martes, 30 de diciembre de 2008

10 CAMPEONES ESTADOUNIDENSES DE LA CODICIA DEL 2008


Esta época del año siempre parece traer consigo un chaparrón de listas de "top ten": que si las diez mejores películas del año, los diez mejores libros del año, las diez noticias del año, etcétera. Hemos decidido unirnos a la gresca con nuestra propia lista de los diez más codiciosos de América. No podríamos haber cogido mejor año que el 2008 para "honrar" a nuestros más codiciosos. El impresionante desplome económico ha atraído la atención de toda nuestra nación -y de todo el mundo- hacia las travesuras de quienes anhelaban más de lo que cabalmente necesitaban.

Pero este año presenta también enormes desafíos para quienquiera que se atreva a intentar clasificar a los más codiciosos. Con tanta codicia ahí fuera, ¿cómo podríamos limitar nuestra lista simplemente a diez? La última explosión de codicia en alcanzar los titulares -el esquema Ponzi de 50 mil millones de dólares de Bernie Madoff- ilustra lo difícil que puede ser clasificar la codicia.

¿A quién de todo este escándalo deberíamos dar la máxima puntuación? ¿Al propio Bernie Madoff, quien, a sus 70 años de edad, engañó a sus acaudalados amigos y a organizaciones de caridad gracias a su fama de "genio" de las inversiones de Wall Street, y mantener, de paso, un pisito de 6 millones de dólares en Manhattan, una mansión en primera línea de mar en Palm Bech y una residencia para los fines de semana en Long Island?

¿O deberíamos otorgar esos puntos a los sofisticados "intermediarios" de los hedge fund como Walter Noel, que construyó una fortuna propia de un cardenal llevando clientes a Madoff y cargándoles en cuenta decenas de millones en concepto de comisión?

¿O quizá deberían ir directamente a los mismos inversores en la pirámide de Madoff, los caballeretes que pagaron hasta 250.000 dólares al año por el privilegio de pertenecer a un country club de lo más pijo?

¡Hay tantas opciones! ¿Y qué me decís de James Cayne, el director ejecutivo de Bear Sterns que entró a lomos de activos tóxicos en el club de los milmillonarios? ¿Y Angelo Mozilo, que hizo la misma carrera en Countrywide Financial, sembrando por el camino el sufrimiento a miles de familias afectadas por las hipotecas subprime?

Al fin nos dimos cuenta de que el tamaño de la fortuna conseguida no determina el nivel de codicia. Es la intención lo que cuenta. En este espíritu navideño, esperamos que nuestra lista de los diez más codiciosos les resulte de algún interés -e inspiración para acabar con ella.


10: Dwight Schar

Cualquier lista de los más codiciosos del 2008 tiene que empezar, por descontado, con quienes investidos por el poder, hincharon la burbuja inmobiliaria -de la que tantos beneficios han obtenido- que ahora estalla. En noviembre, periodistas de investigación del Wall Street Journal escudriñaron los libros de cuentas de empresas hipotecarias y de la construcción y encontraron a 15 ejecutivos que se habían embolsado, "en compensaciones y procesos de venta de acciones" al menos 100 millones de dólares durante los últimos cinco años.

Entre los quince afortunados figuraba Dwight Schar, presidente del gigante de la construcción NVR Inc. Schar, de 66 años, se ha sacado 625 millones de dólares desde el 2002. En el 2004 se gastó un buen mordisco de todo aquello comprando una mansión con vistas al océano en Palm Beach, Florida, por 70 millones de dólares, el importe más alto pagado entonces por una residencia en los EE.UU. La vivienda, de siete dormitorios, incluía una habitación completa como humidificador de habanos.

La residencia legal de Schar, una finca vallada al norte de Washington D.C., ocupa diez acres dominando el valle del Potomac. El valor de NVR ha caído más de un 60% desde que la burbuja inmobiliaria alcanzase su punto más alto, pero ninguna de las residencias de Schar figuran en las listas de desahucio en el futuro inmediato.


9: Patrick Soon-Shiong

¿Por qué la atención sanitaria es tan cara en los Estados Unidos? Quizá alguien debería preguntárselo a Patrick Soon-Shiong, empresario farmacéutico de Los Angeles que ha visto como este septiembre su fortuna personal -3 mil millones de dólares- se disparaba más del doble.

Soon-Shiong saludó el 2008 como presidente ejecutivo de la farmacéutica APP. Volvió a ser ejecutivo directivo en primavera, pero el antiguo cirujano aún retuvo el 83% de las acciones de la compañía. En julio, accedió vender APP a una empresa alemana. La venta finalizó dos meses después por un importe inicial total de 3'7 mil millones de dólares.

¿Qué hacía a la APP tan atractiva? La compañía es una máquina de hacer dinero. En el 2007, según hace notar Los Angeles Business Journal, APP alcanzó los 253 millones de dólares en ingresos netos sobre un total de tan sólo 647 millones de dólares en ventas. La empresa comenzó el año con una veta igualmente provechosa, cuando la amenaza del aire contaminado en China dejó a la APP como la única fuente norteamericana de vasodilatadores. Ipso facto, se duplicó el precio del medicamento.


8: Richard Baker

No ha sido éste un gran año para la industria de los hedge fund. Los fondos -vehículos para inversiones sin regulación alguna, abiertos exclusivamente a inversores de bolsillos amplios- están sufriendo el peor año de toda su historia, cayendo a un ritmo del 19% desde noviembre. Pero la industria ha sido sin duda una perita en dulce para al menos un tío afortunado, el ex congresista de Louisiana Richard Baker.

El pasado mes de febrero Baker abandonó su escaño en el parlamento -y su salario de 169.300 dólares- para convertirse en presidente y director ejecutivo de Managed Funds Association, la asociación comercial de la industria de los hedge fund.

¿Qué es lo que hizo que Baker, de 60 años, abogado desde los 23, abandonase su carrera como funcionario público? Quizá fuese el beneficio privado.Como presidente del grupo comercial de las hedge fund, según informó el Times-Picayune de Nueva Orleans a principios de este año, Baker se llevaría a casa 1 millón de dólares de salario annual y un paquete de beneficios.

¿Qué hacía a Baker tan atractivo a ojos de los milmillonarios estadounidenses de los hedge funds? Como miembro del Subcomité de Servicios Financieros del Parlamento para el Mercado de Capitales (House Financial Services Subcommittee on Capital Markets), según señala el Centro para una Política Responsable (Center for Responsible Politics), Baker ha estado supervisando a la misma industria que, como primera espada de las hedge fund, representa.


7: James Mulva

La pasada primavera, cuando los motoristas se volvían rojos de rabia cada vez que tenían que llenar el depósito, este director ejecutivo, rey del petróleo, intentó convencer a los americanos de que compartía su dolor. Así habló el ConocoPhillips CEO Mulva: "El elevado precio del petróleo no han sido nuestro amigo", porque, como explicó después a los periodistas, los altos precios por el barril de crudo equivalen a los países ricos en recursos petrolíferos exigiendo un mayor control sobre su petróleo.

Por otra parte, la subida de los precios del crudo durante los últimos años no es que haya roto exactamente los corazones de los reyes del petróleo. Los beneficios de la industria, según ha observado este otoño la Federación de Consumidores de América, ha crecido vertiginosamente un 600% desde el 2002.

Pocos han disfrutado de más recompensas por este éxito que Mulva, de 62 años de edad. Ha cosechado 50'5 millones de dólares en beneficios personales, según las cifras registradas por la Comisión Federal de Valores y Cambios. Cuando se retire,cobrará una pensión anual de 2'6 millones de dólares.


6: Ralph Roberts

El 1 de enero del 2008, el imperio de la televisión por cable Comcast puso en marcha lo último en planes de incentivos para los ejecutivos: un new deal que garantizaba al fundador de la compañía y miembro del comité ejecutivo, Ralph Roberts, 1'85 millones de dólares de salario básico anual durante cinco años después de su muerte, yendo la paga post-mortem a quienquiera que Roberts nombre beneficiario.

En el 2007, Roberts, que ahora tiene 88 años, se embolsó 24'7 millones de dólares como remuneración. Su hijo, Brian Roberts, también director ejecutivo en Comcast, recogió 20'8 millones de dólares.

Algunos accionistas, a principios del 2008, empezaron a sentirse un poquito ofendidos por esta generosidad. Algunos incluso empezaron a pedir la dimisión de Brian. En febrero, bajo el intenso fuego de artillería de las críticas, el clan de los Roberts cedió. Aceptaron recortar los beneficios tras la muerte de Ralph y rebajar su salario 1 millón de dólares cada año. Pero Comcast continuará pagando a Ralph otros tantos privilegios, incluyendo su seguro de vida. En el 2006, las primas iban a 10'5 millones de dólares.

Mientras tanto, en noviembre, los medios de comunicación revelaron que los reguladores estatales y federales de la televisión por cable temen que Comcast, aprovechando la confusión entre los consumidores por la transición hacia la televisión digital terrestre, cargue a los afiliados a la televisión por cable con paquetes mensuales de canales más caros.


5: Steve Jobs

En el 2008, un año más, el ejecutivo más distinguido en el club de los CEO de un millón de dólares al año es Steve Jobs, el director ejecutivo de Apple Computer. Jobs ha estado cobrando sólo 1 millón de dólares al año de salario desde 1997. Pero, claro, tiene que haber estado recibiendo otras recompensas. Saludó el 2008 con cerca de 5'5 millones de las acciones de Apple y un paracaídas, no demasiado lejos por aquello de lo que pueda pasar, de 6 mil millones de dólares.

El pasado mes de marzo, para avanzarse a cualquier recompensa futura que pueda aparecer en su camino como director ejecutivo, los accionistas de Apple aprobaron una resolución que les da un voto consultivo ante cualquier compensación a los ejecutivos ("Say on Pay"). Bromeó Jobs en respuesta: "Espero que "Say on Pay" me ayude con mi salario anual de 1 millón de dólares al año."

Pero los directores corporativos de Apple no están esperando precisamente la ayuda del accionista. En el anuncio de objetivos de 2008 de la compañía señalaron que ya estaban "considerando acuerdos de compensación adicionales" para Jobs, dada su importancia "crucial" y su "contínuo liderazgo" en la empresa.

El propio Jobs explicó a los accionistas en la reunión anual de Apple que está "seguro" de que cualquiera de los restantes ejecutivos "podría ocupar su lugar." Es más, probablemente esté impaciente por ver qué tipo de "compensación adicional" tiene la imaginativa junta directiva de Apple en mente. En 1999, la junta regaló a Jobs un jet Gulfstream V valorado en 90 millones de dólares, y acordó pagar a Jobs los costes de su funcionamiento. En el 2007, ese coste alcanzó los 776.000 dólares.


4: Robert Stevens

Paz en la tierra y buenos deseos para todo el mundo. Pero no tan deprisa. Ése podría ser el lema de estas vacaciones de Lockheed Martin, el mayor contratista militar del mundo. Bajo la dirección de Robert Stevens, el margen de beneficios de la compañía prácticamente se ha duplicado, gracias, en no poca medida, al incremento del 72% de la inversión militar estadounidense, tras la inflación, desde el año 2000.

Y el futuro parece igualmente brillante, incluso con el apaciguamiento de la guerra en Irak. Lockheed Martin, según apuntó Stevens, de 57 años, el mes pasado, no ve más que una "expansión continua" en sus ventas de equipamiento militar a ultramar. Estas ventas, según creen los analistas industriales, pueden proporcionar dividendos astronómicos, porque los contribuyentes estadounidenses ya han pagado la factura para la investigación y desarrollo de este equipamiento.

Pero Stevens no ha puesto todos sus huevos en un solo cesto. Lockheed Martin, según declaró la semana pasada, está completamente "liberada" de los grilletes de la crisis económica y ahora está planteándose efectuar adquisiciones corporativas en otros campos, como la sanidad.

La salud financiera personal del director ejecutivo en jefe está fuerte como un roble. Stevens se sacó 26 millones de dólares el año pasado. El general más condecorado del ejército los EE.UU. tendría que trabajar más de 130 años para conseguir esa misma cantidad.


3: Larry Ellison

Ningún otro estado de Norteamérica está sufriendo tanto por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria como California, y ningún otro californiano se está beneficiando de él tanto como el milmillonario Larry Ellison, el director ejecutivo de la empresa de software Oracle, que ahora ocupa el tercer lugar en la última lista Forbes de los 400 hombres más ricos de América.

Ellison empleó 9 años y 200 millones de dólares construyéndose una suntuosa residencia al norte de California con la estética extravagante de un emperador japonés del siglo XVI. En el 2005, funcionarios del condado de San Mateo valoraron esta propiedad de 23 acres en 166'3 millones de dólares. Para el disgusto de Ellison. Una valoración más exacta, de acuerdo con sus abogados, la tasaría por unos 100 millones de dólares menos.

A principios de esta primavera, la corte de apelaciones de San Mateo se puso finalmente del lado de los abogados de Ellison. La decisión benefició a Ellison con una devolución fiscal de 3 millones de dólares. Las escuelas públicas del condado tienen ahora que soportar la carga que esa devolución ha generado. En los próximos años, el descuento fiscal de Ellis costará a las escuelas de Portola Valley más o menos unos 250.000 dólares anuales, que es lo que costaría contratar a tres profesores.

Ellison, como ejecutivo en jefe de Oracle, abona en su cuenta corriente esa cifra cada hora. Este mes de agosto, antes de que abriesen las escuelas, las nóminas de Oracle revelaban que Ellison cobró 84'6 millones de dólares en el 2008 por su trabajo como director ejecutivo. También ganó otros 544 millones de dólares a través de sus acciones en Oracle.


2: John Thain

En los cenáculos de las altas finanzas lo llamaban John Thain, "Mr. Arreglalotodo". En el 2004 la Bolsa de Nueva York contrató a Thain, una prometedora estrella en Goldman Sachs, para arreglar el fiasco después de que Dick Grasso, director ejecutivo de la Bolsa de Nueva York, se marchase con un escandaloso "paracaídas de oro" para su retiro de 140 millones de dólares. En octubre del 2007, Merryll Lynch le pidió a Thain que recogiera los cristales rotos después de que la junta directiva de Merill defenestrase al director ejecutivo Stanley O'Neal, que se llevó con su despedida unos 160 millones de dólares.

Merrill Lynch se vació los bolsillos para hacerse con los servicios de Thain. El Sr. Arreglalotodo se subió al carro de la compañía con una cláusula de 15 millones de dólares y un puñado de incentivos, a cada cual más exagerado y suntuoso, que "hubieran sido considerados excesivos para la industria en cualquier sitio", declaró Graef Crystal, experto en salarios de los CEO,"menos en esa pequeña parte de Manhattan que se llama Wall Street."

Cuando los gigantes financieros, asustados por la crisis de la subprime, empezaron a derrumbarse a su alrededor, Thain se puso manos a la obra con toda suerte de tejemanejes, asegurando a quienes allí estaban que todo iría bien. En julio dijo a los inversores que "se sentía cómodo con los niveles de liquidez de Merill." En agosto declaró que su empresa estaba "en una buena posición en los años por venir."

Bueno, quizá no era tan buena la posición. En septiembre, como informó más tarde Reuters, Merrill vivió momentos de "pánico absoluto", para ser resctada una hora antes de que Lehman Brothers se declarase en bancarrota, cuando el Bank of América decidió tragarse el sapo de Merrill.

Merrill Lynch, según al parecer creía Thain, había sido reparada, y, a principios de diciembre, dejó caer que esperaba un nuevo extra por sus esfuerzos de 10 millones de dólares, a pesar de la pérdida de 12 mil millones de dólares en el 2008 y el despido pendiente de una quinta parte de la fuerza de trabajo de la empresa. Y por encima de toda esta situación, el nuevo padrino de Merrill, Bank of America, cogía 25 mil millones al contribuyente para rescatar empresas y bancos.

La exigencia de Thain se convirtió rápidamente en una tacha en su historial de relaciones públicas. A mediados de diciembre, Merrill y Thain, bajo creciente presión, cesaron sus peticiones. ¿Cuáles eran las buenas noticias para Mr. Arreglalotodo? Que, con todo, aún se llevaría de 5'2 millones de dólares en concepto de "pago por cambio de control" por vender Merrill -y pese a todo, conservar su trabajo.

A diferencia de las familias que todo lo perdieron cuando se desplomaron las hipotecas subprime de Merrill, Thain aún posee una casa, una verdaderamente hermosa, un palacete de 14 dormitorios al norte de Manhattan con pistas de tenis, piscinas y un lago lleno de peces para su uso privado.


1: Richard Gilman

El director ejecutivo de una pequeña empresa del norte de Chicago, para los estándares de Fortune 500, puntúa bajo. Pero éste en particular, Richard Gilman, ha cosechado titulares y hecho historia en el 2008. Si alguien merece el primer puesto en el top ten de los más codiciosos de este año es él. Gilman empezó dirigiendo Republic Windows and Doors, una fábrica modesta, de cuatro décadas de antigüedad, en el 2006. Pronto llegaron los despidos, y, en un momento, sólo 240 obreros permanecían sindicados, cuando en su día habían llegado a ser 500.

Estos trabajadores, a principios de otoño se dieron cuenta de que algo más ominoso les acechaba. Las máquinas de la planta de Chicago empezaron a desaparecer. Lo que los obreros no sabían es que, para "desempatar" la situación, la compañía había creado una nueva firma y comprado una nueva fábrica en Iowa en la que los sindicatos no tenían presencia.

A dos días para empezar diciembre, la Republic dio a los trabajadores la mala noticia. La empresa cerraría dentro de tres días. Los trabajadores perderían las vacaciones que habían ganado esforzadamente y su seguro médico, y tampoco verían la indemnización que legalmente les corresponde.

Otro típico asalto a los derechos de los trabajadores con un pie tímidamente puesto en la clase media. O eso parecía. Porque los trabajadores hiceron algo extraordinario. Reviviendo las historias de las huelgas y ocupaciones durante la Gran Depresión, tomaron la fábrica -y capturaron la atención de Norteamérica.

La ocupación forzó a Gilman y a su hucha particular, Bank of America, a sentarse en la mesa de negociación, donde pronto un acuerdo tomó forma. Pero de pronto Gilman lanzó un palo a las ruedas y se ganó el premio gordo, por méritos propios, en el top ten de los más codiciosos. Gilman exigió que "cualquier préstamo bancario para ayudar a los trabajadores también cubriese" el uso de su Mercedes y de su BMW y ocho semanas de su salario de 225.000 dólares.

Pero los trabajadores no tragaron. Gilman retiró su demanda. El préstamo del banco llegaría. Los obreros habían ganado. La codicia había perdido.

Y eso no es algo que haya ocurrido mucho estas últimas tres décadas. Quizá la codicia haya ido demasiado lejos. Puede que hayamos llegado al fin de una era. La vieja estirpe de los barones del robo podría dejar de existir para siempre.



domingo, 28 de diciembre de 2008

SE VENDE


Este es el cartel que habitualmente estamos acostumbrados a ver en las ventanas de los pisos, bajeras y últimamente en los cristales de muchos coches. No se preocupen no les voy a hablar de la crisis económica mundial.

Este título responde a un nuevo fenómeno que se está dando en el mundo, tanto por parte de multimillonarios a nivel particular como de multinacionales y países ricos. ¿Qué hacen? Comprar grandes extensiones de tierras en países en vías de desarrollo o países pobres. Como vemos, en esta economía de mercado global ya no se salvan ni los países, surgiendo una nueva forma de imperialismo, como lo que sufrieron muchas partes del mundo a lo largo del siglo XIX y XX.

A lo largo de los años 2006-2007 e inicios de 2008 hemos asistido a un aumento considerable de los precios de los alimentos y de las materias primas. En 2007 la FAO estimaba en 963 millones de personas que pasaban hambre y para el año 2008 se le añadirían 40 millones de personas más. Que decir de los años siguientes sumergidos en esta cruel crisis económica, creada por los ricos y pagada por los pobres con millones de muertos.

Se está produciendo una carrera por parte de los países ricos y las multinacionales por adueñarse de las tierras de los estados latinoamericanos, asiáticos y africanos. Esto lo hacen las naciones ricas para asegurarse suficientes reservas alimentarías de comida, y las multinacionales para hacer negocio ahora que la bolsa no da beneficios.

Ya hace una década, que muchos multimillonarios se dedicaron a comprar grandes extensiones de tierras agrícolas en la Pampa argentina. Por ejemplo nuestra multinacional papelera ENCE que compró miles de hectáreas de terreno en Uruguay para plantar eucaliptos con lo que abastecer sus plantas papeleras.

Ante la escasez de alimentos, algunos de los países productores de estos alimentos habían empezado a tomar medidas proteccionistas a sus exportaciones, para así asegurarse su propia alimentación, tal es el caso de Argentina, Tailandia u otros países del suroeste asiático.

Con estas compras de terrenos agrícolas pretenden asegurarse una disponibilidad alimentaría y protegerse del proteccionismo de los países productores. Se prevé que a medio y largo plazo van a volver a subir los precios de la alimentación por la escasez de su producción, pues se calcula que para el año 2050, la producción de alimentos va a tener que doblarse para satisfacer la demanda mundial.

China, India, Japón, Malasia, Corea del Sur, Egipto, Libia, los países del golfo Pérsico que presentan un gran desarrollo económico pero también demográfico han constatado la falta de tierras agrícolas y de agua tan necesaria para la agricultura. Todos estos países son grandes importadores de alimentos.

Estos países ricos compran o alquilan tierras a los países pobres a precios muy bajos. Los países pobres carecen de inversiones y no tiene tecnología que les permita aumentar su producción agrícola para salir de su subsistencia.

Este proceso está provocando grandes resistencias. Paraguay acaba de aprobar una legislación que prohíbe la venta de tierras a los extranjeros. Lo mismo está sucediendo en Uruguay y en Brasil y no tardaremos en verlo en Argentina. Esto se produce en estos países pues no solo son las tierras sino lo que hay debajo de ellas, el agua. Debajo de estas tierras se encuentra uno de los acuíferos más grandes del mundo, el acuífero Guaraní, que tiene una extensión de más del doble que España y, que está en el punto de mira de los Estados Unidos (que presentarán grandes carencias hídricas para el 2040) y de multinacionales como Coca Cola, Pepsi Cola y grandes embotelladoras de agua. Además con un posible uso para lo obtención de hidrógeno.

Hace poco podíamos leer en la prensa, como la multinacional coreana Daewoo Logistics Corporation, intentaba alquilar para cien años la mitad de las tierras cultivables de Madagascar, para la producción de maíz y asegurarse su autoabastecimiento

La zona seleccionada se sitúa en el suroeste de la isla, que es una zona muy árida, pero que tiene una gran abundancia en especies de flora y fauna y que alterará la vida de la tribu nómada de los Sakalava.

Sin embargo, el 70 % de la población de Madagascar, unos 14 millones de personas, viven bajo el umbral de la pobreza y más de medio millón de personas reciben asistencia del programa Mundial de Alimentos.

Este proyecto ha levantado grandes protestas y es en el propio Madagascar donde más se da, pues el acceso a la propiedad de la tierra resulta muy complicado, habiendo miles de campesinos que ocupan todavía de forma no regular, muchas fincas que fueron abandonadas por los colonos franceses tras el proceso de autodeterminación.

Las multinacionales también han entrado en el proceso de compra. Muchas están interesadas en los campos de cereales, pero también para la producción del biodiésel. Este es un cultivo muy intensivo en el uso del agua y de abonos químicos y que provoca la apertura de nuevos terrenos, generalmente espacios naturales, como ha sucedido en Etiopia o adquiriendo fincas a pequeños agricultores que pasan a ser jornaleros o expulsados de sus tierras a los extrarradios de las grandes ciudades provocando su lumperización.

Media docena de multinacionales se han implantado en Tanzania, donde el gobierno les ha proporcionado tierras. Sirva como ejemplo Alemania que tiene un proyecto para la producción de biodiésel en unas 200.000 Ha. de este país.

Los países del golfo Pérsico con una gran capacidad financiera y con pocas posibilidades agrarias dadas las características de su terreno y su climatología se están extendiendo en países como Pakistán, Brasil y están empezando a apostar por África, como zonas que les aseguren la alimentación de su población.

China, país con un gran desarrollo industrial y demográfico que cada vez tiene más problemas en su progreso agrícola por la fuerte carencia de agua. Año a año se irá agravando, lo que hará que no tenga capacidad para alimentar a su población. Está desarrollando una política de acuerdos de cooperación. Actualmente ya dispone de más de 35 acuerdos con países asiáticos y africanos, que le permiten la producción de arroz, maíz, soja y biocombustibles mientras que ellos les aportan tecnología y financiación para el desarrollo de estos países.

Todos este proceso si fuera ordenado y con supervisión de organismos internacionales como la FAO podrían ser beneficiosos si hubiera un equilibrio en los contratos bilaterales, donde los países pobres recibieran transferencias tecnológicas y financieras dedicadas al desarrollo de su economía y para asegurar un futuro a su población. Esto no solo no está ocurriendo, pues no se está dando nada a estos países con lo cual les sumerge en una mayor pobreza, degradan su flora y fauna, esquilman su agua y contaminan sus tierras con todo tipo de abonos químicos y pesticidas, haciendo desaparecer las poblaciones locales y sus culturas milenarias.

Estamos volviendo a ver el surgimiento de un nuevo neocolonialismo con todos sus vicios y maldades. Es necesario e imprescindible denunciar todos estos hechos y demandar a los organismos internacionales su intervención, regulando todos estos procesos de una forma clara y para que una vez más no sean los pueblos pobres los paganos de una economía mundial neoliberal no sostenible para nuestro planeta.



lunes, 22 de diciembre de 2008

LA CRISIS VISTA DESDE BEIJING


De repente, parece que el mundo entero pasó a preocuparse por China, con los eventuales efectos de la crisis sobre su economía. Esto es así, porque China pasó a desempeñar un papel central en la economía mundial, y por la preocupación sobre la posibilidad de que el desempeño chino funcione como un atenuante de los profundos efectos de la recesión mundial generada en los países centrales del capitalismo y diseminada por todo el mundo, con diferentes intensidades.

Los chinos encaran con calma la crisis. Saben que por la propia presencia global de su economía – y por el papel que sus exportaciones, así como por la posesión de los valores de la deuda norteamericana y por la importación de las inversiones -, no saldrán incólumes. Pero creen que disponen de los instrumentos para enfrentarla, aunque tengan que disminuir un poco el espectacular ritmo de crecimiento que su economía exhibe en las tres últimas décadas.

Reconocida por el editorial de esta semana de la revista The Economist, la conservadora publicación británica, como "la mas asombrosa transformación económica en la historia de la humanidad”, mencionando, entre otros cosas, cómo "200 millones de personas fueron sacadas de la pobreza" en un país que, (como ningún otro en la historia) ha crecido un 9,8% de promedio en los últimos 30 años, pasando del 1,8% del PIB mundial en 1978 al 6%, entre otros datos. El editor del Financial Times, Martin Wolf, presente en este seminario, dijo que "la irrupción de China en las ultimas tres décadas es el acontecimiento económico y político mas significativo de todo el período que nos toca vivir."

Los chinos, orgullosos de las conquistas y de los elogios, mas modestos y realistas, pretenden seguir adelante, aunque con niveles mas bajos de crecimiento, lo que de cualquier manera se espera, porque es fácil crecer a partir de un nivel muy bajo de desarrollo, pero mantener ese ritmo, después de tres décadas, es prácticamente imposible. Crecer al 6%, por ejemplo, a partir del nivel que tiene hoy, significa continuar teniendo avances enormes en la economía china.

Transformados en los mayores portadores de valores de deuda de los Estados Unidos y de reservas en el mundo, ellos siguen incrementando su superávit comercial. En el año 2007, el superávit comercial obtenido por China equivale al 80% de los superávit sumados de Alemania y de Japón, competidores durante décadas entre sí para tener el primer puesto que les arrebatara China. Las reservas chinas representan el 27% del total de reservas existentes en el mundo, más del doble del Japón, que viene en segundo lugar.

La solidez de su sistema bancario – al contrario de lo que se propaló durante mucho tiempo, principalmente de los bancos estatales – y la acumulación de reservas permiten a China encarar con relativa tranquilidad la crisis. No obstante, el peso del mercado externo tendrá que disminuir en favor del interno, para que los efectos de la crisis disminuyan relativamente.

China anuncia que continuará comprando los valores de la deuda de los Estados Unidos, pues considera que continúan siendo, en el medio y largo plazo, buenos negocios. De hecho, cuando compraron acciones de empresas productivas norteamericanas, los chinos perdieron dinero por lo que no pretenden seguir por esta vía.

Las autoridades chinas consideran estratégicos los pasos dirigidos a acentuar la construcción de un mundo multipolar. De ahí la importancia que están dando a la reunión de los mandatarios de China, del Japón y de Corea del Sur para coordinar acciones y profundizar los intercambios comerciales y financieros. De la misma forma la prensa china está dando gran relevancia a la reunión de mandatarios latinoamericanos en Costa de Sauipe, Brasil, porque entienden que estos son procesos que convergen en la misma dirección.

Vista desde Beijing, la crisis no es considerada como un destino que llevará a todo el mundo a la depresión, pero sí como un factor que afectará a los ritmos de crecimiento y desplazará, más aún, el poder de decisión de las manos de los Estados Unidos y de las grandes potencias capitalistas hacia los países emergentes, especialmente para aquellos que reaccionen colectivamente frente a la crisis.



viernes, 19 de diciembre de 2008

CULTURA DE LA CORRUPCIÓN


El recinto de la mayor bolsa de negocios del mundo, Wall Street vuelve a tambalearse tras conocerse que otro ex presidente, en este caso del mercado electrónico de acciones Nasdaq,  acumuló 50 000 millones de dólares en pérdidas fraudulentas que convierte este nuevo hecho en una de las mayores estafas en la historia de Estados Unidos.

Bernard Madoff, de 70 años, fundó en 1960 la compañía Bernard L. Madoff Investment Securities LLC, y a la par estaba a cargo de forma paralela de un negocio de fondos de cobertura. Como operador, utilizaba dinero de nuevos inversionistas para financiar los intereses de aquellos que ya estaban participando, a los cuales inicialmente se les ofrecía una rentabilidad bastante alta, aunque sus billetes nunca llegaban a la bolsa de valores.. 

El propio Madoff, antes de salir en libertad bajo una fianza de 10 millones de dólares hasta que se efectúe el juicio final, dijo que operaba bajo el esquema Ponzi o de pirámide financiera, el cual utiliza el dinero de los nuevos ingresados, atraídos por promesa de rápidas y abundantes ganancias, con el fin de pagar a quienes ya se encuentran participando. 

Tras la caída de los mercados, los inversionistas comenzaron a reclamar su dinero, y a Madoff no le quedó más remedio que confesarle a varios empleados que el fondo actual administrado por 17 000 millones de dólares era un fraude (ficticios) pues había estado insolvente por años.

Como este negociante tiene tan buenos “sentimientos” dijo que había pensado entregarse a las autoridades, pero antes deseaba liquidar deudas por 200 y 300 millones de dólares a varios familiares, empleados y amigos. Aunque la cifra inicial se estima en una estafa de 50 000 millones, en realidad no se ha podido evaluar aun su monto total.

Mientras se comienzan las investigaciones, Madoff espera por el juicio, que de salir culpable podría recibir una condena de 20 años y una multa de 5 millones. Pero como se asegura, “lo bailado no hay quien se lo quite” mientras los estafados sufrirán sus enormes pérdidas.

Recientemente, el premio nobel de economía, el estadounidense Joseph Stiglitz, al analizar las crisis hipotecarias y financieras en su país señaló: “Directores Generales, inversionistas y prestamistas se marchan con sus millones, mientras que se pide a los contribuyentes norteamericanos que paguen la factura. El presidente de Freddie Mac, Richard Syron, ganó 14,5 millones en 2007; el director general de Fannie Mae, Daniel Mudd, 14,2 millones ese mismo año. 

“Estamos presenciando una nueva forma de sociedad entre la inversión privada y el estado, en la cual el público soporta sobre sus espaldas todo el riesgo, y el sector privado se lleva toda la ganancia. La administración de George Bush habla del impacto del “azar moral” del pobre “especulador” que pidió dinero prestado y compró una casa por encima de sus posibilidades de pago. Pero el azar moral de alguna manera no es un tema cuando se trata de los especuladores de alto nivel en las juntas corporativas.”
Y es que los escándalos, fraudes, estafas, robos, sueldos millonarios, prebendas y otras muchas irregularidades afectan desde hace varios años la credibilidad del mundo financiero de Nueva York.

Hace solo un lustro, en noviembre de 2003, las autoridades detuvieron a integrantes de varias redes que operaban en Wall Street y que estafaron a pequeños y grandes inversores. Los allanamientos ocurrieron al unísono en los edificios del World Financial Center, en Manhatan, de Jersey City (Nueva Jersey) y Stanford (Connecticut).

En esa ocasión fueron detenidos empleados de los bancos de negocios JP Morgan Chase, Societé Generale, UBS Warburg Dillon Read, Dresdner Kelinwort Benson e Israel Discount Bank, además de ex miembro del Comité de Cambio de Divisas Extranjeras, del Banco de la Reserva Federal, abogados en activo y numerosos exponentes de diversas compañías de transacciones comerciales.
Más de 1 000 pequeños inversores perdieron en esas operaciones millones de dólares, mientras los acusados también defraudaron a sus superiores al realizar supuestas operaciones negativas.

El mercado de divisas de Wall Street es un enorme sector con operaciones que pueden representar un volumen de miles de millones de dólares diario. 

En las estafas del 2003, los afectados perdieron millones de dólares en transacciones clásicas denominadas de “calderas” pues los inversores son entusiasmados con informaciones adulteradas y falsas en relación con títulos de escaso valor en poder de los estafadores.

Al caer los inversores en la trampa, suben abruptamente los títulos, e inmediatamente, los autores del delito venden sus posiciones y obtienen fructíferas ganancias, a la par que el precio de los activos se derrumba con las consabidas pérdidas para los pequeños accionistas.

Otro caso ha sido en de empleados de grandes corporaciones bancarias como JG Morgan Chase, Societé Generale, UBS y otros, que se dedicaban a defraudar a sus entidades mediante operaciones que en el mundo financiero se conocen como “desnatar”.
El hecho consistía en aceptar sobornos para inducir a sus bancos a que realizaran transacciones en divisas que a la larga traerían pérdidas para sus empleadores, mientras ellos recibían grandes sumas de las firmas ganadoras.

Aun esta latente los desfalcos realizados por poderosas  compañías como Enron, WorldCom, Tyco International, ImClone Systems y la compañía auditora, Arthur Andersen.

Entre las operaciones que realizaron esas entidades aparecen la compra de acciones con información privilegiada, auto compensaciones multimillonarias, desvío interesado de dinero hacia fondos de pensiones y evasiones de impuestos, por citar algunas.

Ahora la estafa piramidal de Madoff alcanza a varios bancos como el Santander y BBVA españoles, los franceses BNP Paribas, Natixis y Societe Generale, y los ingleses HSBC y RBS, los italianos Unicredit y Popolare, el japonés Nombra, otros de Zuiza y Corea del Sur, y como es lógico a miles de sus depositarios. 

La Bolsa de Valores de Wall Street va más allá de estafas y desfalcos y se ha ido convirtiendo, al paso de los años, en una cultura de la corrupción donde cada día se hace más peligroso depositar dinero ante el temor de perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL GRAN VUELCO


La crisis financiera desatada en Estados Unidos ha desquiciado los mercados de dinero y capitales, la producción, el empleo y el consumo. Además, ha provocado una enorme expansión de la deuda del gobierno, así como formas de intervención en las empresas privadas sin parangón.

El sistema financiero tal como existía hace apenas nueve meses es hoy irreconocible en cuanto a su estructura institucional; los instrumentos convencionales del crédito han desaparecido y las corrientes de los préstamos crédito han dejado de operar para fines prácticos. Todo eso ocurre a pesar de las enormes inyecciones de dinero por parte del Tesoro y de la Reserva Federal.

La política monetaria ha llegado a su límite una vez que las tasas de interés de los títulos de deuda de corto plazo del gobierno tienen tasas de interés cero. Los ahorradores se refugian por ahora en ese tipo de deuda, aun con rendimientos reales (luego de la inflación) negativos; lo hacen, aunque parece extraño, por la garantía del gobierno federal.

No se ha superado todavía el riesgo de una posible deflación, es decir, la caída de los precios que agravará aún más la situación recesiva. La corrección de los precios de los bienes raíces no se ha dado y las presiones hacia la contracción del producto persisten. La muy frágil condición de las tres grandes empresas automotrices agrava las cosas y su efecto se extiende por una larga cadena de actividades subsidiarias dentro y fuera de Estados Unidos.

Ahora se pone cada vez más atención en las políticas de estímulo fiscal sobre la demanda agregada mediante el gasto público en una serie de rubros, especialmente la infraestructura física y energética del país como la que planea Obama.

Estas políticas son problemáticas y muy debatidas. No hay una clara teoría económica que ampare este tipo de intervención en cuanto a su efectividad para salir de modo rápido de la depresión económica en curso.

Se cita mucho a Keynes y las políticas del Nuevo Trato de Roosevelt, pero la situación en los años de 1930 era distinta en muchos sentidos. Uno es la extensión y profundidad de las relaciones económicas globales; otro es que finalmente la crisis de aquella época se superó sólo luego de que la economía de guerra se transformó en civil hasta 1945.

El gasto público es, ciertamente, un estímulo necesario; es más, casi único en las condiciones actuales, pero no tiene un efecto automático en el funcionamiento y la corrección de los mercados. La asignación de ese gasto y la manera en que se transmite en los diversos canales de la economía ocurre de manera compleja y con diversos obstáculos y cuellos de botella. La efectividad de ese tipo de gasto no está asegurada.

No puede preverse con certeza cuál será el impacto de la expansión fiscal sobre el nivel de la actividad económica, ni cuánto tiempo tarde en cumplir el objetivo que se le asigna. A eso hay que sumarle la fuerte expansión de la deuda pública en que se ha incurrido, así como la depreciación de los activos de las familias, en especial de sus viviendas y su alto nivel de endeudamiento.

Las deudas habrá que pagarlas en algún momento. Recuérdese que una forma de reducir la carga de la deuda es la inflación, pero en el marco actual eso no es posible.

Ése es uno de los dilemas actuales del entorno político, de las políticas públicas y de los difíciles acuerdos que tienen que establecerse so pena de provocar rupturas graves en un entorno social por demás debilitado.

El vuelco que ha provocado esta crisis ha puesto en evidencia las concepciones teóricas e ideológicas, así como las prácticas de la gestión estatal que prevalecieron durante tres décadas. Esas concepciones se derrumban. Es una interesante paradoja que esto le haya sucedido a una administración como la de Bush con su explícita y provocadora defensa y promoción de un liberalismo a ultranza. Este periodo ha estado lleno de fraudes financieros desde Enron hasta el más reciente de Madoff.

No puede ya sostenerse más la capacidad intrínseca de ajuste de los mercados, pero tampoco puede sostenerse el automatismo de la intervención estatal. Esta situación no es, sin embargo, un callejón sin salida. Pero su superación no va a encontrarse en los cubículos de los profesores ni en los corredores del poder político esclerotizado.

El restablecimiento de un acuerdo social funcional será imprescindible. Para que eso ocurra deberá haber condiciones materiales mínimas y liderazgos efectivos que canalicen la presión social. Las resistencias de todos las partes involucradas van a ser muy grandes en una estructura de poder tan estrechamente vinculado. Se abre un periodo de contradicciones con fuertes fricciones que no se resolverán en al ámbito de los intereses nacionales definidos estrechamente.

La actual es una situación que requiere de gran capacidad de pensar en términos complejos, sin direcciones únicas, en que habrá que probar si la destrucción en curso genera algunos rasgos de creatividad y capacidad de transformación. Garantías, por supuesto, no las hay.


martes, 16 de diciembre de 2008

PARA AUTOS SIEMPRE HAY DINERO



La automotriz ha sido siempre una de las industrias más protegidas por los Estados. Y una de las primeras en recibir ayuda ante la crisis financiera. Historia de subsidios, subsidios y más subsidios.


 Mucho se ha y hemos dicho sobre la primacía del sector financiero sobre el productivo o economía real. Y todos los análisis sobre la actual crisis económica coinciden en culpar de la actual crisis económica mundial al sector bancario y bursátil. Ergo, todos los megarescates que los países desarrollados han instrumentado tienen por finalidad salvar los intereses de este sector. 

Pero muy lejos estamos de crear una falsa antinomia sector financiero/sector productivo; muy por el contrario, ambos se encuentran muy entrelazados, sobre todo en el mundo de las altas finanzas.

Los megarescates son para el sector financiero, pero el sector productivo ha recibido históricamente auxilios por parte de los Estados. Estas ayudas se canalizan básicamente en forma de subsidios. Y dentro del sector industrial, una rama mimada es la industria automotriz. El motivo concreto de por qué todos los países quieren tener una industria automotriz fuerte no es fácil de develar: poder de lobby, industria estratégica, debilidad por los coches, etc. Lo cierto es que el mundo derrocha millones en promocionar esta industria.

Citemos por ejemplo a Brasil. Antes de la década de los 90, la mayor economía de Sudamérica no tenía una industria automotriz muy especializada, y, además, dirigida al mercado interno. Desde entonces, ha iniciado un proceso sostenido de inversiones en el sector, que ha convertido a la nación vecina en el país que más marcas tiene en radicadas en su territorio. Se trata de once firmas que producen en ese país. Más que Japón (primer productor mundial), Estados Unidos (segundo) y Alemania (tercero).

Esta fiebre de inversiones se dio gracias a distintos factores. El demográfico es uno de ellos; 190 millones de consumidores se tornan muy tentadores. La pertenencia al Mercado Común del Sur (Mercosur), junto a Argentina, Uruguay y Paraguay también suma. Y la expansión de la clase media no debe olvidarse. Pero todo esto quizás no se hubiese logrado de no haber una política manifiesta de radicación de empresas automotrices en el país.

Esta política se basaba en subsidios, subsidios y más subsidios. Los mismos iban desde desgravaciones impositivas hasta el pago de los salarios de los trabajadores empleados. El propio presidente de Brasil, Lula da Silva, fue un obrero automotriz en San Pablo. 

Algunas empresas se beneficiaron con ayudas estatales de hasta 600 millones de dólares. Tanto el gobierno federal como los estados competían para atraer industrias y ofrecían todas las alternativas posibles.

Brasil es un ejemplo, pero podríamos mencionar también en este sentido a Corea del Sur, Gran Bretaña, India, España, China, Argentina… y la lista continúa. La lluvia de subsidios y ayudas estatales llega a tal punto que este sector casi no realiza inversiones sin algún tipo de apoyo gubernamental.

La industria automotriz es el más claro ejemplo de la producción en serie; absorbe trabajadores calificados y en general, bien remunerados; y requiere de una importante red de proveedores. Como contrapartida, a veces las plantas se convierten en el lugar de ensamblado de diversas partes llegadas de distintos destinos, por lo que en lugar de fábrica debiera llamársela maquila.

Cuando desde sectores progresistas se critica el actual librecomercio mundial, la industria automotriz es un claro ejemplo: gran parte del comercio mundial son transacciones dentro de las empresas automovilísticas. 

Por ejemplo, gran parte del comercio entre Argentina y Brasil es de autos y autopartes. De este lado de la frontera, dos importantes marcas producen cajas de cambio, mientras que en el país vecino se ensamblan los autos. Así, desde el punto de vista comercial, se exportan bienes industriales intermedios y se importan bienes finales, pero realmente se trató de un comercio intra empresas.

El mundo entró en recesión, y tras los primeros paquetes de ayuda al sector financiero, ahora los contribuyentes van a salir al rescate del sector automotor. Así ya se anunció en Estados Unidos, en algunas naciones de la Unión Europea (UE), en Brasil y Argentina.

Según publica el periodista Daniel Muchnik en el diario Clarín, “En la Argentina las ventas descendieron un 20 por ciento, el mayor golpe hacia abajo en cinco años; en Brasil la contracción de las ventas llegó al 25 por ciento; en Suecia un 36 por ciento; en Estados Unidos del 35 por ciento, y en España cerca del 50 por ciento”.

En Washington, el Senado rechazó la propuesta del presidente George W. Bush de otorgar préstamos por 14.000 millones de dólares a General Motors, Ford y Chrysler, los tres iconos automotrices de aquel país. Para la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, "la única opción viable ahora" para la Casa Blanca es ofrecer los fondos a las automotrices a través del programa de rescate financiero del Departamento del Tesoro.

Brasilia anunció hace días un plan de ayuda a sus automotrices por 4.000 millones de dólares, y que incluyen a los vehículos producidos en Argentina. En concordancia, la presidenta argentina, Cristina Fernández, notificó una política equivalente por un monto más modesto: algo más de 200 millones de dólares para financiar la compra de modelos nuevos de entre 11.000 y 16.000 dólares.

Las automotrices recibieron millones durante los períodos de vacas gordas, y ahora que los vacunos adelgazaron, piden rescates. Los que pregonaban la no intervención estatal, ahora la ruegan para salvar este sector industrial. Y los de ideología industrialista también exigen socorro por parte de las sociedades. El gran poder de lobby, la demagogia gubernamental y la presión social están de su lado.

Cuando se rescata al sector financiero, lo que se hace es garantizar el interés de los accionistas e inversores. Y si se rescata al sector automotriz, también los que se salvan son los accionistas e inversores. Se trata de empresas privadas cuya razón es la obtención de ganancias, ni más ni menos.

Quienes pregonan una economía sin intervención estatal no se dan cuenta que la intromisión es inherente al sistema productivo. Rara paradoja la situación actual: un discurso en contra del intervencionismo estatal en un mundo atravesado de subsidios. En la producción de recursos naturales, la industria y el sector terciario, las subvenciones están a la orden del día. Y en este sentido, más auxilio van a obtener quienes mayor capacidad de presión tengan.

Y en esta línea, y como debe ser, el sector que picó en punta es el de los autos.



lunes, 15 de diciembre de 2008

EL DERECHO DE LOS CODICIOSOS

JOSÉ M. CASTILLO

¿DÓNDE está la raíz de la crisis económica que estamos padeciendo? Se dice que la explicación de este desastre radica en la codicia de los gestores de las grandes empresas. Y es verdad. Cuando la economía mundial se ha organizado de forma que se ha convertido en una 'economía electrónica', no nos hemos dado cuenta, cuando todavía el desastre se podía remediar, que estábamos instalados sobre un polvorín que en cualquier momento podía estallar. Cuando se crea una economía en la que los gestores de fondos, bancos, empresas o simplemente los millones de inversores individuales, pueden transferir cantidades enormes de capital de un lado del mundo al otro apretando el ratón de su ordenador, a nadie se le debería haber ocultado que estábamos al borde de un precipicio cuyo fondo nadie conoce todavía. Si un individuo, con el simple gesto de apretar un dedo, puede desestabilizar lo que podían parecer economías fuertes, como ocurrió en Asia en la década de los 90, tendríamos que habernos dado cuenta de que la codicia de los más poderosos podía, en cualquier momento, desestabilizar al mundo entero. Y eso es lo que ha ocurrido.

 

¿Quiere esto decir que los grandes empresarios, que han causado este desastre, y los políticos que lo han permitido, son más codiciosos que el resto de los mortales? No creo que eso sea así. Porque codicias y codiciosos siempre ha habido. Y los hay por todas partes. Lo que ha pasado es que ahora se han dado las condiciones propicias para que la codicia de unos cuantos haya tenido la fuerza necesaria para desestabilizarnos a todos. ¿Por qué? No porque haya aumentado la codicia de unos cuantos, sino porque no ha existido una legislación y un derecho de ámbito mundial con el poder y las garantías necesarias para impedir que ocurriera lo que ha ocurrido. Cuando la justicia y las leyes están pensadas y organizadas de manera que lo que se impone no es «la ley del más débil» (L. Ferrajoli), sino «el interés del más fuerte», entonces la economía cesa de ser «un servicio para los ciudadanos» y se convierte en «una fuerza salvaje, orientada exclusivamente aganar dinero rápido a expensas de los consumidores» (L. Napoleoni).

 

Es un hecho que la manera de pensar que está persuadida de que «el beneficio es lo que cuenta» (N. Chomsky), es un componente constitutivo de la cultura de Occidente. Y esto, no sólo como apetencia interna del ser humano, sino sobre todo como componente del Derecho que ha configurado nuestra cultura. Me refiero al Derecho Romano. Pues bien, lo que siempre interesó a los creadores del Derecho Romano (base del Derecho de Occidente) eran «las reglas que gobernaban la propiedad individual y las acciones derivadas de ésta» (Peter G. Stein). Esto explica por qué los juristas de la antigua Roma dieron tanta importancia al Derecho Privado y apenas se preocuparon de los asuntos públicos. Ya las XII Tablas (451 años a. C.) disponían que si el propietario de una casa capturaba a un ladrón cuando robaba, si el ladrón se resistía al arresto, el propietario podía matar al delincuente. Era una forma eficaz de enseñar que la propiedad privada está antes que la vida humana. Y la historia de nuestra cultura occidental se ha encargado de dar cuenta fehaciente de que el poderoso Occidente ha tomado en serio que la propiedad es más importante que la vida. Ahora empezamos a comprender la atrocidad que hemos hecho, cuando a fuerza de agresiones a toda forma de vida, nuestro Derecho (y nuestra codicia) de propiedad está a punto de liquidar las fuentes mismas de la vida en el planeta. Al decir esto, no hablo de comportamientos éticos. Insisto en que, al decir estas cosas, estoy hablando de uno de los pilares básicos (el Derecho) de una cultura, la llamada cultura de Occidente. Por supuesto, nuestro Derecho no dice que se puede matar para apoderarse de lo ajeno. Pero es que lo grave de nuestro Derecho no está en lo que dice, sino en lo que no dice. De ahí el vacío legal que ha hecho posible tanto atropello financiero. Y -lo que es más indignante- que, después de lo ocurrido, los gigantes de la codicia, cuyos nombres y rostros se conocen, están todos en la calle disfrutando impunemente de sus asombrosas fortunas. ¿No se podía haber evitado semejante atrocidad? Seguramente, el vertiginoso crecimiento de la economía y el alarmante debilitamiento de la política han fomentado el logro de tanta barbarie. Me temo que estamos pagando los costos espantosos que ahora nos impone la matriz jurídica y cultural en la que nacimos y en la que nos han educado. En el s. XIX, Bermhard Windscheid, en su excelente estudio sobre el espíritu del Derecho Romano, advertía que la tradición de este cuerpo legal dio la máxima libertad a la propiedad privada y redujo al mínimo la responsabilidad de los hombres de negocios. Occidente ha redactado la Carta de los Derechos Humanos. Pero antes codificó el Derecho Romano, por cuyos principios se ha configurado nuestra cultura. La cultura en la que hemos sido educados. Lo hemos mamado. De forma que esto nos constituye sin que nos demos cuenta. Por eso se comprende la mentalidad brutal de tanta gente cultivada en los saberes que impregnan el tejido social en el que nos hemos criado. Por eso me atrevo a decir que no nos entusiasmemos con esperanzas fundadas en Obama y sus economistas o en posibles decisiones que se vayan a gestar en Bruselas. Por muy importante que sea el acierto de los economistas y la gestión de los políticos, me temo que el problema no tendrá solución si no cambiamos de mentalidad. Mientras sigamos pensando que lo mío es mío y que la ganancia es lo que importa, podemos estar seguros de que no salimos de la crisis. Y si es que levantamos cabeza, antes o después nos volveremos a hundir. Por no hablar de los más de mil millones de seres humanos que ya están abocados a una muerte cercana y sin remedio.



domingo, 14 de diciembre de 2008

¿FINANCIEROS O SIMPLEMENTE ESTAFADORES?


Acaba de saltar el (hasta ahora) último escándalo financiero. El inversor estadounidense Bernard L. Madoff es uno de los más admirados gestores de fondos e inversiones financieras, por no decir el que más. Cientos de multimillonarios y de bancos invertían en sus fondos, dedicados principalmente a movilizar los llamados hedge founds (valores muy arriesgados y precisamente por ello muy rentables). Entre ellos, y en grandes cantidades, el Banco de Santander.

En los últimos años, Madoff ha proporcionado ganancias multimillonarias en forma de tipos de interés muy elevados pero ahora se ha sabido que lo hacía a base de crear una "pirámide" de las que generalmente se cree que solo engañan a los tontos del pueblo y a pocos más. Con el dinero de los nuevos inversores pagaba los intereses a los anteriores y ahora todo se ha descubierto.

Nada mejor que esta experiencia (que no va a ser la última puesto que hay muchas entidades más que han venido realizando este tipo de actuaciones, de forma más o menos sibilina) para mostrar que las grandes finanzas de nuestra época no son sino una gran estafa, un juego de casino en que todos se hacen trampas entre ellos y que en sí misma se basan en una mera trampa. Consisten en mover virtualmente los fondos para cubrir unas operaciones con otras y generar beneficios de forma puramente contable, sin que haya de por medio actividad productiva alguna que genere valor real.

Y en esas operaciones no están involucrados solamente los viciosos de la especulación, los multimillonarios aburridos y dedicados solo a ganar dinero. No. Los que invierten en esos fondos, los que dedican los recursos a esas finanzas vacías e intrínsecamente fraudulentas son los grandes bancos (y por supuesto los españoles, como se acaba de conocer), las grandes compañías multinacionales, los fondos de inversión..., es decir, los llamados inversores "institucionales" que en lugar de estar generando recursos para la actividad productiva, para los empresarios y los consumidores, los dedican a realizar inversiones de casino en favor de ellos mismos o de sus clientes más privilegiados.

Ahora, una vez más, se producirán quebrantos patrimoniales en estos bancos, tal y como viene sucediendo en los últimos meses. Y de nuevo reclamarán el rescate y la ayuda de los poderes públicos: ellos pierden nuestro dinero en el casino y nosotros ponemos dinero nuestro para que vuelvan a hacer lo mismo y puedan seguir repartiéndose beneficios.

Nos querrán hacer creer que el caso de Magdoff es aislado pero eso no es así. Su fraude es particular por su inmensa envergadura pero hay más, ha habido más, bajo una forma u otra pero siempre con la misma naturaleza básica. Lo que ahora acaba de descubrirse es la versión extrema del fraude financiero de nuestros días, el engaño palpable y elemental. Pero el hecho de que los banqueros más poderosos del planeta, y los que precisamente por ello tienen los mejores analistas, hayan caído en una elemental pirámide muestra un hecho esencial: no se trata de un accidente sino de la consecuencia de que se ha generalizado la estrategia constantemente orientada a sacar rendimiento de donde sea sin pararse a pensar ni sobre sus consecuencias sobre la economía y la sociedad ni sobre sus riesgos sobre los propios inversores. Bancos gigantescos como el Santander se han dejado lleva por la misma avaricia que arruina a las victimas del "tocomocho". Al final, a Botín le pasa lo mismo que al cateto al que engañaba Tony Leblanc con el timo de la estampita en las películas del franquismo: con tal de tener más dinero se tira a la piscina sin mirar si tiene agua.

La sociedad no puede seguir aceptando una situación como esta en la que cada dos por tres se destapa un fraude y, sobre todo, en la que ya no es posible disimular por más tiempo que los bancos se ha ido al garete por irresponsabilidad, mala gestión y avaricia desmedida. Hay que tirar de la manta. Tenemos el derecho a pedir cuentas, a saber lo que han hecho con nuestro dinero los grandes bancos y cuál es el volumen de riesgo que han acumulado y dónde. Y no podemos consentir que se siga dando dinero público a los bancos para que los bancos, primero lo tengan en depósitos más rentables y, luego, cuando les venga en gana, nos lo presten a tipo de interés. Es una desfachatez inaceptable y hemos de reclamar decencia a los gobiernos para que pongan orden y aseguren que los efectos de la gestión avariciosa e irresponsable lo paguen quienes la han llevado a cabo, no los contribuyentes.



jueves, 11 de diciembre de 2008

¿POR QUÉ NO FUNCIONA EL RESCATE BANCARIO?



En Estados Unidos muchos se preguntan ¿dónde está el dinero del rescate bancario? No es asunto menor. Después de todo, hay 700 mil millones de dólares involucrados en el programa de recuperación de activos (TARP), aprobado a principios de octubre. En teoría, esos recursos eran para restaurar la salud del sistema bancario y hacer que el crédito volviera a fluir. Nada de eso ha sucedido. Ni la confianza se ha restablecido ni el crédito está fluyendo. La economía sigue en picada.
 
Adelantemos la respuesta: los bancos están atesorando y utilizan el dinero para lo que saben hacer en épocas de crisis: comprar a sus competidores. El TARP ha sido distorsionado en su operación y en sus fines. También es justo decir que, con las prisas, estuvo mal diseñado.
 
Originalmente el TARP de Henry Paulson buscaba comprar cartera vencida, pero cuando los operadores vieron la magnitud del agujero en los bancos estadunidenses se echaron para atrás y optaron por adquirir participaciones en los bancos para capitalizarlos. El cambio de estrategia y los poderes discrecionales de Paulson enfriaron los ánimos, por lo que la liquidez no se restableció y las operaciones interbancarias siguieron empantanadas en la desconfianza.
 
Cuando el Departamento del Tesoro entregó el primer tramo de 125 mmdd a nueve bancos a finales de octubre señaló sin ambigüedad que esperaba que esos recursos fueran destinados a líneas de crédito para pequeñas y medianas empresas, consumidores y para reanimar el mercado hipotecario. Pero eso era sólo una exhortación: por increíble que parezca, el TARP no contiene un régimen de condicionalidad y tampoco impone la obligación a los bancos participantes para alimentar líneas de crédito. Sin duda éste es su defecto más grave.
 
Por eso los bancos que han tenido acceso a recursos del TARP son libres de entrarle al juego de las fusiones y adquisiciones (FyA), que tantas ganancias le ha reportado al sector financiero. Utilizando los recursos del TARP, muchos bancos grandes están aprovechando las oportunidades de compra de otros bancos con el fin de “consolidarse”. Esto no es un estímulo para la economía y hasta contribuye a imprimir estructuras todavía más oligopólicas al sector bancario. Pero eso no incomoda a los bancos.
 
En octubre, el Grupo Financiero PNC (con sede en Pittsburgh) se convirtió en el primer banco en utilizar dinero del TARP al comprar otro banco en dificultades, el National City Corp, en 5.2 mmdd. Para financiar esta operación, PNC vendió 7.7 mmdd de acciones preferenciales al Departamento del Tesoro como parte del programa de recapitalización en el marco del TARP.
 
Los ejemplos se multiplican: BB&T, con sede en Carolina del Norte, ha anunciado planes para solicitar dinero del TARP y utilizarlo en sus planes de expansión vía adquisiciones. Por su parte, el Zions Bancorporation (de Salt Lake City) reveló sin pena que recibirá 1.4 mil millones de dólares del TARP y que una parte significativa de este monto estará destinada a explotar nuevas oportunidades de adquisiciones en los próximos meses.
 
Por eso las líneas de crédito en Estados Unidos no se restablecen. El ejemplo de la fábrica de puertas y ventanas Republic Windows, hoy ocupada por sus trabajadores, es revelador. Bank of America (BOFA), que ha tomado 25 mmdd del TARP, cerró la línea de crédito, y la empresa, que ya venía resintiendo los efectos del colapso en la industria de la construcción, se vio obligada a cerrar. Todo al revés de lo que se anunció al aprobarse el TARP.
 
En cambio, el BOFA aprobó en septiembre la adquisición de Merrill Lynch por 50 mil millones de dólares. Recientemente compró los bancos LaSalle y Countrywide, y emitió deuda garantizada por otros 9 mmdd. También compró acciones del China Construction Bank (CCB), aumentando su participación a 19 por ciento. Aunque esa operación le fue muy rentable, lo cierto es que los recursos del TARP no son para andar husmeando a ver qué se puede comprar en el mundo del sector bancario. El rescate tiene otros objetivos. Desgraciadamente, el mismo Departamento del Tesoro y la Reserva Federal han estado incentivando este juego.
 
Los bancos saben que vienen reformas en el régimen regulatorio. En el futuro, los depósitos serán más importantes que el apalancamiento: la cobertura regional será un arma poderosa en ese entorno. Pero por el momento es la guerra y para cuando se asiente el polvo el paisaje del sector bancario habrá cambiado de manera radical.
 
Para los bancos, lo primero es salvaguardar su posición futura. Pero parecen ignorar que los depósitos del mañana pasan por los créditos de hoy. Su juego de fusiones permite revalorizar activos en el corto plazo, pero pone en peligro la recuperación. Por desgracia, el paquete de rescate dejó pasar la oportunidad de imponer reglas a los bancos. Quizás ni Bush ni Paulson quisieron aprovecharla. Habrá que ver si Obama puede reformar el TARP.



miércoles, 10 de diciembre de 2008

TODOS LOS SERES HUMANOS, ¿NACEN LIBRES?



La Declaración Universal de los Derechos Humanos se celebra estos días como un documento internacional de relevancia excepcional. Se trató de un intento importante para fundar y universalizar los derechos humanos. El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de la ONU proclamó solemnemente que los derechos humanos son una prerrogativa absoluta de todos los individuos, pertenezcan a la nación, cultura o civilización que pertenezcan. En el primer artículo de la Declaración se llega a afirmar que todos los seres humanos “nacen libres”, que son “iguales en dignidad y derechos” desde su nacimiento, y que “deben comportarse fraternalmente”. Se trata de una concepción filosófica inspirada en el idealismo ético que dominaba en la segunda posguerra en Europa.

La filosofía universalista del “derecho natural”, típica del protestantismo y del catolicismo prevaleció sobre el resto de doctrinas. El resultado fue que la Declaración Universal poco tiene de universal. Impone como cosa debida una visión concreta del mundo impregnada de individualismo, liberalismo y formalismo jurídico occidentales.

No es casual que se hayan producido violentas discusiones internacionales a este respecto. En concreto, en 1993, durante la segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre derechos humanos, dos concepciones incompatibles del todo se enfrentaron. Por un lado estaban las tesis de la Declaración Universal, con su reivindicación de los derechos individuales, de la libertad y la privacidad. Por el otro, estaba la posición de gran parte de los países de América Latina y los países asiáticos, con Cuba y China al frente. Estos países situaban en el centro los “derechos colectivos”, ignorados en la Declaración Universal, especialmente la lucha de los pueblos contra la pobreza y el dominio económico, financiero y militar de los países industriales.

En realidad la Declaración de 1948 ha ejercido y ejerce aún una influencia mínima en las relaciones internacionales. La formuló un organismo como la Asamblea General, carente de poder normativo efectivo. De hecho, el texto de la Declaración está estructurado como una proclamación ético-filosófica que carece de sanciones e instrumentos ejecutivos capaces de llevarla a cabo. Para probar la ineficacia dramática basta con consultar los informes de Amnistía Internacional: más de dos mil millones de personas sufren actualmente la violación sistemática de sus derechos. La magnitud del fenómeno es creciente y afecta a un número altísimo de estados: más de 150 de 200, incluidos los estados occidentales. Las violaciones incluyen una larga serie de atrocidades; entre otras, el genocidio, la tortura, la pena de muerte, las ejecuciones sumarias, las desapariciones, los homicidios políticos, la violencia contra las mujeres, la esclavitud, la violencia contra los niños, las ejecuciones capitales de niños y discapacitados, el trato inhumano y degradante de los detenidos.

Pero las tragedias del mundo son sobre todo las guerras de agresión, el hambre y la pobreza absoluta, cuyos responsables son mayormente los países occidentales, empezando por los Estados Unidos y la OTAN. Pensemos en Guantánamo, Abu Ghraib, Bagram, en las masacres en Iraq y Afganistán. Recordemos, como acaba de hacer Luciano Gallino, que en la India, de 1996 a 2007 se han suicidado 250.000 campesinos por culpa del hambre y las deudas. La razón de su miseria se halla en los monocultivos impuestos por las corporaciones europeas y estadounidenses. ¿No habíamos quedado en que todos los hombres nacen iguales?


domingo, 7 de diciembre de 2008

CRISIS ECONOMICA. ¿HA LLEGADO EL MOMENTO DWEL TELETRABAJO?

La economía global está en crisis, e iniciamos un período incierto de recesión que en España está provocando que el número de parados se desborde. Sin embargo hay quien piensa que de toda esta situación se pueden extraer datos positivos, y que incluso - inadvertidamente - la crisis podría ayudarnos a salvar el mundo. ¿Cómo? A través del teletrabajo.

Es un hecho probado que nunca hemos contado con conexiones de internet y telefónicas tan baratas y potentes. Y lo mismo se podría decir del precio de los equipos informáticos. El ancho de banda de nuestras conexiones nos permite trabajar casi en tiempo real cuando ejecutamos potentes aplicaciones remotas compartidas. Las herramientas software conocidas como redes sociales, la mensajería instantánea, el software para vídeoconferencia y los móviles 3G y PDAs nos permiten organizar equipos de trabajo físicamente dispersos, mientras facilitan el contacto directo con clientes. Se dan todas las condiciones para la llegada definitiva de la revolución del teletrabajo, algo que muchos gurús previeron ya hace años pero que nunca llegó a surgir como opción significativa. ¿Será la crisis el detonante final del teletrabajo?

Para Mike Elgan de Computeworld la respuesta es si, este es el momento que los nómadas digitales venían esperando. En primer lugar, las compañías de todo el mundo ya han iniciado campañas destinadas a contener los costos, lo cual irá haciendo aparecer paulatinamente más y más empresas de teletrabajo. Elgan opina que “las crisis económicas, con todo lo dolorosas que resultan, abren una tendencia a forzar nuevas prioridades en todo el mundo. Los ahorros de coste y la eficiencia inherente al estilo de vida nómada digital se hace irresistible durante las recesiones, por lo que la tendencia hacia esta dirección se está acelerando. La economía va a empeorar todavía mucho más antes de que comience la recuperación. Mientras tanto la tecnología nos da más opciones que nunca para sobrevivir e incluso prosperar durante la travesía de dolor”.

Para The Wall Street Journal el teletrabajo podría acabar con nuestra adicción al petroleo, y ayudarnos en las tareas de contener el gasto energético. Lo cual, a su vez, provocará que las corporaciones mediten y piensen en su modelo de gestión, animándoles a introducir planes de traslado. Según este medio, los empleados deberían adoptar semanas laborales de 4 días y permitir o expandir el teletrabajo. Una semana laboral de 4 días eliminaría el 20% de los traslados laborales. El teletrabajo obviamente eliminaría el total de los gastos en este concepto. Estudios relizados por TMA muestran que esta tendencia solo produce beneficios, tanto a empresas, trabajadores y la sociedad en general. Las empresas reducen sus costos mientras que mejoran su productividad entre un 10 y un 40%. Los trabajadores ahorran el costo del transporte - tradicionalmente pagado por su bolsillo- y se ahorran madrugones y largos viajes. La sociedad ve como se reduce el consumo de petróleo, los atascos de tráfico y la contaminación.

Si eso sucede, la implantación del teletrabajo requerirá un replanteamiento en la actitud de los gestores y un enorme cambio en la forma en que trabajamos. Uno de los problemas más grandes relacionados con el teletrabajo es la incertidumbre que se desprende de algo nuevo e innovador. Los contratadores deben ser conscientes de los cambios en el estandar laboral. Los empleados deberán enfrentarse a los riesgos típicos de los autónomos, el sobretrabajo y la procastinación. De modo que al final, será la cultura de la empresa y no la tecnología lo que determine si el teletrabajo funciona o no. Y eso implica que parte del dinero que se ahorre con su adopción debería reinvertirse en lograr que los trabajadores se mantengan en contacto de un modo eficiente.