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Tarragona y Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) serán las primeras ciudades en contar con una moneda social que intentará aumentar el poder adquisitivo de las familias afectadas por la crisis, favorecer el comercio de proximidad, evitar la dispersión de la riqueza y facilitar el acceso a bienes básicos.
Hace décadas que funcionan en Suramérica y Centroeuropa y ahora llegan a España. Las denominadas monedas sociales, paralelas a las oficiales, empiezan a experimentarse en algunas localidades catalanas en las que consumidores, comerciantes y redes de economía solidaria se están aliando para evitar la dispersión de la riqueza y favorecer el consumo sostenible y de proximidad.
"El 90% de la masa monetaria mundial no está en la calle, sino que se dedica a operaciones especulativas", afirma Sebastián Corrodini, coordinador de la Xarxa Eco de Tarragona, que a partir de octubre pondrá en circulación 10.000 Ecos -la nueva moneda tarraconense, que equivale al mismo número de euros- con la intención de dar un respiro a las familias que más padecen la crisis.
Los consumidores podrán solicitar que se les devuelva el cambio de sus compras en ecos en lugar de euros: "en un principio los consumidores recibirán más ecos de los que les correspondería en el cambio" con el fin de que los compradores acudan a los 30 comercios de la red y "que nunca falte moneda", explica Sebastián, conocedor de experiencias similares originadas durante la grave crisis económica argentina de la pasada década.
Corrodini considera que la iniciativa "desmitificará el dinero" y "permitirá que pequeños productores agrícolas puedan vender sus alimentos por un precio más justo que el que les ofrecen las cadenas alimentarias".
Sin embargo, el profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona Daniel Reventós considera que estas iniciativas son "simpáticas pero insuficientes" porque "no resuelven la gravedad de la actual coyuntura económica, necesitada de reformas estructurales".
Reventós asegura que las monedas sociales no conseguirán prácticamente nada y cita el caso argentino -donde funcionan numerosas de ellas desde hace décadas- como ejemplo: "la pobreza en Argentina llega al 25% y aumenta tanto que el Gobierno ha decidido no ofrecer más cifras" para evitar el alarmismo entre la población.
Este otoño el colectivo Ara! intentará, por segunda vez, implantar su moneda social -el Grama- en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), y servirá no sólo para comprar productos, sino también servicios.
"Puedo vender mis conocimientos a otros miembros de la red y recibir a cambio los suyos o bien un pago en gramas", explica Jordi García, miembro del colectivo.
García explica que las monedas sociales reaparecen cada vez que la situación económica empeora y el aumento del paro reduce la capacidad adquisitiva de personas que, aun teniendo capacidades y conocimientos para trabajar, no pueden hacerlo.
Por otra parte, la banca ética y solidaria también se encuentra en plena expansión. Así, la cooperativa de servicios financieros COOP57 ha recibido en los últimos meses un alud de clientes que desconfían de la banca tradicional y buscan un valor añadido a sus inversiones.
En 2008 concedieron créditos a entidades por más de tres millones de euros, la mayoría dedicadas al adelanto de subvenciones públicas.
Las entidades socias de la cooperativa deben aportar mil euros en concepto de inscripción y los socios particulares, un mínimo de 300 euros.
La solidaridad y el compromiso es vital para el funcionamiento de la cooperativa, y para ello un comité social asesorado por un comité técnico gestiona la concesión de créditos, que no están orientados al consumo particular, sino a proyectos sociales y culturales.
Fuentes de COOP57 han informado a Efe de que la cooperativa goza de un envidiable tasa del 0% de morosidad y atribuyen su éxito a que trabajan con "economía real y no especulando como los bancos tradicionales, que actualmente son como casinos".
Así, en pocas semanas el euro se las verá en la calle con dos competidores que llegan para quedarse: el grama y el eco.
Tarragona y Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) serán las primeras ciudades en contar con una moneda social que intentará aumentar el poder adquisitivo de las familias afectadas por la crisis, favorecer el comercio de proximidad, evitar la dispersión de la riqueza y facilitar el acceso a bienes básicos.
Hace décadas que funcionan en Suramérica y Centroeuropa y ahora llegan a España. Las denominadas monedas sociales, paralelas a las oficiales, empiezan a experimentarse en algunas localidades catalanas en las que consumidores, comerciantes y redes de economía solidaria se están aliando para evitar la dispersión de la riqueza y favorecer el consumo sostenible y de proximidad.
"El 90% de la masa monetaria mundial no está en la calle, sino que se dedica a operaciones especulativas", afirma Sebastián Corrodini, coordinador de la Xarxa Eco de Tarragona, que a partir de octubre pondrá en circulación 10.000 Ecos -la nueva moneda tarraconense, que equivale al mismo número de euros- con la intención de dar un respiro a las familias que más padecen la crisis.
Los consumidores podrán solicitar que se les devuelva el cambio de sus compras en ecos en lugar de euros: "en un principio los consumidores recibirán más ecos de los que les correspondería en el cambio" con el fin de que los compradores acudan a los 30 comercios de la red y "que nunca falte moneda", explica Sebastián, conocedor de experiencias similares originadas durante la grave crisis económica argentina de la pasada década.
Corrodini considera que la iniciativa "desmitificará el dinero" y "permitirá que pequeños productores agrícolas puedan vender sus alimentos por un precio más justo que el que les ofrecen las cadenas alimentarias".
Sin embargo, el profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona Daniel Reventós considera que estas iniciativas son "simpáticas pero insuficientes" porque "no resuelven la gravedad de la actual coyuntura económica, necesitada de reformas estructurales".
Reventós asegura que las monedas sociales no conseguirán prácticamente nada y cita el caso argentino -donde funcionan numerosas de ellas desde hace décadas- como ejemplo: "la pobreza en Argentina llega al 25% y aumenta tanto que el Gobierno ha decidido no ofrecer más cifras" para evitar el alarmismo entre la población.
Este otoño el colectivo Ara! intentará, por segunda vez, implantar su moneda social -el Grama- en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), y servirá no sólo para comprar productos, sino también servicios.
"Puedo vender mis conocimientos a otros miembros de la red y recibir a cambio los suyos o bien un pago en gramas", explica Jordi García, miembro del colectivo.
García explica que las monedas sociales reaparecen cada vez que la situación económica empeora y el aumento del paro reduce la capacidad adquisitiva de personas que, aun teniendo capacidades y conocimientos para trabajar, no pueden hacerlo.
Por otra parte, la banca ética y solidaria también se encuentra en plena expansión. Así, la cooperativa de servicios financieros COOP57 ha recibido en los últimos meses un alud de clientes que desconfían de la banca tradicional y buscan un valor añadido a sus inversiones.
En 2008 concedieron créditos a entidades por más de tres millones de euros, la mayoría dedicadas al adelanto de subvenciones públicas.
Las entidades socias de la cooperativa deben aportar mil euros en concepto de inscripción y los socios particulares, un mínimo de 300 euros.
La solidaridad y el compromiso es vital para el funcionamiento de la cooperativa, y para ello un comité social asesorado por un comité técnico gestiona la concesión de créditos, que no están orientados al consumo particular, sino a proyectos sociales y culturales.
Fuentes de COOP57 han informado a Efe de que la cooperativa goza de un envidiable tasa del 0% de morosidad y atribuyen su éxito a que trabajan con "economía real y no especulando como los bancos tradicionales, que actualmente son como casinos".
Así, en pocas semanas el euro se las verá en la calle con dos competidores que llegan para quedarse: el grama y el eco.
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