Esta empresa privada, con sede en Holanda y dirección en Dinamarca, abarca 186 establecimientos en 31 países. La facturación alcanzó el año pasado los 11.300 millones de euros (casi dos billones de pesetas).
Su sistema de venta sintetiza las técnicas de hipermercados más competitivas: ofrece una gran variedad de muebles y accesorios a precios bajos, apela a la colaboración del cliente para el montaje y utiliza extraordinarias campañas de 'marketing'. Ikea arrasa por sus precios, entre un 25% y un 50% más baratos que sus competidores, según Harvard Business Review, revista económica especializada. Pero ¿por qué vende a un coste tan bajo? La empresa proclama una versión archiconocida, según la cual ahorra en transporte y embalaje vendiendo los muebles sin armar. Sin embargo, un grupo de asociaciones humanitarias no está de acuerdo con esta explicación. Asegura que el imperio Ikea se ha construido esclavizando a mano de obra en países empobrecidos de Asia y el este de Europa.
La televisión pública sueca dio la voz de alarma en 1999 con la emisión de un documental, La Trastienda de los Horrores, que reflejaba las degradantes condiciones de trabajo de niños y adultos en los países de Asia. Las imágenes muestran hombres bañados en óxido mientras cubren sillas en el interior de barriles. Unas mujeres aparecen cosiendo telas mientras sus niños duermen en el suelo. Los hombres trabajan del amanecer hasta la noche con productos tóxicos, sin mascarilla ni protección para la piel. Tras la emisión del vídeo, las ONGs empezaron a hacerse eco de la denuncia.
El Movimiento Cultural Cristiano, con sede en Madrid y delegaciones en 30 ciudades de España, ha declarado el boicot a Ikea junto a otras multinacionales acusadas de explotación, como Chicco, Mattel-Lego, Adidas, Levis, Disney o Mc Donald's.
"Las subcontratas son para Ikea un modo de lavarse la cara, igual que sus técnicas de 'marketing', que proclaman el respeto al medio ambiente y una falsa implicación social", afirma Raquel Martínez, perteneciente a esta asociación que ha organizado diversas campañas contra la explotación infantil en el mundo.
DESCRIPCIÓN DE LOS HECHOS
En su página web, solidaridad.net, la organización Movimiento Cultural Cristiano desvela cómo transcurre el trabajo en una de las factorías vinculadas a Ikea. Aquí transcribimos íntegramente uno de los fragmentos: "Están sin protección alguna, se exponen a sustancias nocivas y gases tóxicos derivados de las pinturas, los antioxidantes y los ácidos.
En la India, las mujeres trabajan junto a sus hijos y los más pequeños duermen junto a los telares en lugares sucios y llenos de fibras con gran peligro de incendios. Algunas de estas fábricas están escondidas en bosques para no ser encontradas por los inspectores. Cuando éstos llegan, los niños tienen que esconderse".
El Libro Negro de las Marcas, editado en febrero de este año por Debate, es producto de la investigación de dos periodistas austriacos, Klaus Werner y Hans Weiss. Durante años, recopilaron expedientes de multinacionales sospechosas de explotar a los trabajadores. El libro ha provocado el sonrojo de empresas tan importantes como Coca-Cola, Nike o Benetton. Ikea forma parte de este catálogo.
El grupo industrial de Ikea se denomina Swedwood y abarca un total de 33 fábricas en diez países de todo el mundo. Sin embargo, por sus manos sólo pasa un diez por ciento de la producción total de la empresa. El 90% restante proviene de las fábricas de 2.000 proveedores de 55 países del mundo.
Entre otros, India, Indochina, Camboya, Vietnam, Tailandia y Malasia, en Asia, y Rumania en el este de Europa.
FÁBRICAS SIN CONTROLAR
Las condiciones de trabajo de los empleados de Swedwood no se han puesto en entredicho. Las que se han denunciado son las fábricas de los suministradores que no están sujetas al control directo de la empresa sueca. "Ikea reconoce que existe la esclavitud infantil en estos países, pero al mismo tiempo se defiende diciendo que es muy difícil controlarlo, con lo cual creemos que los códigos de conducta son para dejar la conciencia tranquila a los consumidores", comenta Raquel Martínez. Según las organizaciones no gubernamentales, Ikea sustenta su producción sobre toda una cadena de contrataciones. Es decir, subcontratarían a una empresa para hacer los muebles y adornos, y ésta, a su vez, haría lo propio con las fábricas donde se encuentra la mano de obra. Pequeños y adultos que se dejan la salud y la vida por un sueldo que apenas si les da para un poco de comida. Las organizaciones humanitarias reconocen que es un sistema diabólico que perpetúa la esclavitud infantil y la explotación laboral de una forma indirecta y perversa.
IKEA FRENTE A LAS CRÍTICAS
La emisión de 'La Trastienda de los Horrores' en Suecia levantó ampollas. Las ventas de Ikea descendieron. Otras empresas acusadas de beneficiarse de la esclavitud laboral, como Nike o Reebok, se precipitaron a firmar un código de conducta para controlar a las subcontratas. Ikea suscribió un documento basado en la Declaración sobre los Derechos Humanos de la ONU (1948), la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (1998) y la Declaración de Río sobre el Desarrollo Sostenible (1992). Con este documento, Ikea instaba a sus proveedores a respetar las normas del derecho internacional y las leyes nacionales en materia laboral. También se ha comprometido a no vender productos procedentes de Birmania, país del sudeste asiático donde se han denunciado casos de esclavitud infantil y otros abusos de los derechos humanos. En 1998, firmó un acuerdo con la Federación Internacional de los Trabajadores de la Construcción y la Madera para garantizar que sus proveedores cumpliesen las leyes nacionales contra la
explotación laboral.
Finalmente, en el 2000, anunció un proyecto con Unicef para erradicar la explotación infantil en la India.También ayuda a esta organización en un programa de vacunas en el norte del país. Y han diseñado un osito, Ikea Ps Brum, para recaudar dinero con las ventas y destinarlo a proyectos sociales.
'LAVADO DE CARA'
El cambio de actitud de los últimos años no convence a las organizaciones humanitarias. "Quizá antes tenían acuerdos con 1.000 subcontratas que explotaban y ahora es con 850", comenta Martínez, del Movimiento Cultural Cristiano. Para los autores de 'El Libro Negro de las Marcas' la estrategia no es más que un 'lavado de cara'. Hablaron con Dietrich Garlichs, director de Unicef en Alemania, que expresó: "Sí, Ikea financia proyectos de Unicef. Pero eso no significa que no haya niños trabajando en la fabricación de productos Ikea". El libro también cita a Urban Jonson, director regional de Unicef para el este y el sur de África: "Aunque Ikea hubiera dejado de utilizar trabajo infantil en su producción… ¿qué cambiaría? Yo no le doy las gracias a un ladrón porque haya dejado de robarme".
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