intervenciones en esta importantísima Conferencia sobre la crisis financiera y económica mundial. Al contextualizar la problemática, he querido enfatizar que, para poder aprovechar las oportunidades que la actual crisis nos presenta, tendremos que deponer actitudes egoístas. Estas, en verdad, sólo buscan preservar un sistema que, supuestamente, beneficia a una minoría y claramente tiene nefastas consecuencias para la inmensa mayoría de los habitantes del planeta. Tenemos todos que revestirnos de SOLIDARIDAD y de COOPERACIÓN para poder dar un salto cualitativo hacia un futuro de paz y bienestar.

Permítanme, queridos hermanos y hermanas concluir esta reflexión con las palabras del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI para esta Conferencia: "Invoco para los participantes de la Conferencia, como también para los responsables de la cosa pública y de los destinos del planeta, el Espíritu de Sabiduría y de Solidaridad Humana para que la actual crisis se transforme en oportunidad capaz de ayudarnos a brindar una mayor atención a la dignidad de cada ser humano y promover una distribución más equitativa del poder de decisión y de los recursos, con particular atención a los pobres, cuyo número, desafortunadamente, es cada vez mayor."





jueves, 25 de junio de 2009

LA RENTA BÁSICA INCONDICIONAL Y UNIVERSAL

El periodista C. Jiménez entrevistó a Daniel Raventós

para el diario asturiano La Nueva España.

Daniel Raventós, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y uno de los principales promotores de la Red de Renta Básica participó ayer en una charla coloquio organizada por la red social «A pie de barrio» en la que se abordó la propuesta de un ingreso pagado por el Estado a cada ciudadano en el marco de la actual crisis económica. La Red de Renta Básica, que es una sección del Basic Income Earth Network (BIEN), y cuyo origen se encuentra en Cataluña, propugna una renta básica universal tanto para ricos como para pobres.

-¿En qué estado se encuentra el proyecto de la Red de Renta Básica en España?

-Lo que planteamos son unas ideas básicas en torno a la necesidad de una renta básica de ciudadanía incondicional y universal. Hasta el momento se ha conseguido crear una subcomisión en el Parlamento español para analizar la propuesta y que ésta sea más conocida entre la población. Que se haya dado este paso tiene una importancia indiscutible.

-¿Es más oportuna esta iniciativa para tiempos de crisis como la que ahora vivimos?

-El estado actual de crisis no es impedimento para desarrollar la renta básica. Algunos de sus aspectos fundamentales como es el apoyo para todas las personas que no reciben subsidio de desempleo cobran más sentido, si cabe, en este momento. Cualquiera que sea medianamente optimista es consciente que en el año 2010 seguiremos generando desempleados en el mercado laboral. Además, con la crisis económica habrá un mayor número de personas en el umbral de la pobreza. Al final del actual bache económico nos situaremos en torno al 25 o el 30% de ciudadanos en situación de pobreza en España. Es una cantidad importante para un país que se hace llamar rico.

-¿Y cómo se pueden atajar los problemas de tipo social que acompañan a ese desigual reparto de la riqueza?

-Hay quien dice que la renta básica podría jugar un papel de caja de resistencia en caso de huelga obrera, con mayor motivo en épocas en que la situación económica no acompaña.

-¿Es posible dar un salario para todos?

-En Cataluña se hizo un estudio en el año 2003 sobre más de 100.000 declaraciones del IRPF. Con una reforma de este impuesto y reorganizando todos los subsidios monetarios se podía llegar a una renta de 5.414 euros para todos los ciudadanos de Cataluña en edad de trabajar y también para los mayores de 18 años sin empleo. Aunque en esta iniciativa no todos ganan. Los que pierden más son los ricos que entonces tendrían que pagar más impuestos.

-¿Cuál es la opinión de los grupos políticos respecto a esta propuesta?

-Izquierda Unida y Esquerra republicana (ERC) (las dos formaciones que plantearon el proyecto de una prestación económica universal e incondicionada para todos los ciudadanos en el Parlamento) son los dos grupos que lo apoyan. Cuanto más a la derecha nos vamos, más en contra se encuentran los grupos políticos del proyecto de la renta básica.

-¿Cómo encaja un proyecto de estas características en un mundo cada vez más globalizado?

-Cuando la pobreza y el número de personas en situación de desempleo va en aumento es más necesaria que nunca la renta básica. Es una situación que estamos viviendo a día de hoy. Lo que planteamos desde la Red de Renta Básica no es más que introducir una nueva redistribución de la renta contraria a la que se venía realizando hasta ahora, basada principalmente en volcar los ingresos de los pobres hacia los ricos. El nuestro es un modelo totalmente diferente a lo que se venía haciendo en los últimos 30 años.

Daniel Raventós es miembro del Comité de Redacción de SINPERMISO y presidente de la Red Renta Básica. Su último libro es Las condiciones materiales de la libertad (Ed. El Viejo Topo, 2007).




domingo, 21 de junio de 2009

LOS FERROCARRILES HOLANDESES PRESTAN LA BICI A SUS VIAJEROS


Si en España los ciclistas protestan por no poder combinar las bicis con el tren, en Holanda es el propio ferrocarril el que ofrece al viajero una bicicleta para que pueda seguir pedaleando una vez que llega a la estación. Se trata de OV-Fiets, un proyecto holandés que busca la perfecta combinación entre las bicis y el transporte público. La compañía nacional de los ferrocarriles holandeses, NS-Station, ha instalado aparcabicis y servicios de préstamo en más de 200 estaciones del país. Su objetivo: que los ciclistas puedan aparcar su vehículo de dos ruedas en la estación de tren, subir al vagón y luego salir pedaleando de nuevo. Poco tiene que ver con el 'bicing' que encontramos en ciudades como Barcelona, Sevilla o París.

Muchos son los holandeses que combinan las dos ruedas con el tren o el autobús. Según datos de NS Fiets, compañía que gestiona directamente el servicio de bicis, el 40% de los pasajeros que llegan a las estaciones de tren lo hacen subidos al sillín.

Lo curioso es que de todos ellos, sólo un 10% cogen de nuevo la bicicleta cuando se bajan del vagón. Ese 30% de diferencia es precisamente el público que quiere atraer OV-Fiets. Como contaba Herman Gelissen, director de NS-Fiets, "nuestro objetivo es llegar a esos viajeros que van a la estación en bici, pero que tras llegar a su destino no se suben de nuevo al sillín; queremos que esos usuarios —que sobre todo se trata de gente de negocios— alquilen nuestras bicicletas en la estación de destino para que pedaleen hasta la oficina y así ofrecer un servicio de puerta a puerta".

Hoy, existen 185 puntos de distribución de este servicio de bicicletas repartidos por las principales ciudades bicicleteras del país, como Ámsterdam, Zwolle, Arnhem o Groningen. Si bien en la actualidad las 3.000 bicis disponibles dan servicio a unos 480.000 alquileres al año, los objetivos de la compañía de trenes son aún más ambiciosos: alcanzar en 2011 el millón de alquileres, ampliar el número de bicicletas en 5.000 unidades nuevas y disponer de 225 puntos de distribución en el país. De momento les va muy bien: el número de usuarios no para de crecer. Por ahora, este servicio no está dando beneficios económicos a los ferrocarriles holandeses. "Las tarifas que cobramos se destinan a mantener las instalaciones, pero no cubrimos gastos", asegura Gelissen. Lo cierto es que la inversión inicial del Gobierno holandés de más de 200 millones de euros ha sido clave para levantar este sistema.

Armarios para meter bicicletas

Para ese 40% de los viajeros de tren que llegan a la estación pedaleando, NS-Fiets tiene preparados unos espacios para poder dejar las bicis de forma segura. Básicamente hay dos tipos de infraestructura: unos aparcabicis en forma de grandes 'armarios' donde cada viajero puede dejar su bici de forma automática las 24 horas del día —estos se encuentran sobre todo en pequeñas estaciones—; y otros aparcamientos de mayor tamaño donde se almacenan grandes cantidades de bicicletas.

En este caso, hay un personal que vigila los vehículos y el aparcamiento tiene sus propios horarios. Muchas estaciones de tren también ofrecen servicios de reparaciones y tiendas, como las conocidas Fietspoint. En total, la compañía ferroviaria tiene disponibles 100 aparcamientos vigilados para 7.000 bicicletas, además de numerosas taquillas individuales para guardar estos vehículos de dos ruedas. El siguiente paso es llevar estas instalaciones a los intercambiadores y estaciones de autobús del país.

Gelissen hace hincapié en que la idea de este proyecto es que la gente que llegue con su bici a la estación tenga un lugar donde dejarla, se suban al tren, y luego tengan disponible nuevas bicis para seguir pedaleando, no busca que los viajeros suban con sus bicis al tren. "Transportamos personas, no bicicletas", afirma este holandés. Sin embargo, esto no significa que en los trenes holandeses esté prohibido subirse al vagón con una bici. Es posible hacerlo fuera de las horas punta y abonando una cantidad de entre 7 y 12 euros. Si llevas una plegable te sale gratis.

ALTERNATIVAS ¿qué podemos hacer?

MIRANDO HACIA EL FUTURO. Por Luis Pernía (ASPA)

¿Qué significa a estas alturas presentar un libro con semejante título CO? ¿Anecdotario o reto? Creo que lo segundo. Un reto hacia el futuro. Un futuro que yo entiendo imbricado en la virtud teologal de la esperanza.

Para entenderlo acudo al viejo método con el que hemos intentado entender la vida: ver, juzgar y actuar. Y de repente, en el ver, en el puro ver, se escucha la pregunta que el 27 de enero de 2009 se hacían más de 100.000 voluntades de 160 países en la inauguración del Foro Social Mundial en Belem, en el estado brasileiro de Pará: «¿cómo construir una sociedad en la cual todos podamos vivir juntos, naturaleza incluida, en este pequeño y ya viejo planeta?». Porque lo que evidencia, lo que se palpa con la mano es un profunda crisis de carácter económico pero que arrastra otras muchas formas: crisis de valores, crisis social, crisis espiritual, etc. Pero es la crisis financiera la que reluce desde el corazón del imperio con 15 trillones dólares evaporados en pocos días llevándose consigo inmensas corporaciones, granes bancos y dejando despidos en masa, hambre, desesperación y dolor.Una crisis que ha puesto en evidencia un sistema económico que se había endiosado y que ha fracasado contra la propia humanidad y el planeta. ¿Cómo es posible que cada 4 minutos pierda la vista un persona como carencia de la vitamina A? ¿Cómo es posible que cada 5 segundo un niño de menos de 5 años muera de hambre?
La cuestión es demasiado grave para dejarla únicamente en manos de los economistas. Es una cuestión demasiado seria para que nos den mas de los mismo En lo que afecta a todos, todos tenemos derecho a manifestarnos y ayudar a decidir. “Está en nuestras manos” dice Francisco Puche Vergara

Hay que buscar alternativas. Hay encontrar caminos con características de racionalidad, cooperación y compasión hacia las víctimas y con toda la humanidad
El cataclismo económico-financiero, fruto de avidez y de mentiras, esconde un vía crucis de sufrimiento para millones de personas que perdieron sus economías, sus casas y sus puestos de trabajo. ¿Quién habla de ellos? Los verdaderos culpables se reúnen más para salvaguardar o corregir el sistema que les garantiza hegemonía sobre los demás actores.
En los medios intelectuales crece la convicción de que el paradigma de la modernidad occidental, hoy globalizado, ha entrado en crisis por agotamiento propio y por efecto de la implosión. “Es semejante a un árbol que ha llegado a su clímax y entonces cae fatalmente por haber agotado su energía vital. Así, digamos su nombre, el capitalismo ha alcanzado su fin en un doble sentido: fin como realización de sus virtualidades y fin como término final y muerte” L. Boff).

Lógicamente si seguimos las discusiones internas de los grupos organizados por la ONU —con nombres notables como Stiglizt, premio Nóbel de economía y otros— para pensar alternativas a la crisis, nos damos cuenta de la perplejidad general. La tendencia es a reanimar a un moribundo con el neo-keynesianismo, forma suave del neoliberalismo, con una presencia más orgánica del Estado en la economía.,

¿QUÉ PODEMOS HACER?

1. Necesitamos un nuevo marco teórico que de lugar a la compasión y ponga en tela de juicio el mito de la razón. Necesitamos cultivar el afecto y la ternura. Cada época histórica necesita un mito que congregue personas, galvanice fuerzas e imprima un nuevo rumbo a la historia. El mito fundador de la modernidad reside en la razón, desde los griegos el eje estructurador de la sociedad. La razón crea la ciencia, la transforma en técnica de intervención en la naturaleza y se propone dominar todas sus fuerzas. Para esto, según Francis Bacon, el fundador del método científico, se debe torturar a la naturaleza hasta que entregue todos sus secretos. Después de más de trescientos años de exaltación de la razón, asistimos a la locura de la razón, pues solo una razón enloquecida organiza una sociedad en la cual el 20% de la población posee el 80% de toda la riqueza de la Tierra. Las tres personas más ricas del mundo poseen activos superiores a toda la riqueza de los 40 países más pobres donde viven 600 millones de personas; 257 individuos acumulan ellos solos más riqueza que 2.800 millones de personas, equivalente al 45% de la humanidad. La demencia de la razón productivista y consumista ha generado el calentamiento global que traerá desequilibrios ya visibles y diezmará millares de especies, incluida la humana. La dictadura de la razón ha creado la sociedad del mercado con su cultura típica, un cierto modo de vivir, de producir, de consumir, de hacer ciencia, de educar, de enseñar y de moldear las subjetividades colectivas. Éstas deben afinarse a su dinámica y valores, procurando siempre maximizar las ganancias, mediante la mercantilización de todo. Ahora, esta cultura, llamada moderna, capitalista, burguesa, occidental y, hoy, globalizada, ha entrado en crisis. Se manifiesta a través de las distintas crisis actuales, que son todas expresión de una única crisis, la de los fundamentos. No se trata de abdicar de la razón, sino de combatir su arrogancia y criticar su estrechez de miras. Lo que más necesita la razón en este momento es ser urgentemente completada con la razón sensible (M. Maffesoli), con la inteligencia emocional (D. Goleman), con la razón cordial (A. Cortina), con la educación de los sentidos (J. F. Duarte Jr.), con la ciencia con conciencia (E. Morin), con la inteligencia espiritual (D. Zohar), con el cuidado como propone Leonardo Boff desde hace tiempo. Es el sentir profundo (pathos) que nos hace escuchar el grito de la Tierra y el clamor desgarrador de millones de hambrientos. No es la razón fría sino la razón sensible la que mueve a las personas para bajarlos de la cruz y hacerlos vivir. Por eso es urgente someter el modelo de ciencia dominante a la crítica, impugnar radicalmente las aplicaciones que se hacen de ella más en función del lucro que de la vida, desenmascarar el modelo de desarrollo actual que es insostenible por ser altamente depredador e injusto. Podemos y merecemos un destino mejor. Hace decenas de años muchos filósofos y pensadores vienen afirmando que la excesiva utilización de la razón en función del lucro y de la mercantilización de todo, a costa del saqueo de la Tierra, nos ha llevado a la crisis actual. Para recuperar la salud de la razón necesitamos enriquecerla con la razón sensible, estética y cordial, en la cual se fundamenta la ética, y con una visión solidaria de la vida. Es lo que más se adecúa a las nuevas demandas del encuentro de culturas, de la interculturalidad y de unificación de la historia humana

2. Carta de ciudadanía a la naturaleza. A través de una retirada sostenible. Mientras en muchos ámbitos ecológicos se intenta la vía del ecosocialismo muy presente en el FSM de Belém, una opción prometedora, pero que todavía no ha dado, a mi modo de ver, el giro completo que implica una nueva concepción de la Tierra como Gaia y la superación del antropocentrismo, confiriendo también ciudadanía a la naturaleza. Mas quiere, con razón, un desarrollo ecológicamente respetuoso de la naturaleza, pero todavía en el marco del desarrollo. Necesitamos quizá antes una retirada sostenible que un desarrollo sostenible. Sería el comienzo de la realización del ecosocialismo. Es decir, con los recursos técnicos, financieros y con la infraestructura material creada por la globalización, tendríamos posibilidades de socializar un modo de vida sostenible para todos. La Tierra, puesta en descanso sabático, podría autorregenerarse y sostenernos a todos. Viviríamos más con menos. Pero, como somos culturalmente bárbaros y éticamente sin piedad, no estamos tomando esta decisión política. Preferimos tolerar que mueran millones antes que cambiar de rumbo. Y así continuamos consumiendo sin conciencia sabiendo de que luego, por delante, nos espera un abismo. Pero ahí queda esa opción del ecosocialismo comenzando por una retirada sostenible donde se incluyen las propuestas del decrecimiento, el consumir menos para que otros puedan comer y el cultivo de la solidaridad intergeneracional.

3. Y en un plano vital: la sencillez Lo que se opone a nuestra cultura de excesos y complicaciones es la vivencia de la sencillez, la más humana de todas las virtudes, presente en todas las demás.
La sencillez exige una actitud de anti-cultura pues vivimos enredados entre todo tipo de productos y de propagandas. La sencillez nos llama a vivir según nuestras necesidades básicas. Si todos persiguiesen este precepto, la Tierra sería suficiente para todos. Bien decía Gandhi: «tenemos que aprender a vivir más simplemente para que los otros simplemente puedan vivir».
La sencillez siempre ha sido creadora de excelencia espiritual y de libertad interior. Henry David Thoreau (+1862) que vivió dos años en una cabaña en el bosque en su famoso libro-testimonio: Walden, la vida en los bosques repite: «sencillez, sencillez, sencillez». Francisco de Asís (+ 1226) hablaba de la “minoridad” como fuente de la paz y el bien. La simplicidad siempre fue el distintivo de todos los sabios y santos. De hecho, extremadamente sencillos fueron Buda, Jesús, María de Nazaret, Francisco de Asís, Carlos de Foucaul, Gandhi y Chico Mendes entre otros.
La vida en la Tierra que fue un evento maravilloso que ocurrió en este minúsculo planeta del sistema solar hace 3.800 millones de años, parece tocar ya sus límites. Si queremos seguir viviendo sobre ella, necesitamos seguir el evangelio de la eco-sencillez, bien resumida en las tres erres propuestas por la Carta de la Tierra: «reducir, reutilizar y reciclar» todo lo que usamos o consumimos. Se trata de hacer una opción por la sencillez voluntaria, que es un verdadero camino espiritual. Esta eco-sencillez vive de fe, de esperanza y de amor. La fe nos hace entender que nuestro trabajo, por sencillo que sea, es incorporado al trabajo del Creador, que en cada momento activa las energías.

4. Responder hoy a la pregunta de quienes son los últimos, los perdedores . Traducir hoy aquel vehemente deseo de los años sesenta y setenta de ser uno más en el mundo obrero. No solo era “estar con”, sino “ser uno de ellos”, “formar parte de ellos”. Había que vivir su misma condición desde el interior, en la propia carne el cansancio, la explotación, los desprecios que sufrían los trabajadores. Vivir como y para personas cuya vida estaba marcada por el trabajo. Se pasa de una espiritualidad del trabajo a una teología del trabajo.
Y siempre pensamos que el trabajo no estaba ligado a la “caída” del hombre, ni por tanto a un castigo (cf. Génesis,3), sino al desarrollo de la creación. “El hombre es la imagen de Dios. Y este hombre que, con su trabajo paciente, hará surgir nuevos objetos de entre sus manos, comprenderá que Dios es el primer Obrero” (del curso de J. Gray. en el Seminario de Lisieux, en 1946). Esta teología ayudó a tomar conciencia rápidamente no solo de la alineación, sino de la explotación sufrida por los trabajadores a causa de las condiciones en las que se realiza el trabajo en el sistema capitalista. Esta visión positiva de la teología del trabajo, nos llevaba al corazón mismo de la vida obrera, y a sentir hasta qué punto el sistema capitalista es contrario al “designio de Dios”. Circunstancia que nos preparó para integrar bastante rápidamente el análisis marxista de la experiencia capitalista.
Hoy este esquema lo podríamos traducir en relación a las personas inmigrantes, los otros, que serían hoy el lugar teológico donde vivir la fe en Jesús de Nazaret. Contextuado el proyecto migratorio en los ámbitos del terrorismo y de la droga, pagando con su vida el peaje de la exclusión laboral donde cubren las inconfesables cifras de la economía sumergida, papeles mojados como dice Chambao porque los arrojó la marea ya muertos a nuestras costas, en fin pedimos inmigrantes y nos llegaron personas.
Llegado a este punto, caigo en la cuenta de que el meollo de esta fe no es la afirmación conceptual de Dios sino la afirmación vital de mis hermanos. Y considero esto tan importante que constituye lo que llamo espiritualidad laica, “secular, terreno en el que cabemos y podemos encontrarnos todos, no solo de cualquier religión, sino todos, creyentes o no creyentes”. Una da las asignaturas pendientes de la transición a la democracia en nuestro país es la llamada transición religiosa, es decir, la normalización de lo religioso en el seno de una sociedad secularizada, es la llamada cuestión de la laicidad. Los cristianos nos sentimos especialmente interpelados por esta cuestión porque deseamos vivir nuestra experiencia religiosa dando testimonio de Jesús en medio de nuestra sociedad, sin privilegios de ninguna clase ni imposiciones morales a nadie
“Ser humano es luchar por la plenitud de la vida” (Frei Betto)
“Somos de la misma sustancia de la que están hechos los sueños” (Sakespeare) Pero
“Todavía persiste en nosotros
un pedazo del paraíso perdido
Podemos esperar que la llama nunca se apague
porque la brasa
todavía se mantiene viva bajo las ceniza” (B. Bresch)



sábado, 20 de junio de 2009

VICENTE FERRER, el economista intuitivo

David Cano


Hace tres años viajé a la India. Aunque en 21 días solo puede visitar una mínima parte del país, estar en sitios clave permite extraer una conclusión: el fin de la pobreza es posible. A esta visión optimista se puede llegar observando la pujante clase media de Nueva Delhi o el equipamiento y desarrollo tecnológico de Bangalore. Pero donde se perciben en su total dimensión las posibilidades de cambio es allí donde el punto de partida es especialmente desventajoso y adverso.

A apenas unos kilómetros del Silicon Valley asiático se encuentra Anantapur, una de las regiones más pobres del mundo, caracterizada por la ausencia de recursos tan básicos como el agua. Una visita al Rural Development Trust (RDT) permite comprobar que es factible erradicar la pobreza extrema, gracias a los recursos económicos pero, sobre todo, al buen criterio de su fundador Vicente Ferrer (1920-2009).

Su historia, cargada de contrastes, no puede dejar indiferente a nadie. Luchando como joven anarquista en la batalla del Ebro de la Guerra Civil española, sintió la llamada de Dios, se convirtió en jesuita y eligió ser misionero en la India, donde llegó en 1952. Terminó por abandonar la orden en 1970, consciente de que podía ejercer el sacerdocio no tanto oficiando y confesando sino entregándose a los demás y construyendo un mundo mejor. «Yo siento ejercer mejor mi apostolado excavando pozos o levantando escuelas, para sacar a los pobres del hambre y la ignorancia, algo que está en mi vocación personal».

Tuve la enorme fortuna de charlar un rato con él y me sorprendió su religiosidad, pero también que ésta la limitaba a su vida interior. Sostenía que, para acabar con la pobreza, la única estrategia es la acción, una prueba más de su actitud decidida que bien podría aplicarse a la actual crisis económica: «No hay que buscar recursos para mitigar el mal, sino para solucionarlo». Con esta visión, ha hecho posible que más de dos millones de habitantes de Anantapur hayan abandonado la pobreza.

Desde una perspectiva de economista, llama la atención de Vicente Ferrer que, sin contar con estudios reglados en la materia, haya puesto en marcha proyectos que demuestran que es posible erradicar la pobreza con un enfoque que está en línea con lo que marcan los postulados económicos. Como solo sucede en las personas inteligentes, Vicente Ferrer ejercía por instinto lo que el resto hemos necesitado estudiar, en este caso economía o gestión estratégica de la empresa. Los proyectos iniciales (en los primeros años de la década de los setenta) fueron campañas masivas de vacunación, formación sanitaria, desarrollo agrícola y ecológico. En definitiva, supo aplicar aquello de no dar peces, sino una caña y enseñar a pescar. «El esfuerzo necesita ser permanente para dar a los campesinos de Anantapur las herramientas necesarias para salir adelante. Y a sus hijos la formación adecuada para que el día de mañana puedan afrontar la vida». En esta frase se resume la estrategia más válida para combatir la pobreza.

Desde los primeros momentos se percató de la necesidad de aspectos tan relevantes para erradicar la extrema pobreza como la planificación familiar, algo que a priori podría chocar con sus profundas creencias religiosas. También en el terreno de lo religioso su obra tiene mucho de revolucionario: Vicente Ferrer ha sabido respetar las costumbres, las opiniones y los dioses presentes en la India sin imponer los suyos. Y fue más allá, tratando de influir en lo económico a través de lo espiritual: «[…] pero para que fuera universal no podía tener un cariz religioso, ya que debía ser aceptado por todo el mundo, por hindis, por musulmanes, por católicos, etc. No se puede ser adalid en la lucha contra el hambre y la pobreza con mentalidad extranjera». La implicación de los habitantes locales en el proyecto, a través de una red capilar que permite incrementar de manera exponencial el rendimiento de los recursos con los que cuenta el RDT, es otra de las claves de su proyecto. Muchas multinacionales deberían aprender el sistema diseñado y aplicado en Anantapur por Vicente Ferrer.

Vicente Ferrer fue consciente de la necesaria optimización de un recurso tan escaso en Anantapur como imprescindible para la agricultura: el agua. Sus primeras iniciativas buscaban excavar pozos, construir embalses y presas y, en los últimos tiempos, la utilización de técnicas innovadoras más eficientes como el goteo o la aspersión. También fue pionero en otros aspectos como las microfinanzas. Al igual que el Nobel de la Paz Muhhamad Yunus, confiaba en el efecto expansivo del crédito siempre y cuando sea devuelto por el prestatario, algo altamente probable si el destinatario es un pobre. Vicente Ferrer entendió el poder social del crédito y la utilidad de prestar al más desfavorecido para que pueda iniciar una pequeña actividad y, con ello, la cadena del desarrollo.

Otros de los pilares sobre los que sustenta el «modelo Ferrer» son la ecología, la diversificación de los cultivos, el comercio responsable y la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres, así como evitar la discriminación social de los discapacitados físicos o psicológicos. La visita de los hospitales dedicados a enfermos de SIDA o a los colegios de niños con discapacidades visuales o auditivas es un ejercicio que introduce buenas dosis de optimismo respecto a la eficacia de este sistema y su eficiencia si tenemos en cuenta lo reducido de las aportaciones económicas. Vicente Ferrer también apostaba por la permanente innovación, como demuestra el hecho de que, en 2006, la Fundación empezó a utilizar energía solar para alimentar los sistemas de riego por goteo en horticultura.

Vicente Ferrer ganó el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998 y recientemente recibió, de manos de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, la Gran Cruz del Mérito Civil. La biografía de Vicente Ferrer está extraordinariamente recogida en la obra de Alberto Olivares Vicente Ferrer, una revolución silenciosa (2000).

Con la muerte de Vicente Ferrer hemos perdido a un gran economista, intuitivo, inteligente y visionario. Afortunadamente, su obra tendrá continuidad y debe servir de referencia para otros países. Vicente Ferrer ha demostrado que el fin de la pobreza es posible.

David Cano Martínez