miércoles, 30 de septiembre de 2009
PRIORIZAR EL BIENESTAR
Las estadísticas han venido cifrando el crecimiento económico como una victoria sobre la penuria, hasta que se apreció que este crecimiento destruye más que crea. ¿Cómo no van a sentirse engañados todos aquellos a los que se demandan esfuerzos y sacrificios [en aras de ese crecimiento]?”. Esta opinión, que subraya el divorcio entre crecimiento económico y calidad de vida, no es la de ningún crítico antisistema, ni siquiera de un representante de la izquierda. Ha sido emitida por Nicolas Sarkozy, presidente de la República Francesa, que propone “acabar con la religión de la cifra” del PIB, arremetiendo contra el primer axioma sobre el que reposa la ideología económica imperante: el que identifica ese agregado monetario con el bienestar de la gente. Este hecho rompe el habitual conformismo de la clase política –de derechas y de izquierdas– con la mitología del crecimiento. La novedad no estriba tanto en denunciar los engaños del PIB como indicador de bienestar, como en el hecho de que quien lo denuncia sea el presidente de un país importante en un foro cultural tan reputado como la Universidad de la Sorbona. Su discurso se orientó a divulgar las propuestas de una comisión de expertos a la que había encomendado la tarea de reforzar la presencia del bienestar en las estadísticas económicas.
Más que discutir aquí las 12 recomendaciones de la comisión orientadas a completar las estadísticas con este propósito, interesa subrayar que el problema suscitado no es un problema técnico, sino uno ideológico y social mucho más amplio. Pues las estadísticas son el reflejo del statu quo mental e institucional que sostiene la hegemonía del cuadro macroeconómico, con el PIB a la cabeza, como el cuadro de mandos por antonomasia para dilucidar si “van bien” los países, evitando preguntarse hasta qué punto el aumento de ese revender con beneficio recogido en el PIB es bueno para el país y para la mayoría de sus habitantes. No estaría de más reflexionar sobre estas cuestiones en España cuando el divorcio entre crecimiento y bienestar ha sido tan ostensible durante el auge y cuando la polarización social y la pugna distributiva se acentúan ahora durante el declive. Más que reactivar la actividad económica, habría que controlarla socialmente para evitar que se dirija de nuevo por sendas especulativas que redundan en perjuicio de la mayoría, alimentando nuevas burbujas y críticos sobresaltos. Para ello hay que abrir ese cajón de sastre monetario que es el PIB y mirar lo que hay dentro y lo que queda fuera, para separar el grano de la paja, distinguir los bienes de los males y debatir lo que interesa que crezca y lo que interesa que decrezca.
Por ejemplo, se debería cambiar el marco institucional que hizo del negocio constructivo-inmobiliario la verdadera industria nacional. Pues, para beneficio de algunos, hipotecó medio país y desencadenó un tsunami de obras que, además de impactar negativamente sobre la calidad de vida y sobre el patrimonio urbano y de los ecosistemas circundantes, originó a la vez viviendas desocupadas y necesidades de vivienda insatisfechas.
José Manuel Naredo es economista y estadístico.
lunes, 28 de septiembre de 2009
EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL DESARROLLO
domingo, 27 de septiembre de 2009
NECESIDAD DE UNA REFORMA FISCAL REDISTRIBUTIVA
sábado, 26 de septiembre de 2009
COOP57 EN LA PRENSA DIGITAL
Tarragona y Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) serán las primeras ciudades en contar con una moneda social que intentará aumentar el poder adquisitivo de las familias afectadas por la crisis, favorecer el comercio de proximidad, evitar la dispersión de la riqueza y facilitar el acceso a bienes básicos.
Hace décadas que funcionan en Suramérica y Centroeuropa y ahora llegan a España. Las denominadas monedas sociales, paralelas a las oficiales, empiezan a experimentarse en algunas localidades catalanas en las que consumidores, comerciantes y redes de economía solidaria se están aliando para evitar la dispersión de la riqueza y favorecer el consumo sostenible y de proximidad.
"El 90% de la masa monetaria mundial no está en la calle, sino que se dedica a operaciones especulativas", afirma Sebastián Corrodini, coordinador de la Xarxa Eco de Tarragona, que a partir de octubre pondrá en circulación 10.000 Ecos -la nueva moneda tarraconense, que equivale al mismo número de euros- con la intención de dar un respiro a las familias que más padecen la crisis.
Los consumidores podrán solicitar que se les devuelva el cambio de sus compras en ecos en lugar de euros: "en un principio los consumidores recibirán más ecos de los que les correspondería en el cambio" con el fin de que los compradores acudan a los 30 comercios de la red y "que nunca falte moneda", explica Sebastián, conocedor de experiencias similares originadas durante la grave crisis económica argentina de la pasada década.
Corrodini considera que la iniciativa "desmitificará el dinero" y "permitirá que pequeños productores agrícolas puedan vender sus alimentos por un precio más justo que el que les ofrecen las cadenas alimentarias".
Sin embargo, el profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona Daniel Reventós considera que estas iniciativas son "simpáticas pero insuficientes" porque "no resuelven la gravedad de la actual coyuntura económica, necesitada de reformas estructurales".
Reventós asegura que las monedas sociales no conseguirán prácticamente nada y cita el caso argentino -donde funcionan numerosas de ellas desde hace décadas- como ejemplo: "la pobreza en Argentina llega al 25% y aumenta tanto que el Gobierno ha decidido no ofrecer más cifras" para evitar el alarmismo entre la población.
Este otoño el colectivo Ara! intentará, por segunda vez, implantar su moneda social -el Grama- en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), y servirá no sólo para comprar productos, sino también servicios.
"Puedo vender mis conocimientos a otros miembros de la red y recibir a cambio los suyos o bien un pago en gramas", explica Jordi García, miembro del colectivo.
García explica que las monedas sociales reaparecen cada vez que la situación económica empeora y el aumento del paro reduce la capacidad adquisitiva de personas que, aun teniendo capacidades y conocimientos para trabajar, no pueden hacerlo.
Por otra parte, la banca ética y solidaria también se encuentra en plena expansión. Así, la cooperativa de servicios financieros COOP57 ha recibido en los últimos meses un alud de clientes que desconfían de la banca tradicional y buscan un valor añadido a sus inversiones.
En 2008 concedieron créditos a entidades por más de tres millones de euros, la mayoría dedicadas al adelanto de subvenciones públicas.
Las entidades socias de la cooperativa deben aportar mil euros en concepto de inscripción y los socios particulares, un mínimo de 300 euros.
La solidaridad y el compromiso es vital para el funcionamiento de la cooperativa, y para ello un comité social asesorado por un comité técnico gestiona la concesión de créditos, que no están orientados al consumo particular, sino a proyectos sociales y culturales.
Fuentes de COOP57 han informado a Efe de que la cooperativa goza de un envidiable tasa del 0% de morosidad y atribuyen su éxito a que trabajan con "economía real y no especulando como los bancos tradicionales, que actualmente son como casinos".
Así, en pocas semanas el euro se las verá en la calle con dos competidores que llegan para quedarse: el grama y el eco.
¿HARÁ CASO OBAMA A LAS IDEAS DE SUSAN GEORGE?
El blog salmón.
El aumento de la tasa de ahorro para Estados Unidos implica disminuir el enorme déficit comercial que tiene con China, tarea que requerirá aplicar políticas proteccionistas con respecto a este país como las que comienzan a aplicarse hoy con las importaciones de acero y neumáticos, castigadas con impuestos del 31% y 35% respectivamente.
Esta medida extrema resulta ser una de las condiciones necesarias (ya vendrán otras) para estabilizar una economia mundial que se ha escapado de caer precipicio gracias a la urgente, aunque tardía, medida de los gobiernos para aplicar medidas de rescate. El costo de esta operación está significando elevar el endeudamiento público desde los 19 billones de dólares del año 1999, a los 45 billones de dólares al año 2011. Vale decir que la deuda de cada hombre, mujer o niño del planeta llegará a la suma de 7.000 dólares. Curioso dato para una situación en la cual el 40% de la población mundial vive con menos de 2 dólares diarios. Una vez más esta crisis ha significado enormes beneficios para un puñado, los verdaderos dueños del mundo. Ni siquiera se han salvado aquellos que tienen sólo un par de millones de dólares en sus cuentas bancarias.
Los líderes del G-20 se centraron en temas como las remuneraciones de los ejecutivos bancarios, pero no dieron el salto en tomar medidas para mejorar la equidad, pese a que el FMI ha reconocido el gran flagelo que está implicando la actual crisis para los países más pobres, y como la desigualdad se ha convertido el principal lastre de la crisis.
Tampoco se estabecieron políticas concretas frente al cambio climático en términos de establecer fechas y límites a las emisiones.
Los puntos más relevantes, rescatados por el presidente Obama, apuntan a una mayor regulación del sistema financiero, en la cual no se excluye la aplicación de la Tasa Tobín, un impuesto a las transacciones financieras meramente especulativas, sobre las cuales cae gran parte de la culpa de la actual crisis.
¿NUEVA CRISIS A LA VISTA?
blogecologista
El diario británico The Independent, informa sobre el riesgo de una crisis brutal de suministro de petróleo en 2010. El incremento de demanda que traerá consigo la recuperación económica es insostenible ya que no se están adoptando medidas obtener nuevos suministros de petróleo.
Es muy importante esta noticia en términos de recuperación ya que la restricción en el suministro del petróleo y su elevado precio puede poner a las economías en una situación de riesgo y debilidad.
Las economías deberán enfrentarse a que no hay petróleo, la escasez incrementará los precios y no será posible acceder a reservas nuevas de crudo al no haber invertido con anticipación en la búsqueda de las mismas.
La inflación sufrirá mucho con la crisis del petróleo ya que el incremento de precios provocará un fuerte impacto, principalmente si se le suma escasez de recursos.
Los principales productores de petróleo están presentando escasez de recursos y se encuentran al límite de la capacidad de suministro por lo que la situación ante un eventual aumento de la demanda es insostenible.
La Organización de Países Exportadores de petróleo ha dado por finalizada la época del petróleo sin restricciones y de bajo coste, hecho que convierte en algo fundamental el sustituir al petróleo antes que desaparezca y prepararse para el momento en el que no haya suministro.
Las economías y las sociedades están hoy sustentadas sobre el petróleo por lo que el cambio debe realizarse con tiempo y a conciencia.
Acelerar los recursos energéticos basados en energías renovables, incrementar la eficiencia energética, reducir la emisión de CO2 y luchar contra el calentamiento global son los aspectos más urgentes que las economías tienen que acometer para estar protegidos de una crisis energética situada en el espacio tiempo como “inminente” y que hace que los cambios a realizar sean ya, urgentes.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
IMPUESTOS Y SOCIALDEMOCRACIA
En el otro polo están los países de tradición anglosajona liberal (EEUU, Gran Bretaña e Irlanda), en los que la socialdemocracia ha sido históricamente débil, habiendo estado gobernados la mayoría del tiempo por partidos conservadores de orientación liberal. Su gasto público social, como promedio del grupo, es de los más bajos de los países de la OCDE (el club de países más ricos del mundo), sólo un 24% del PIB, su carga fiscal es sólo un 36%, y tienen las desigualdades sociales más elevadas, con bajos indicadores de calidad de vida. Los países del sur de Europa (España, Grecia y Portugal), son países que han sido gobernados en la mayoría de aquel periodo (en su primera parte del periodo) por regimenes fascistas o fascistoides y que heredaron Estados del Bienestar enormemente subdesarrollados y con enormes desigualdades sociales. Este subdesarrollo fue corrigiéndose durante la última etapa de aquel periodo, consecuencia de haberse establecido sistemas democráticos, aunque todavía tienen un gran retraso, poniéndolos incluso por debajo (o al mismo nivel) que algunos países liberales en su escaso gasto social. Todos ellos tienen grandes desigualdades sociales (ver Navarro, V. (ed.) Neoliberalism, Globalization and Inequalities. Baywood. 2008, y sección Economía política y Neoliberalismo, en www.vnavarro.org). En realidad, España continúa teniendo uno de los estados del bienestar menos desarrollados de la UE, e incluso de la UE-15 (que son los países de la UE de semejante desarrollo económico al español). Se mire como se mire, el gasto público social español es de los más bajos de la UE-15. El gasto público social por habitante (4.663 unidades de poder de compra), el gasto público social como porcentaje del PIB (20,3%), el porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios públicos del estado de bienestar (escuelas, sanidad, servicios de dependencia, escuelas de infancia, entre otros, 11%) son mucho más bajos que el promedio de la UE-15 (6.737 upc, 27% y 16%, respectivamente) siendo uno de los más bajos de la UE-15. Estos datos muestran que después de treinta años en democracia continuamos estando a la cola de la Europa Social. Y un factor muy importante que explica este retraso es la subfinanciación del Estado, incluyendo su Estado de Bienestar, que es a su vez resultado de la baja presión fiscal. De ahí que estar satisfecho de tener una baja presión fiscal implica que estamos satisfechos de estar muy retrasados en nuestro Estado Social, lo cual no deja de ser sorprendente e incoherente en un socialdemócrata.
IMPUESTOS Y DÉFICIT DEL ESTADO
Los datos que acabo de presentan explican mi sorpresa y preocupación cuando leí que algunas voces del partido socialdemócrata expresaron su orgullo porque teníamos la carga fiscal más baja de la UE-15. Esta preocupación se diluyó algo cuando leí que, por fin, iban a subir los impuestos. Pensé que por fin iban a intentar reducir el déficit social en España (que es nada menos que de 70.000 millones de euros), tal como, por cierto, consta en su programa electoral. Pero me equivoqué. Inmediatamente leí que esta subida de impuestos se debía al deseo de reducir el déficit del Estado, que llegaría al 10% del PIB. No sólo me entristecí, sino que me alarmé, puesto que lo que no debe nunca hacerse ahora, en una gran recesión, cuando el desempleo llegará al 20%, es disminuir el déficit del Estado. Esto lo hizo Franklin D. Roosevelt al inicio de la recuperación económica durante la Gran Depresión, y retrasó enormemente la recuperación económica. España está todavía en una gran recesión, y no saldrá de ella a no ser que haya un gran aumento de la demanda interna, ligada al aumento del gasto público sostenido por un largo déficit. Es ilusorio creerse que este necesario incremento de la demanda interna lo vaya a resolver una bajada de impuestos tal como propone la derecha liberal española (el PP y CIU). La población está enormemente endeudada y la bajada de impuestos la utilizará predominantemente para pagar sus deudas. La evidencia de ello es abrumadora. De ahí que las propuestas de recuperación del PP y CIU reflejadas en sus documentos económicos son profundamente erróneas. Creer que la crisis enorme que estamos viviendo se puede resolver a base de expandir, todavía más, las políticas liberales, es haber perdido toda conexión con la realidad económica que nos rodea. Pero esta visión liberal aparece también en la Comisión Europea y en su comisariado de Asuntos Económicos, que está presionando a los países para que reduzcan su déficit. En realidad, el déficit debería aumentar más, a fin de estimular la economía (cuya tasa de crecimiento es negativa) a base de nuevas inversiones públicas (no sólo en infraestructuras y comunicación sino, sobre todo, en servicios públicos y nuevas energías creadoras de empleo) que deberían alcanzar hasta un 5% del PIB, como ha ocurrido en EEUU (el país que saldrá primero de la crisis). Bajar el déficit quiere decir bajar el estímulo económico. Y bajar la carga fiscal quiere decir bajar el gasto público y con ello la inversión y estímulo económico, precisamente lo contrario que debería hacerse.
¿SON LOS IMPUESTOS IMPOPULARES?
Ya sé que me dirán que un político tiene que ser consciente de que subir los impuestos es muy impopular, lo cual no es necesariamente cierto. Depende de quien es el que paga los impuestos y para qué fines. Le aseguro al lector que si a la ciudadanía se le pregunta “¿Está usted a favor de subir los impuestos a fin de reducir el déficit del Estado?”. La respuesta será, por gran mayoría, un no. En cambio, si a la ciudadanía se le pregunta “¿Está usted de acuerdo en que la gente más rica del país (digamos las tres decilas superiores del país) pague más impuestos para mejorar la sanidad pública (o la escuela pública, o las escuelas de infancia, o los servicios domiciliarios, o la vivienda social, o las pensiones)?” la respuesta sería abrumadoramente positiva. No se ha hecho tal pregunta en España, pero se ha hecho en EEUU y la gran mayoría ha respondido afirmativamente, mayoría que alcanza niveles por encima del 80% entre las clases populares. Ni que decir tiene que a mayor renta, menos entusiasmo por el incremento de impuestos. Es lógico que el 30% de renta superior del país (que incluye los creadores de opinión) sea reacio a la subida de impuestos. Pero no así la mayoría de la población, que sí la favorecen en caso de que tales impuestos vayan a cubrir tales déficits sociales. Por cierto, este apoyo mayoritario se mantiene cuando el objetivo de la subida de impuestos es crear empleo, como ha estado ocurriendo con el programa de estímulo económico de la Administración Obama. No así las rentas más superiores, que son las que proporcionalmente pagan más impuestos y quedan menos afectadas por los déficits de gasto público social al utilizar menos los servicios públicos. De ahí que se opongan, utilizando improperios para definir tales medidas redistributivas como “demagógicas”, “anticuadas”, “imitación de Robin Hood”, y otros insultos a la usanza de las derechas cuando las izquierdas piden que se redistribuyan los recursos
El aumento de la presión fiscal progresiva es necesario no sólo para reducir el déficit del Estado del Bienestar, sino también para incrementar el gasto público y estimular la economía (objetivos, en sí, necesarios) y también para redistribuir la renta excesivamente polarizada en nuestro país. España continúa siendo uno de los países con mayores desigualdades sociales. La disminución de las rentas del trabajo ha creado un gran problema de insuficiente demanda y excesivo endeudamiento, mientras que las exuberantes plusvalías de las rentas del capital, invertidas en actividades especulativas, han llevado al desastre financiero. De ahí que sea necesario revertir esta enorme polarización social, causa de la Gran Depresión en el siglo XX y de la Gran Recesión ahora. Como bien dijo el Presidente Franklin D. Roosevelt, “hasta ahora sabíamos que la excesiva acumulación de riqueza, resultado de la avaricia, era un mal moral. Ahora sabemos que es también un mal económico”. Sería de desear que el Gobierno español, que se autodefine como socialdemócrata, actuara consecuentemente y viera que Roosevelt llevaba razón.
lunes, 21 de septiembre de 2009
OBAMA Y GULLIVER: EL CAPITAN NAUFRAGA EN WASHINGTON
SP
Cuenta Jonathan Swift que, cuando el Capitán Gulliver naufragó en Lilliput, los nativos lo trataron bien. El retribuyó sus atenciones ayudándoles a capturar una nave. Pero se negó a ayudarles a sojuzgar a sus vecinos. En castigo, los lilliputienses lo condenaron a arrancarle los ojos. Puesto que no medían sino unos 15centímetros de estatura, para dominarlo esperaron a que se durmiese.
Una vez dormido, lo sujetaron con cuerdas a estacas clavadas en la tierra. La unión hace la fuerza. Pero a veces la astucia supera a la fuerza. En efecto, sabemos que el astuto capitán logró huir, y que visitó otras tierras extrañas, tales como Laputa.
Swift ubicó esos acontecimientos en 1699.
Tres siglos después, el Capitán Obama llega a Washington con una gran visión y con la ilusión de ponerla en práctica. Sueña un porvenir justo, próspero y pacífico para su patria y para el mundo. Pero nuestro capitán naufraga a poco de llegar a puerto y pierde a casi todos los miembros de la tripulación que lo había acompañado en su viaje: los liberales movilizados por su visión generosa.
El Capitán no podía prever la crisis económica que se desató de golpe y que parece hecha a medida para hacerlo naufragar; ni con que sus asesores económicos, casi todos heredados del gobierno anterior, han ayudado a reflotar a los financistas pero no a los desocupados. La tasa de desocupación en los EE.UU. se ha duplicado en poco más de un año y llega casi al 10 por ciento.
... El Capitán prometió crear 3 millones de puestos de trabajo; pero éste es, precisamente, el número de puestos perdidos desde que fue electo. ¡Qué contraste con el gobierno laborista australiano! Su “paquete de estímulo” fue invertido en ayudar a los jubilados y a las familias con niños, así como en renovar o construir escuelas, todo lo cual hizo aumentar el consumo y mejorar la educación.
Tampoco contaba el Capitán Obama con la negativa de los parlamentarios de su propio partido a clausurar la infame prisión de Guantánamo, ubicada en tierra cubana, y donde el gobierno anterior había estado torturando a niños. Ni previó que su partido, en complicidad con las compañías de seguros, se negaría a reformar el sistema de asistencia médica, la gran causa por la cual luchó el finado senador Ted Kennedy durante cuatro décadas.
Al prometer un cambio de rumbo de la política exterior norteamericana, el Capitán Obama la puso en manos de Hillary Clinton, quien había aprobado las agresiones militares del gobierno anterior. El resultado es que no hubo cambios importantes en este capítulo, salvo de retórica. Por ejemplo, Joe Biden, el imprevisible vicepresidente, visitó Ucrania y Georgia para asegurarles el sostén de sus políticas respecto de Rusia, su poderosa vecina, al mismo tiempo que anunció al mundo que su país había renunciado a la política de las esferas de influencia.
El nuevo gobierno advirtió a Irán que no toleraría que fabricase bombas nucleares, pero nada dijo sobre las 200 bombas que se le atribuyen a Israel, la única potencia nuclear del Medio Oriente. Ni mencionó el destino de las 800 bases militares norteamericanas distribuidas entre los cinco continentes, y cuya clausura aliviaría considerablemente el déficit fiscal, estimado en 10 millones de millones (la unidad seguida de 13 ceros) de dólares. En cambio, afirmó que la Guerra en Afganistán es necesaria, aunque sin mencionar que sólo lo es para el siniestro Talibán, que se ha infiltrado en Pakistán.
... El Capitán Gulliver era vulnerable por haber perdido a su tripulación. El Capitán Obama es casi impotente por el mismo motivo: porque no lo acompaña su propio partido, debido a que no comparte su visión y es casi tan conservador como el Partido Republicano. Este conservadurismo no es propio de un grupo marginal, sino la ideología básica del pueblo norteamericano desde Nixon en adelante. Mientras escribo estas líneas, millones de norteamericanos anuncian que van a sacar a sus hijos de las escuelas públicas para protegerlos de la “propaganda socialista” que le atribuyen al presidente. Esa debe ser la misma gente que aún no se ha enterado de que la Tierra gira en torno al Sol, ni de que los humanos somos animales, productos de la evolución.
Ya nadie recuerda las reformas sociales puestas en práctica por los gobiernos de Franklin D. Roosevelt y Lyndon Johnson, que ni siquiera los gobiernos de Reagan y los Bush lograron demoler. Tampoco se recuerda mucho la excelente película política Mister Smith va a Washington (1939). En este clásico de Frank Capra, un honesto e ingenuo político provincial, que encarna el gran Jimmy Stewart, va al Capitolio a limpiarlo, como Hércules cuando se le ordenó limpiar los establos de Augías. El senador Smith no logró terminar su misión, pero sacudió a la opinión pública.
¿Logrará desatarse el Capitán Obama? Lea los próximos episodios.
Mario Bunge es el más importante e internacionalmente reconocido filósofo hispanoamericano del siglo XX. Físico y filósofo de saberes enciclopédicos y permanentemente comprometido con los valores del laicismo republicano, el socialismo democrático y los derechos humanos, son memorables sus devastadoras críticas de las pretensiones pseudocientíficas de la teoría económica neoclásica ortodoxa y del psicoanálisis “charlacanista”.
domingo, 20 de septiembre de 2009
¿TERMINARÁ ESTA CRISIS COMO SI NO HUBIERA PASADO NADA?
Desde el primer día en el que emergiera esta crisis, los gobernantes y altos mandatarios de la economía mundial han dedicado sus esfuerzos a combatir las consecuencias y no las causas de la misma. Las muy mediatizadas reuniones de urgencia a las que asistieron una y otra vez, siempre con el objetivo declarado de reformar el sistema o de realizar los cambios oportunos para que otra crisis igual no volviese a tener lugar, no sirvieron sino para confirmar y consolidar las políticas que ya habían llevado a cabo desde el primer momento. Políticas que han tenido como objetivo mantener el sistema funcionando bajo las mismas reglas, y con independencia del coste social y económico asumido.
Así, en la lucha contra las consecuencias de la crisis ya en agosto de 2007 comenzaron las millonarias inyecciones de dólares y euros al sistema financiero. Se trataba de salvar de la quiebra a innumerables entidades financieras, a las que además se dio otro tipo de facilidades económicas para que, en definitiva, pudieran mantener sus negocios a salvo. En otros casos incluso los gobiernos se hicieron cargo de la totalidad de las pérdidas mediante la nacionalización de las entidades.
Sin embargo, ¿dónde están los cambios anunciados para combatir las causas de la crisis? En ninguna parte. La reforma del capitalismo, tal y como lo anunció en su día el presidente francés N. Sarkozy, ha terminado por no llegar, y las condiciones de base no han sido modificadas un ápice. El sistema económico sigue padeciendo hoy los mismos problemas que le llevaron a la crisis: desregulación financiera, descontrol absoluto de la ingeniería financiera y predominancia de la actividad financiera sobre la actividad productiva, creación ingente y desproporcionada de dinero bancario, altos niveles de desigualdad, etc.
De momento parece que los gobernantes mundiales han conseguido taponar la herida, y algunas de las economías desarrolladas están recientemente comenzando a recuperar la actividad económica. Sin embargo, la hemorragia continua y no se está haciendo nada por evitar que en algún momento la situación económica vuelva a empeorar y con mucha mayor gravedad.
En las actuales circunstancias no es la crisis lo que habrá sido temporal, sino precisamente su presunta recuperación. De hecho, la situación ahora mismo es realmente precaria e inestable. Los balances de las entidades financieras no están mostrando el verdadero estado de las mismas, y muchas están sobreviviendo gracias a las ayudas económicas que les ofrecen los gobiernos o incluso a mentiras y ocultaciones contables. A su vez, los gobiernos han incurrido en millonarios gastos que merman el estado de las arcas públicas y que tendrán que ser compensados de alguna forma. La subida de impuestos generalizada es inminente, pero mientras no se modifique la regulación actual este coste recaerá una vez más en las clases más desfavorecidas. Además, el paro y el deterioro de las condiciones laborales continua haciendo estragos en una sociedad cada vez más desigual.
Si no se toman decisiones de raiz e inmediatas, lo que equivales a decir, justas y capaces de frenar el inmenso poder y la avaricia de las clases oligárquicas, la crisis volverá con mucha mayor fuerza. Que a nadie le quepa la más pequeña duda sobre eso.
Hay que esclavizar al sistema bancario financiero para que la economía pueda estar al servicio de los seres humanos para lo cual es requisito imprescindible modificar toda la reglamentación actual. Es necesario abolir los paraísos fiscales, pero también es urgente introducir nuevas y duras normas sobre las operaciones especulativas realizadas mediante la ingeniería financiera, así como imponer también nuevos e importantes límites al privilegio de creación de dinero que tienen los bancos. De la misma forma, es necesario reformular el modelo de desarrollo económico, haciéndolo compatible con las exigencias cada vez más evidentes del medio ambiente y promoviendo una pauta de reparto mucho más equilibrada y justa para que todas las clases sociales sean igualmente beneficiarias del crecimiento económico logrado.
¿Es posible esperar estos cambios que aquí formulamos someramente? Probablemente no, y es que somos conscientes de que ningún gobernante se ha atrevido aún a denunciar claramente a los verdaderos responsables de esta situación actual. Los gobiernos quieren hacer creer que la crisis ha sido un evento accidental y que no ha tenido relación alguna con la configuración actual del sistema económico, y es por eso por lo que no han tenido la valentía de señalar a los verdaderos responsables y a sus cómplices. Estos no han sido ni los Madoff y compañía, los sujetos e instituciones que aprovechan cualquier marco legal para enriquecerse haciendo trampas, sino las entidades financieras, los bancos centrales y los gobiernos que han configurado la economía mundial como un gran escenario donde hacer trampa está permitido y premiado.
Por lo tanto, es ahora más urgente que nunca que la izquierda y los movimientos populares se reorganicen y preparen para enfrentar tiempos mucho más difíciles. Son los desfavorecidos quienes tienen la capacidad de cambiar el rumbo de esta sociedad, que si no cambia de rumbo irá directamente el desastre, y sólo pueden hacerlo sabiendo responder con contundencia y firmeza a los atrevimientos y ataques de los poderosos y sus representantes en las altas esferas políticas y económicas. De lo contrario estaremos abocados a una situación mucho más dramática para millones de personas, aquellas que nunca son tenidas en cuenta por quienes manejan el mundo económico y político.
Vale la pena intentarlo. Es más, es un imperativo moral irrenunciable para cualquier ser humano honesto y responsable.
sábado, 19 de septiembre de 2009
ALGUNOS MITOS CLAVES DEL "LIBRE COMERCIO"
Marco Antonio Moreno, en el Blog Salmon
A propósito de la próxima aplicación de impuestos a las importaciones de acero y neumáticos de China en Estados Unidos, que ha enfurecido al gigante asiático, hay un hecho que no se puede pasar por alto. La próxima G20 se realiza en Pittsburgh, que fue justamente la principal ciudad acerera de Estados Unidos hasta principios de los años 80, cuando el libre comercio la hizo decaer desmantelando todo ese sector industrial. La ex ciudad del acero que figura en la pelìcula The Deer Hunter, de 1977 (los personajes que interpretan Robert DeNiro y Christopher Walken, trabajan en una acerera), es un testigo directo de los cambios que implica el libre comercio.
Por ello podemos cuestionar una de las afirmaciones centrales de la globalización que dice que el libre comercio es la clave de la prosperidad y que a mayor comercio de bienes, a mayor cantidad de productos circulando por el mundo, mejor será la prosperidad humana y mayor el bienestar. Parte de esta creencia nace del hecho de que los países hoy desarrollados se hicieron ricos con el libre comercio. Y si ellos pudieron… ¿por qué no el resto del mundo? Pensar de esta manera en la era de internet, en la “aldea global” de profetizó MacLuhan, tiene sus bemoles. Un examen más atento de la verdadera historia del capitalismo y del libre comercio arroja consideraciones diferentes. Existen mitos claves no revelados frente al “libre comercio”.
Cuando aquellos países, hoy desarrollados, estaban en pañales, no practicaban para nada el libre comercio. Actuaban como economías cerradas que se protegían del comercio externo con altos aranceles para promover su industria interna.
El economista coreano Ha-Joon Chang en su libro La patada a la escalera, reseña que ninguno de los países hoy desarrollados practicaba el liberalismo económico en la forma en que el neoliberalismo lo ha querido imponer al mundo en los últimos 30 años.
Aquellos países que hoy son desarrollados promovieron las más sorprendentes tasas arancelarias, impuestos, subsidios y otras medidas a los productos que cruzaban sus fronteras. Entre 1820 y 1870 las tasas arancelarias de Estados Unidos y Gran Bretaña superaban el 50%. Por eso es que la mayor brecha entre la historia “real” y la historia “imaginaria” del libre comercio es la que se refiere a estos dos países, pues se piensa y se da a entender que alcanzaron la cima de la jerarquía económica mundial adoptando políticas de “libre comercio”. Sin embargo, ambos países fueron los pioneros y más ardientes practicantes de las políticas intervencionistas en el comercio y la industria a través de los aranceles e impuestos. Eso demuestra que la “historia oficial” del capitalismo aún no se escribe.
Por eso, nada mejor que las palabras de Friedrich List, economista alemán que en pleno siglo XIX escribe:
“Una vez que se ha alcanzado la cima de la gloria, es una argucia muy común darle una patada a la escalera por la que se ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás. Aquí está el secreto de la doctrina cosmopolítica de Adam Smith y de las tendencias cosmopolíticas de sus contemporáneos… Para cualquier nación que, por medio de aranceles proteccionistas y de restricciones, haya elevado su poder industrial y su capacidad de comercio hasta tal grado de desarrollo que ninguna otra nación pueda sostener una libre competencia con ella, nada será más sabio que eliminar esa escalera por la que subió a las alturas y predicar a otras naciones los beneficios del libre comercio, declarando en tono penitente que siempre estuvo equivocada, mientras que ahora ha descubierto la senda de la verdad” (Friedrich List, 1885)
Es interesante constatar, de una vez, que sin el proteccionismo de Estado la revolución industrial del siglo XVIII nunca habría sido posible, y Gran Bretaña no habría destacado como la primera potencia mundial que fue en aquellos años. Más aun si se constata que entre los siglos XIII y XIV su economía se hallaba plenamente atrasada y se basaba en exportaciones de lana en bruto hacia países, obviamente, más adelantados (Holanda, por ejemplo).
Daniel Defoe, comerciante, político y escritor, autor de Robinson Crusoe (1725), describe cómo los monarcas de la dinastía Tudor, sobretodo Enrique VII (1485-1509) transformó Inglaterra de un país exportador de lana en bruto a una fábrica de productos laneros a todo el mundo. Según Defoe, las políticas que en 1489 puso en marcha Enrique VII se caracterizaban por el proteccionismo a la industria interna y los altos aranceles aplicados a todo tipo de lana que llegara del exterior.
La receta del proteccionismo en los Estados Unidos nació casi a la par que su Independencia. Los intelectuales y políticos de ese país entendieron claramente que la economía propuesta para el libre comercio por Adam Smith y los otros liberales de la época no era la apropiada. Por eso protegieron fuertemente sus industrias frente a los consejos de Smith y de Jean Baptiste Say.
Ulises Grant, héroe de la Guerra Civil y presidente de EE.UU. de 1868 a 1876, muestra claramente que los estadounidenses no permitirán a los británicos “patear la escalera”:
“Durante siglos, Inglaterra confió y aplicó medidas de protección, las llevó al extremo y obtuvo resultados satisfactorios. No cabe duda de que a ese sistema debe su fortaleza actual. Tras dos siglos, Inglaterra ha encontrado conveniente adoptar el libre comercio porque la protección ya no tiene nada que ofrecer. Muy bien, caballeros, mi conocimiento de nuestro país me lleva a pensar que en un par de siglos, cuando los Estados Unidos hayan obtenido todo lo posible de la protección, adoptará el libre comercio”.
Una de las cosas que poco se les ocurre a los gobiernos y economistas actuales es el arte de la comparación. Este gesto tiene que ver con las capacidades reales que cada quien tiene (país, empresa, individuo) y dichas capacidades tienen que ver con la ética. Pero el neoliberalismo no está con la ética, de hecho es justamente uno de los elementos que Hayek y Friedman llaman a no tener en cuenta frente al análisis económico.
Los modelos neoliberales también tienen el defecto de no tomar en cuenta las lecciones de la historia. Dan la patada a la escalera que ellos utilizaron para alcanzar la posición privilegiada que hoy ocupan y con eso aumentan la brecha de la desigualdad. A comienzos del siglo XX la renta per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA) de los países más ricos era dos a cuatro veces mayor que la de los países más pobres. Hoy, gracias a las políticas aplicadas en los últimos treinta años, esa brecha ha aumentado 60 veces.
Sean cuales sean las intenciones que hay tras la “patada a la escalera” lo cierto es que una globalización desordenada y con tratados de libre comercio por doquier, la economía mundial no ha alcanzado el dinamismo prometido y en muchos países simplemente se ha estancado. Esto es porque los tratados de libre comercio a secas no generan beneficios que se propaguen a toda la comunidad, sino que más bien tienden a favorecer a unos pocos.
viernes, 18 de septiembre de 2009
BANCOS Y DINERO
Emilio Carrillo
Es largo, pero aconsejo que lo leáis para entender muchas de las cosas que están pasando
No quiero ser pesado con el asunto de losbancos y la crisis que ellos mismos han provocado (véase, por ejemplo, laentrada del blog de fecha 4 de agosto pasado: “¿Dónde está el dineroperdido por los bancos?”), pero hay una noticia, poco divulgada en losmedios de comunicación, que ha de ser conocida y comentada.
Se estaban esperando con expectación los datos del primer semestre del año relativos a los resultados de la banca española. La pregunta que flotaba en el aire giraba a acerca de cómo le está yendo a nuestras grandes entidades financieras en estos tiempos de crisis. Cabía suponer que mal,pero podía haber sorpresas. Y las ha habido: navegando por en el proceloso mar de una depresión que ha arruinado a miles de empresas y llevado al paro a más de cuatro millones de españoles, la gran banca ha logrado en el primer semestre unos beneficios de 9.300 millones de euros (más de 1,5 billones de pesetas) en el caso de los cinco grandes (Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y Banco Popular); y de 1.100 millones, la banca mediana (Banesto, Bankinter, Banco de Valencia, Banco Sabadell, Banco Guipuzcoano, Banco Pastor,...).
Con la que está cayendo, estas cifras de beneficios resultan a todas luces escandalosas. Pero aún lo es más el cómo lo están consiguiendo. Para empezar, han vuelto a usar dos viejos trucos bancarios para acumular ganancias: +rebajar más rápidamente el interés de los depósitos y cuentas (tomando como base la bajada de tipos) que el interés de las hipotecas y créditos que conceden; lo que se ha visto favorecido por el retraso en la aplicación de las bajadas del euribor en las hipotecas al ser las revisiones semestrales o anuales; y +subir un 6,2% en lo que va de año las comisiones que cobran a sus clientes por las tarjetas de débito, hasta situar su importe en 16,11 euros anuales; y un 3,7% lo que cobran por las de crédito, hasta los 32,43 euros al año, según datos del Banco de España.
Pero donde está la madre del cordero del beneficio obtenido radica en otro hecho que es francamente tremendo, aunque por sus contenidos muy técnicos es fácil que pase desapercibido para el gran público.
Intentaré ser muy didáctico y aconsejo que leáis lo que viene, pues no tiene desperdicio para comprender muchas de las cosas que estás ocurriendo.
La auténtica clave de las ganancias de la banca española ha estado en la mejora en un ¡un 20%! de la base de su negocio. Esto es, el llamado margen de intermediación, denominado ahora margen de intereses.
Como todos sabemos, el fundamento del negocio bancario consiste en comprar y vender dinero. ¿A quién le compra la banca el dinero?: a los ahorradores (particulares, familias, empresas,…), a los que abona como precio de compra el tipo de interés que aplica a sus depósitos (sean cuentas corrientes, de ahorro, imposiciones a plazo fijo, etcétera). Y ¿a quién vende la banca ese mismo dinero?: a aquellos -personas físicas o jurídicas- a quien concede préstamos (hipotecarios, al consumo, con garantía personal,…), a los que cobra como precio de venta el tipo de interés que establece para tales créditos. Finalmente, el diferencial entre el precio de venta y el de compra determina el aludido margen de intermediación, que es el que ha subido ese 20% durante el primer semestre de 2009, originando pingües beneficios para las entidades financieras.
Pero, vamos a ver, dada la situación de crisis, el desempleo galopante y el cierre de empresas, ¿quién puede ahorrar dinero y proporcionar así a la banca la materia prima con la que arranca el circuito de compra/venta que se acaba de describir?; es más, ¿quién está en condiciones de recibir los préstamos, cuando el grifo de los créditos está prácticamente cerrado para familias y empresas?. Estamos llegando al núcleo duro del asunto.
El dinero se lo está proporcionado a los bancos una institución oficial: el Banco Central Europeo, el que fabrica los euros y sustituyó al Banco de España cuando la moneda única ocupó el lugar de la peseta. Y se lo está dando a un precio muy bajo: el 1% de interés anual, con plazo de devolución a 12 meses. Con estas condiciones, el BCE ha facilitado a la banca 400.000 millones de euros (cerca de 70 billones de pesetas; un 40%, aproximadamente, del PIB español).
¿Qué están haciendo las entidades bancarias con esta auténtica fortuna?; ¿están intentado paliar la crisis que ellas han generado canalizando tamaño montante como préstamos a familias y empresas?. De ningún modo. El dinero que la banca recibe del BCE está siendo utilizando para conceder préstamos al gobierno español y a las otras haciendas públicas europeas mediante la compra de bonos de la deuda –deuda pública- que están emitiendo. Concretamente, la banca está percibiendo de esta forma entre el 3 y el 4 por ciento anual del dinero que presta a los gobiernos.
Los números, por tanto son sencillos: el BCE proporciona dinero a la banca al 1%; y la banca se lo vende a los gobiernos a una media del 3,5%. El diferencial, margen de intermediación, es pues de 2,5 puntos porcentuales. Que aplicados a 400.000 millones de euros, representa una ganancia de 10.000 millones de euros (1,7 billones de pesetas). Me imagino que muchos os estaréis preguntando por qué no es el BCE, institución bancaria oficial, el que le presta el dinero directamente a los gobiernos, con lo que la hacienda pública -que somos todos- pagaría un interés del 1% y no del 3,5%.
Y a tan lógica cuestión, pido que añadáis esta otra que completa el cuadro: ¿para qué necesita el gobierno español y sus homólogos de la UE tanto dinero?. Principalmente, para financiar las ayudas que están concediendo a la banca al objeto, aseguran, de que supere la crisis. Si has terminado de frotarte los ojos ante lo increíble del tema, te lo resumo de otra forma: el gobierno se endeuda (emisión de deuda pública) para, fundamentalmente, disponer de fondos con los que apoyar a la banca; el Banco Central Europeo tiene el dinero preciso para ello, pero lejos de darle créditos directamente a las haciendas públicas, se lo proporciona a la banca al 1% de interés; la banca se lo presta a los gobiernos al 3-4%, metiéndose en el bolsillo una margen de intermediación del 2,5%, aproximadamente (que, aplicado a 400.000 millones de euros, representa una ganancia de 10.000 millones de euros - 1,7 billones de pesetas-); y, por último, los gobiernos usan ese mismo dinero para conceder subvenciones y ayudas a la propia banca.
Creo que esto ayuda a comprender mejor la afirmación que incluí en el blog el 5 de agosto, (en la entrada “Al filo de lo imposible”): el sistema se las basta para ir contra sí mismo y sobrevive, paradójicamente, gracias a ello
jueves, 17 de septiembre de 2009
TESTAMENTO VITAL PARA LA BANCA
La bancarrota del entonces cuarto banco de inversiones pesa como una losa sobre los debates del G-20, como reflejan los dos documentos aprobados por los ministros de Finanzas en Londres el pasado 5 de septiembre. Olvidado aquello de refundar el capitalismo, la preocupación dominante se ha centrado sobre medidas concretas que impidan otro derrumbe de los bancos globales, demasiado grandes para dejarlos que fracasen (el “too big to fail” de los anglófonos) porque, cuando se les deja caer, tiembla todo el sistema mundial. Es decir, intentan sentar las bases para que, superada la larga crisis actual, el sistema financiero vuelva a funcionar con normalidad sin abandonar el paradigma neoliberal. Pero las discrepancias encubiertas van más allá del tema de las retribuciones variables de los altos directivos de la banca (los bonus), que algunos querrían que jugara como otra cortina de humo, del mismo modo que se utilizó el asunto de los paraísos fiscales con éxito mediático para la pasada cumbre de abril. Para entender las discusiones en la cumbre, hay que recordar que Lehman Brothers se declaraba legalmente en quiebra un lunes 15 de septiembre con un pasivo de 613.000 millones de dólares frente a unos activos teóricamente valorados en 639.000; una quiebra diez veces mayor a la de Enron Corporation en 2001. Sin embargo, para comprender la trascendencia sistémica del caso, hay que tener en cuenta que el terremoto que siguió demostró que ni Bernanke ni nadie en el Gobierno de Bush tenían idea de la compleja dimensión de este banco de negocios, revelada luego por la firma encargada de investigarla por orden del juez neoyorquino competente.
En febrero de 2009, la firma Álvarez & Marsal presentó un informe con el plan de actuaciones (denominado International Protocol Proposal) a partir de la situación en que se encontraba Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, que la define literalmente como “caos”. Entre otros rasgos, destacamos sólo dos: “La pérdida de los sistemas contables” y “la inexistencia de inventarios de activos”; aunque utilizaba más de 2.700 aplicaciones informáticas diferentes. Algo así como si en una gigantesca inmobiliaria en quiebra no se tuvieran a mano las relaciones de pisos vendidos y de los que están sin vender. Y los datos aportados explican qué se nos quiere decir cuando las autoridades estadounidenses reconocen que hubo fallos en la supervisión bancaria. Para escapar a la contabilidad oficial supervisada por la Reserva Federal y las autoridades, como en otros casos de rescates bancarios que hemos analizado, en Lehman Brothers se gestionaba una banca paralela a la oficial, en la sombra, a través de la cual se obtenían fondos y se especulaba con valores innovadores, entre ellos los respaldados por las famosas hipotecas subprime, sin garantías; todo para protegerse frente a los riesgos al mismo tiempo que para dispersar estos de sus transacciones, apoyadas en entidades opacas en centros off-shore conocidos como paraísos fiscales. Lehman Brothers operaba como una firma global en más de 40 países con más de 650 entidades legales fuera de Estados Unidos, incluidas las filiales en lugares como Las Caimán, Bermudas, Suiza, Hong Kong o Singapur, según el citado informe.
De ahí que el G-20 intente que los bancos recauden más capital para lograr mayores niveles de solvencia una vez superada la crisis y además que se obligue a los grandes bancos para que dispongan siempre de un plan propio de decisiones finales (“resolution plan”, dice Geitner, Secretario del Tesoro estadounidense) o “testamento vital”, como lo llaman los británicos. Este plan para el caso de quiebra de un gran banco permitiría su disolución y liquidación ordenadas con el fin de tener un control de los riesgos que pudieran derivarse para el sistema financiero global. Y este nuevo concepto se ha reflejado en las medidas acordadas por los ministros de Finanzas, que tienen que ser ratificadas en la próxima cumbre de Pittsburg. Desde luego, a nuestro juicio, la exigencia de que los bancos globales “hagan testamento” podría tener consecuencias letales para el papel opaco que los llamados paraísos fiscales desempeñan en las finanzas mundiales. Porque conllevaría un permanente inventario de activos y entidades vinculadas para el caso de disolución de una entidad compleja, lo cual podría romper la opacidad con que funcionan los grandes bancos. Sin embargo, hay quien subraya que la cosa habría sido más fácil hace seis meses, cuando la gran banca estaba políticamente en la cuerda floja; pero recuperados ya del shock de Lehman Brothers, parece más difícil que sobreviva esta idea de hacer testamento en vida.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
LA ABOMINACION QUE NO CESA
José Vidal-Beneyto
El patrimonio de los 10 más ricos del mundo es superior a la suma de las rentas nacionales de los 55 países más pobres. La sociedad debe cuestionar al capitalismo que glorifica la riqueza de unos pocos.
... Ahora, además, ideología y política se han sumado a esta estrategia, que ha hecho suya el liberalismo económico radical, una de cuyas formulaciones programáticas más populares son los Diez mandamientos para el éxito que nos propone Dany Robert-Dufour en su obra La Revolución cultural liberal, de los que pueden servir de muestra estos tres que traduzco del francés: “Tu única guía será el egoísmo”, “Violarás las leyes sin que consigan cogerte”, “Los otros serán sólo instrumentos para el logro de tus objetivos”.
En una línea más atenuada y de recibo, pero respondiendo sustancialmente a la misma orientación, se inscriben los preceptos del Consenso de Washington, formulados por John Williamson, en los que se resume la quintaesencia de la política económica de los grandes organismos económicos mundiales, celosos guardianes del credo liberal -Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Ministerios de Hacienda de los principales países occidentales- cuya hermética defensa de la doctrina y de la práctica del neoliberalismo no admite una sola excepción, y cuya sustancia resumen estos tres principios que completan los mandamientos de Robert-Dufour:
Cada tres segundos muere un niño por causa ligadas a la pobreza y frente a ello cada día se multiplica vertiginosamente la fortuna de los más ricos.
Por ejemplo, en el de Stan O’Neal, director ejecutivo de Merrill Lynch, con pérdidas superiores, durante su mandato, a los 10.000 millones de dólares entre préstamos de riesgos fallidos y cuentas negativas de su gestión ordinaria, que recibió en su despedida 161 millones de dólares, o Hank MacKinnell, presidente de Pfizer, que perdió durante su mandato 137.000 millones de dólares en valor de mercado y se llevó a casa algo más de 200 millones.
Con carácter más general, en los últimos 30 años se ha confirmado y generalizado la práctica de los contratos blindados, conocidos popularmente como paracaídas dorados, que aseguran a sus titulares una cuantiosa retribución cuando dejen de ejercer sus funciones. Para limitarnos a nuestro país y a un solo caso, que fue objeto de controversia en la prensa, el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, y su consejero delegado, Rafael Miranda, si hubiera funcionado la OPA que organizaron, su relevo hubiera costado 17 millones de euros. Un ejemplo francés: el superpatrón de Carrefour Daniel Bernard, que se negó a aumentar el salario a sus empleados y puso en la calle a más de mil y que, cuando dejó la empresa después de haber acumulado en provecho propio 171 millones de euros, arrambló con 38 millones como prima de salida.
Con todo, lo más oprobioso es lo que se califica como la actividad de los fondos buitres contra los países pobres -de la que me he ocupado en este diario-, fondos especializados en comprar las deudas comerciales de los países más desvalidos e intentar revenderlas con sustanciosos beneficios. El caso más sonado últimamente ha sido el de la financiera Donegal International, que compró por menos de cuatro millones de dólares a Rumania una deuda de Zambia de 11,4 millones de euros, que la Alta Corte de Londres había convertido en ejecutiva y por la que luego Donegal pedía a ese país africano 55 millones de dólares.
Y luego no digamos que ese desafuero y todas las otras fechorías globales son inevitables como consecuencia de la situación mundial. El último informe anual de la ONU sobre Desarrollo de los Recursos Humanos desmonta una vez más el mito de que la pobreza global deriva necesariamente de un conjunto de circunstancias inmodificables por los escasos recursos disponibles frente a tanta población desasistida.
martes, 15 de septiembre de 2009
¿EL FINAL DE LA CRISIS?
Para dar cuenta de lo anterior lo primero que se impone es recordar que las reiteradas declaraciones que se han producido en los últimos días en lo que atañe al final de la etapa de recesión beben en buena medida de un designio prefijado: el de crear un escenario psicológico que permita que ese final se haga realidad, y ello aun en ausencia de elementos materiales que apuntalen el proceso. Más allá de ello, y comoquiera que, fanfarria retórica aparte, no hay motivos para afirmar que las reglas del juego han cambiado sensiblemente -la desregulación sigue campando, en otras palabras, por sus respetos-, lo suyo es afirmar que, de entrar las economías en una fase de bonanza, por muy relativa que esta sea, lo más sencillo es que el retorno a un escenario de recesión sea rápido. Hay quien sostiene al respecto que, comoquiera que los problemas principales no nacen del capitalismo desregulado, sino de la propia lógica del capitalismo en sí mismo, sin adjetivos, debemos prepararnos para un escenario marcado por el descrédito de los esquemas cíclicos que hemos manejado durante decenios. O lo que es lo mismo: debemos aceptar que la recuperación de la que hablan tantos estudiosos no es sino un fuego de artificio que esconde una nueva crisis que se manifestará con rapidez.
Que las reglas, y los valores, no cambian lo demuestra palmariamente un hecho: nadie parece dispuesto a tomarse en serio una discusión central como es la de la idoneidad del crecimiento económico y del despegue del consumo a la hora de medir cómo van las cosas. Nunca se subrayará lo suficiente que, a diferencia de lo que ocurrió en 1929, el capitalismo se topa hoy con un problema central: el de los límites medioambientales y de recursos del planeta. Cualquier apuesta que dé en defender inopinadamente el crecimiento como panacea resolutoria de todos los males - y en ese magma mental se hallan, entre nosotros, tanto el Gobierno como la oposición-arrastra problemas sin cuento que nacen del olvido de circunstancias importantes. Entre ellas despuntan la precaria, por no decir nula, relación entre el crecimiento económico y la cohesión social, el agotamiento de recursos básicos, el despliegue de agresiones medioambientales acaso irreversibles y el asentamiento de un modo de vida esclavo que confunde interesadamente felicidad con consumo.
Parece, por otra parte, que quienes anuncian el final de la crisis sólo tienen en mente la manifestación de esta que hemos decidido etiquetar de financiera. Hay, sin embargo, en la trastienda, otras crisis que no suscitan, llamativamente, atención alguna. Porque ¿hemos puesto un freno convincente, por ejemplo, al cambio climático, una realidad inexorable de efectos en todos los casos negativos? ¿Hemos asumido políticas de reducción del consumo y de despliegue de energías renovables que nos permitan encarar con optimismo el incremento, inevitable a medio y largo plazo, de los precios de la mayoría de las materias primas energéticas, manifiestamente escasas, que hoy empleamos? ¿Estamos actuando de manera creíble para poner coto a un problema de siempre, como es el de la pobreza y el hambre que atenazan a buena parte de los habitantes del planeta?
Los hechos así, más bien parece que quienes se empeñan en contarnos que la crisis ha terminado están pensando, en exclusiva, en sus intereses más inmediatos y mezquinos, y están olvidando lo que perciben todos los días en su carne la mayoría de los seres humanos. Y es que, y dicho sea de paso, muchos de los habitantes del sur de Asia, del África subsahariana y de América Latina han vivido siempre inmersos en una crisis de la que, las cosas como van, tienen pocas esperanzas de salir.
Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y autor de ´En defensa del decrecimiento´.
Fuente: La Vanguardia.